Le espada de Damocles

OPINIÓN

29 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La Comisión Europea parece empeñada en convertir en antagónicos los clásicos conceptos de «democracia formal», aquella que, basándose en la división de poderes, garantiza las formas, y «democracia sustantiva o sustancial», la que busca asegurar la igualdad no sólo jurídica, sino también social y económica, favoreciendo el desarrollo del primero a costa del segundo.

Lo hizo, con las maneras de un escarmiento, en Grecia al obligar a Syriza a aplicar los ajustes y recortes frente a los que dicha fuerza política se había posicionado contundentemente, logrando así el apoyo de la mayoría de los electores.

Y los acontecimientos de los últimos días acreditan que ahora quiere demostrar a los españoles que la nuestra es una libertad vigilada y que, gane quien gane el 26 de junio, tendrá que cumplir las exigencias que se le impongan desde la UE.

Lejos de la grandeza de los orígenes del teatro como arte dramático en la antigua Grecia, asistimos a la representación de un pésimo drama que se inicia con el envío por Rajoy de una espontánea carta a Jean Claude Júncker comprometiéndose a que el nuevo Gobierno que resulte de las elecciones generales tomará las medidas necesarias para reducir el déficit en dos años en ocho mil millones. Ya en el segundo acto, el Presidente de la comisión Europea, lleno de magnanimidad, comunica que la institución que preside no decidirá si impone a España una multa de más de dos mil millones de euros, como sanción por el reiterado incumplimiento de los objetivos de déficit aceptados por los Gobiernos del PP, hasta el mes de julio.

Para que no faltase nada en este teatro, salió a continuación, con pretensión de corifeo, pero dando la talla de pastorcillo con frase, José María Aznar, quien afirmó que relajar la corrección del déficit es un gran error. Obvia el prócer, gran patriota tributario, que no ayudan a cumplirlo prácticas de elusión fiscal como las que el practicó hasta que la Agencia Tributaria le sancionó.

Ya en el desenlace, el Ministro de Finanzas alemán, metido en su papel fustigador, expresó su discrepancia con el hecho de que no se haya impuesto ya de forma automática la sanción a nuestro país, a pesar de que otros Estados hayan incumplido o estén incumpliendo en términos similares sin que se hayan adoptado medidas.

Esta representación teatral no es gratuita, tiene como objetivo desanimar a los potenciales votantes de opciones de cambio, sabedores los mandatarios europeos de que una alta abstención sin duda favorecería a las alternativas conservadoras. Los poderes económicos en este momento apuestan por una sociedad frustrada, asumiendo los riesgos que de ello se pueda derivar (el más claro, el crecimiento de la extrema derecha), porque saben que, en todo caso, la amenaza se proyectaría sobre el sistema democrático y no sobre sus intereses, perfectamente compatibles con un régimen autoritario.

Para acompañar a esa frustración premeditada, el PP y Ciudadanos han recuperado los viejos fantasmas generadores del miedo como elemento movilizador de su electorado. Así es como se puede entender el esperpento de un Gobierno en funciones convocando una reunión del Consejo de Seguridad también funciones para debatir sobre Venezuela, el terrorismo y el fenómeno migratorio presentado como amenaza.

Pero, por si ello no funcionara y los electores decidieran enterrar las políticas que han reducido sustancialmente los contenidos del Estado de Bienestar, quienes se consideran los amos de este monstruo, frío e inhumano, en que se ha convertido Europa, advierten de que harán uso de todos sus recursos, para frustrar cualquier transformación real del modelo económico y social que nos han impuesto. Preparémonos no sólo para votar, sino para defender después el sentido de nuestro voto.

A la Comisión Europea no le importa aparecer abiertamente en el papel de Dionisio el Viejo, tirano de Siracusa y a los españoles nos toca demostrar que, aunque votemos con la espada de Damocles sobre nuestras cabezas, no estamos dispuestos a renunciar al poder de las urnas ni el 26-J, ni después.