La felicidad que nos produce comer lo que nos gusta tiene mucho matices: además del sabor también tiene se tiene en cuenta los beneficios que aporta
Cuántas veces habremos dicho que los nutricionistas viven en una especie de limbo nutricional... Eso por no hablar de los que creen que los expertos en nutrición juzgan constantemente lo que comen los demás escaneando cada ingrediente que introducen en su boca o que calculan en su cabeza las calorías ingeridas al milímetro como si tuvieran una obsesión irrefrenable.
Pues, la realidad es que no es así. Los nutricionistas son gente abierta y flexible que también come de vez en cuando algún capricho en forma de chuchería, frito o ultraprocesado. Por mucho que creamos que detectan constantemente el peligro nutricional, ellos también también caen en la tentación muchas más veces de lo que creemos.
El problema no es caer en la tentación; el problema es obsesionarse con caer en ella. Pero para eso existen conceptos como el de la flexibilidad alimentaria, que no es más que saber elegir lo que nos conviene en cada momento. Es muy frecuente asociar dieta con restricción y creer que todo lo que rodea a una alimentación saludable implica sacrificio, sufrimiento y obsesión cuando precisamente se trata de educar a cada persona en ciertas pautas de alimentación que le permitan alcanzar un equilibrio entre la comida saludable y la no tan saludable.
Obviamente, es de sobra conocido que las chucherías y los ultraprocesados son alimentos que solo aportan calorías vacías. Sirven para experimentar sabores y texturas artificiales y si están en el mercado es porque son «legales», por lo que no nos van a matar si las consumimos. En el lado opuesto, y para no caer en una obsesión innecesaria, debe primar la naturalidad a la hora de disfrutar de los alimentos y no ponerse a leer las etiquetas nutricionales como si se nos fuera la vida en ello. Muchas veces serán las propias emociones las que determinen lo que nos apetece o no comer.
La conclusión es sencilla: lo ideal es comer de todo. Escoger versiones saludables de recetas para lo cotidiano y comer de forma ocasional una gominola, una tarta de queso, un cubata, un cochinillo a la brasa con la piel chamuscada… El cuerpo es sabio y, precisamente, tenemos en nuestro organismo los recursos necesarios para deshacernos de lo no adecuado y para entender que alimentarse bien no equivale a prohibición sino a alimentarse con los nutrientes necesarios para vivir de forma plena.
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