Este alimento ha tenido mala fama durante décadas y es uno de los que más interrogantes genera en cuanto a su conservación y valor nutricional

LA VOZ

Fritos, revueltos, en ensalada, tortilla… Los huevos son un producto omnipresente en nuestra dieta. No obstante, durante muchos años han estado posicionados en lo más alto del ránking de alimentos a evitar. Su aporte en colesterol hacía pensar que su consumo frecuente no era muy adecuado, pero, ¿qué hay de cierto en ello? La verdad es que el huevo es uno de los alimentos más completos que existen. Su riqueza proteica es alta y sus proteínas son de gran calidad nutritiva, por eso hoy vamos a desenmascarar algunas falsas creencias que pueden hacernos dudar de los grandes beneficios de uno de los alimentos más versátiles en la cocina.

¿No se debe comer más de un huevo a la semana?

El huevo contiene colesterol en su yema, sí. Pero es importante saber que, del total de colesterol que se ingiere, solo absorbemos un 40%. En la actualidad, se han realizado numerosos estudios que demuestran que la ingesta diaria de este alimento no afecta a los niveles de colesterol en sangre y no está asociada a un mayor riesgo de enfermedad coronaria. Así que no hay problema si una noche decides cenar una deliciosa tortilla de champiñones y puerro y, al día siguiente, dar un toque de alegría a tu desayuno con esta versión ligera de los clásicos huevos florentine. ¿Que esta semana has consumido cinco huevos? No pasa nada, es mucho más importante asegurarse de llevar una dieta baja en grasas saturadas y que garantice la variedad de alimentos.

¿Los huevos crudos son más nutritivos?

Esta es una práctica habitual de los deportistas, e incluso lo hemos visto en películas míticas como Rocky. ¿Quién no recuerda esa escena en la que Stallone engulle media docena de huevos crudos antes de un duro entrenamiento? Es cierto que son muy proteicos y ayudan al desarrollo muscular, pero consumirlos sin cocinar puede presentar varios inconvenientes. El primero está relacionado con la seguridad alimentaria, pues el huevo crudo es muy susceptible de sufrir una contaminación por salmonela. El cocinado reduce la carga microbiana y, por tanto, hace más seguros los alimentos. Además, tampoco hay que olvidar que el huevo contiene avidina, un antinutriente que se inactiva al cocinarse y que en su forma cruda puede dificultar la absorción de determinados nutrientes. En definitiva, es siempre mejor consumir este producto tras pasar por la olla o la sartén. Y, aunque parezca pan comido, cocer el huevo perfecto requiere unos sencillos trucos para aprovechar al máximo su sabor y beneficios.

¿Hay que lavar los huevos antes de guardarlos?

Puede que nos molesten los restos de suciedad que muchas veces encontramos en la cáscara, pero esto nunca debe hacerse. Si lavamos los huevos, estamos eliminando la película protectora natural que tiene la cáscara (que además es porosa). Al hacerlo estaríamos entonces dando vía libre a las bacterias para acceder al alimento y el riesgo de contaminación sería mayor. Lo que sí podemos hacer para eliminar esa suciedad antes de guardarlos es limpiarlos suavemente con un paño limpio.

¿Los huevos pueden conservarse a temperatura ambiente?

Es la duda más frecuente en cuanto a la conservación. Cuando los compramos en el supermercado, se encuentran en estanterías normales, a temperatura ambiente y sin más protección que sus respectivos embalajes. Sin embargo, una vez en casa, se aconseja almacenarlos en la nevera para evitar fluctuaciones de temperatura y que sus poros permitan la transferencia de humedad que facilite la contaminación interior. Esto también ayuda a conservar la calidad del huevo, ya que con el paso de los días va perdiendo propiedades, pero guardado correctamente en el frigorífico puede aguantar más tiempo. Eso sí, aunque los coloques fuera de su envase, recuerda que debes respetar la fecha de consumo preferente indicada.