Optimizar la despensa es la norma principal para evitar el tan temido -y doloroso- desperdicio alimentario. Pero hay más reglas y hoy toca desgranarlas
No es el primer artículo en el que abordamos el tema del desperdicio alimentario, así como sobre qué alimentos no deben faltar en tu despensa. Siempre intentamos que unos artículos no contradigan a otros, si bien es cierto que ahora que el año termina y empieza uno nuevo se juntan dos factores importantes. Por un lado, los buenos propósitos para el 2025 y, por otro, todos los despropósitos que se acumularon en 2024 y que en diciembre se verán incrementados por toda la comida que irá pululando por casa y que, a pesar de tanto invitado y tanta ingesta navideña, se quedará sin consumir.
Y como no hay nada más relacionado con los propósitos que hacer una lista, aquí recopilamos los trucos que mejor nos ayudarán a que la comida de nuestra despensa o nevera no termine en el cubo de la basura.
Prestar atención a las fechas de caducidad y de consumo preferente
Tener una despensa amplia es sinónimo de perder el control de las fechas de caducidad de todos los alimentos. Aunque lo recomendable en una despensa sería ordenar los alimentos por tipo de producto, es posible evitar caducidades colocando en la parte delantera de la despensa los envases más próximos a pasarse de fecha y, en la parte trasera, los que aún tengan margen para el consumo.
De esta manera, podremos ir dando salida a los alimentos en riesgo de caducar y no dar prioridad a los que tardarán meses o años. Parece una tontería pero es algo en lo que normalmente no nos fijamos y luego vienen los lamentos.
Importante también es tener en cuento cuánto tiempo se mantiene un producto una vez abierto. Por ejemplo, hay conservas vegetales que deben consumirse en cinco días tras su apertura, por lo que conviene no despistarse con este tipo de plazos.
Utilizar tarros de cristal
Usar envases de vidrio o transparentes ayuda a visualizar el ingrediente en sí y a que en nuestro cerebro se active una chispa que nos anime a consumirlo o a buscar una receta para darle salida antes de que sea demasiado tarde. Almacenar en tarros de cristal ayuda también a la conservación del producto, ya que mantiene mucho mejor sus propiedades organolépticas que en su envase original de plástico con una pinza de la ropa.
Pegar un repaso a la nevera y a la despensa antes de ir a la compra
Puede parecer también muy obvio, pero ¿a que no lo hacemos? Generalmente, vamos al supermercado directamente al salir de la oficina y no tenemos esa visión de la despensa en la cabeza que nos mentalice de la compra que realmente se necesita. Más bien, de lo que no se necesita… Si por error acabamos comprando productos duplicados, nos aplicamos la primera norma del listado: pasarlo al fondo de la despensa. Si se trata de productos frescos, ya son palabras mayores, pero grábate a fuego la premisa de que el congelador es siempre un gran aliado.
Usa tu imaginación
Simple pero sabio consejo. Innovar en la cocina y que el resultado esté rico es más satisfactorio que terminar una maratón. Prueba a dar salida a ciertos alimentos próximos a caducar con tu imaginación y con ayuda de Google. Los salteados son un recurso muy acertado, por ejemplo, este de pasta con edamame o este otro de garbanzos con quinoa y vinagreta de cacahuete.
¿Que se nos han acumulado varias verduras sueltas en la nevera y ya empiezan a ponerse feas? Resuélvelo con un puré de lentejas vegetales: resultón, práctico y sencillo.
Como no queremos saturar -ni la despensa ni tu cabeza-, nos guardamos más consejos para próximas entregas.
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