Desde hace unos cuantos meses los ciudadanos vivimos alejados de muchas cosas que están sucediendo en nuestro entorno, ensimismados como estamos con campañas electorales, con la ilusión de que a partir del próximo 26 de junio todo o nada pueda cambiar para las clases más humildes, que somos las que sufrimos las consecuencias de continuos recortes que nos acercan más a condiciones de esclavitud que de vida digna. Mientras llega el 26-J muy pocas personas nos acordamos si las graves medidas que están en vías de aprobación, se pararán el día 26 o seguirán su curso. De ahí que hoy me incline por señalar algo que creo, que si no lo paramos las ciudadanas y los ciudadanos, será una realidad más pronto que tarde, por mucho que en la urna introduzcamos nuestro voto responsable, algo que es evidente que debemos hacer en función de la conciencia y responsabilidad de cada cual.
El TTIP, el Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversiones, que se está ultimando entre EE.UU y Europa, supondrá un durísimo castigo para el conjunto de los seres humanos, que veremos cómo nuestros derechos y libertades retroceden de forma brutal.
El TTIP va más allá aún de lo que hemos ido perdiendo a lo largo de estos años. Este acuerdo supone alcanzar el infinito para el insaciable capitalismo y plantea «el nada para nosotros y el todo para ellos». Se trata de desregular absolutamente todo, derechos humanos, derechos de los trabajadores, la sanidad, la protección del medio ambiente, la alimentación sana, etc. La codicia del poder sobre la pobreza rompe todos los límites que nos podamos imaginar. Con este instrumento se pretenden conseguir muchos objetivos, larguísimos de enumerar. Por ello señalaré solo algunos como pueden ser la supresión del derecho a la huelga, y en lo alimentario, el envenenamiento sistemático de la población con menos recursos. Gracias a los más de 35.000 fármacos tóxicos prohibidos en Europa ahora pero legales en EE.UU, que podrán aplicar aquí, el mañana será mucho peor que el presente.
El TTIP abre la puerta al negocio de las grandes corporaciones multinacionales sobre los sectores más importantes, no sólo desde la perspectiva económica, sino también la perspectiva de la cohesión social.
La Sanidad, los Servicios Sociales, la Educación, entre otros muchos, se someterán totalmente al control de los principales poderes económicos.
Este Tratado contiene mecanismos jurídicos que debilitan enormemente la posición del poder público, frente a los derechos de la ciudadanía sitúa los intereses de las grandes empresas, sacrificando las necesidades de las poblaciones de los distintos países.
La aprobación de este Tratado supondrá en definitiva la rebaja de todos los estándares regulatorios, tanto en materia social y laboral como ambiental, perseverando en un modelo de competitividad basado en la rebaja de derechos del pueblo en su doble condición de trabajador/a y ciudadano/a.
Si la alianza que desde hace más de cuarenta años forma el poder económico internacional y los sumisos gobiernos nacionales, ocultos bajo el manto de progresistas y liberales de la Unión Europea, consiguen sacar adelante el TTIP, supondrá un nuevo paso en la pérdida casi total de la soberanía de los pueblos. Las políticas públicas serán diseñadas y aplicadas a la medida de los grandes lobbies financieros, que no son elegidos en las urnas democráticamente, afectando a áreas fundamentales para la existencia humana como la independencia económica, la soberanía alimentaria, el medio ambiente y la protección social.
Está muy bien que el próximo 26-J se cumplan las ilusiones y las expectativas de cambio de ciclo político, pero seguro que no acabará aquí el abuso del Poder contra la Humanidad. Es por ello que debemos mostrar desde ya nuestro rechazo a este Tratado y trasladar al conjunto de la ciudadanía, que nada debe ser aprobado sin nuestra opinión, si realmente hablamos de derechos y democracia.
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