Qué cocinamos, qué les contamos y cómo nos relacionamos con la comida determinará la alimentación de nuestros hijos. Ellos son esponjas y funcionan, sobre todo, por imitación
Frases clásicas que habría que desterrar de las mesas españolas protagonizadas por familias: «Hasta que no termines, no te levantas de la mesa» o «si terminas todo, podrás tomar helado de postre». Parecen frases inocentes pero acaban resultando confusas y erróneas. Por culpa de ellas, asociarán el pescado o la verdura a un trámite para obtener una recompensa en forma de ultraprocesado, cuando toda la comida que ofrecemos a nuestros hijos debería estar al mismo nivel o, incluso, que prevalezca el valor de lo realmente nutritivo antes que el de un producto azucarado o con poca carga nutricional. Todas estas aspiraciones alimenticias acaban trayendo más problemas que alegrías a las casas donde reinan niños y niñas de corta edad.
La base de la educación alimentaria tiene unos pilares muy marcados sobre los que deben sostenerse. Cómo hablamos de los alimentos, qué les contamos acerca de la comida y, sobre todo, qué menús preparamos en el seno del hogar, harán que la balanza se incline más hacia un lado o hacia otro.
El Ministerio de Sanidad propone una guía de hábitos saludables que pueden tenerse en cuenta en el día a día. Asumiendo que las extensas jornadas laborales suponen una limitación en este menester, es importante sacar tiempo para comer todos juntos, al menos, una vez al día. La comida debe ser un motivo de encuentro y un momento de ocio saludable.
Pero ¿qué servir en la mesa para que los niños vean esa reunión familiar como un «planazo» al que no deben faltar? Platos que tengan como protagonismo los nutrientes que nuestros hijos e hijas necesitan. Estos son proteínas y omega3 que obtendrán de una deliciosa Hamburguesa de salmón y merluza, pero también el hierro, la vitamina C y el potasio de una Lasaña exprés de espinacas y calabacín. El toque más innovador para dejarles con la boca abierta -por el factor sorpresa y, ya aprovechando, para darle un buen bocado- es preparar unos Tacos de lentejas, que aparte de hierro aportan fibra y son bajas en grasas y en sodio.
Todos estos platos están pensados, no solo para nutrir a los más pequeños de la casa sino también para que puedan participar elaborando las recetas en casa y se introduzcan alimentos que, a priori, causan rechazo como son las verduras, el pescado y las legumbres. Y es que un plato sabe mejor cuando has participado en su cocinado, ¡palabra de chef!
¿Qué mas consejos pueden ser de gran utilidad?
- Es fundamental tener paciencia con los más pequeños; no se construyó Roma en un día sino piedra a piedra.
- Son los pequeños hábitos los que pueden marcar la diferencia a la hora de que comprendan que la comida es importante. Pequeñas pautas irán ayudando a coger ese hábito. Por ejemplo, masticar despacio, usar cubiertos, comer sentados... son cuestiones de poco calado que ayudan a entender la importancia de las comidas y que llevan asociadas unas pequeñas normas fáciles de cumplir.
- Desde los 3 o 4 años se les puede pedir que cojan determinados productos en el supermercado, explicándoles qué son y por qué son importantes para la salud. Esto les ayudará a ir valorando su capacidad de independencia y toma de decisiones.
- En cualquier ocasión se les puede enseñar a leer las etiquetas de los alimentos y a valorar los nutrientes que van a consumir.
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