Avanzar por rotación

OPINIÓN

27 jun 2016 . Actualizado a las 13:48 h.

Una de las tradiciones de este país es avanzar por rotación. Justo eso es lo que acabamos de hacer, porque al final nos hemos metido en este lío de repetir elecciones para acabar como estábamos? o casi. El PP ha vuelto a ganar, y esta vez de forma clara e indiscutible. Lo ha hecho a costa de Ciudadanos y del PSOE, porque los hijos pródigos han vuelto a la casa del padre, y el Brexit quizá haya provocado que el indeciso haya votado lo seguro, porque más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Ahora, desde luego, la gran perdedora de los comicios ha sido IU. Cierto que se arrastraba agonizante en cada cita electoral. Pero no lo era menos que ahí seguía, concitando el voto de la izquierda más ortodoxa y aguantando año tras año, ocupando un espacio político y mediático respetuoso con su historia. Hoy, IU es un cadáver que Podemos ha terminado por enterrar.

El PP lanzó un órdago en diciembre forzando una segunda vuelta. Confiaba en que la lógica electoral no les fallase y que en esa segunda vuelta el voto se polarizase de manera que ganaría votos, aún a riesgo de que también lo hiciese Podemos. El PP lo consiguió, absorbiendo el voto de derecha y centro derecha. Podemos, no tanto. Porque todo parecía hacer pensar que Podemos iba a ser el otro beneficiario de la polarización. Y quizá lo hubiese sido si hubiese moderado su discurso, si no se hubiese empeñado en fagocitar a IU, si hubiese conseguido conectar con ese votante no ideológico que simpatiza con las causas sociales y está harto de la grosera corrupción de la «casta», pero que desea un cambio tranquilo y no una revolución permanente. En realidad Podemos ha tocado su techo electoral porque al final ni este país está colapsado, ni todo el mundo se siente excluido, ni viven en la emergencia. En definitiva, ha cosechado lo que ha sembrado. Es que tampoco nos representa a la mayoría de la «gente». Quizá eso explique que el PSOE no se haya derrumbado tanto y se mantenga ahí. Sin duda el Brexit, cierta cordura utilitarista y pragmática y la experiencia en el poder de lo podemitas ha permitido que el voto de izquierdas, huérfano de una IU, se haya ido al PSOE amortiguando la caída. Podemos y Garzón no hicieron bien las cuentas, en su caso, el uno más uno no sumó dos. Pero el PSOE va a tener que mirárselo. Me resulta insólito que Sánchez no dimita tras dos fracasos tan severos. Pero más insólito me parecería que en este escenario se empeñase en liderar un gobierno sujetado por un Podemos que aspira también a fagocitarlo, y unos socios tan dudosos como CdC, ERC o Bildu. Esa aventura terminaría con él y con el PSOE como partido sólido y de gobierno (y no de poder como podemos). Lo prudente acaso fuese dejar gobernar al partido más votado con una elegante abstención en segunda vuelta, y asumir con fuerza su papel de partido líder de la oposición para capitalizar el desgaste del PP en el gobierno y arrinconar a Podemos en el espacio que antes ocupaba IU. Pero qué va a saber este pobre profesor periférico. Ciudadanos ha acusado la deserción del votante circunstancial. De ese votante de centro, que ni es de derechas ni de izquierdas, y que no ha visto bien ni ha comprendido el coqueteo anterior con el PSOE, y que estaba harto de la corrupción de los dos grandes. Pero no era momento de aventuras y el voto útil y a ganador les ha devuelto a casa.

Al final, la polarización nos ha llevado otra vez al bipartidismo, atenuado y frágil, pero bipartidismo a fin de cuentas. La cuestión es saber si nos lo ha devuelto con la suficiente fuerza como para formar un gobierno. Lo probable es que esta vez Rajoy sí se lance al ruedo con la abstención de Ciudadaos y PSOE. En fin, un largo rodeo para acabar donde estábamos. Pero con una gran diferencia, porque ahora el PP ha salido reforzado, el PSOE se ha debilitado aún más, y Podemos y Ciudadanos se mantienen. Para el PSOE hubiese sido mejor el escenario de diciembre, como también para Ciudadanos. Pero quisieron jugar de farol, y la cosa no salió. Aquí sólo queda esperar, porque el gobierno tardará en alumbrarse y el verano será largo y pródigo en maquiavelismos de salón. Entretanto, la casa sin barrer.