Garbiñe y Arthur, el flechazo en las calles de Nueva York que acabó en boda

Martín Bastos

INFORMACIÓN

José Oliva

La pareja se dio el «sí quiero» ayer en Marbella

06 oct 2024 . Actualizado a las 09:14 h.

La suya es una historia de película. Nueva York, un torneo de tenis, pleno agosto. El letargo del calor y la ciudad vacía, puro aburrimiento. Un paseo por Central Park. Una vida dedicada a la raqueta y otra a la alta sastrería. Una campeona a nivel mundial y un alto ejecutivo de una conocida firma de moda. Una española nacida en Caracas y un finlandés nacido en Canarias. Dos desconocidos. Un inocente comentario. Un flechazo. Hace tres años que Garbiñe Muguruza y Arthur Borges se cruzaron en el pulmón de Manhattan. Ella competía esos días en el Abierto de Estados Unidos y salió a estirar las piernas, a hacer el tiempo, a no pensar. Por el camino, un apuesto admirador le deseó suerte. La había reconocido y, tras silenciar su vergüenza, se lanzó a pararla. Cuando lo cuenta, Garbiñe recuerda haber pensado: «Guau, ¿quién eres? Qué chico tan guapo». Ayer se dieron el sí quiero en Marbella

De símbolo del exceso...

A icono de la naturalidad. Quién iba a imaginar que Pamela Anderson, con su oxigenada melena y sus recauchutadas curvas embutidas en aquel imponente bañador rojo, envejecería así, con la cara lavada, el gesto sereno y el atuendo holgado. Símbolo del exceso en los noventa, la explosiva actriz de Los vigilantes de la playa se ha convertido en todo un icono de la naturalidad. A sus 57 años parece otra, completamente alejada de la imagen que la hizo famosa. La muerte de su maquilladora de cabecera supuso un antes y un después en su manera de entender la belleza, un punto de inflexión que, sin embargo, le permitió seguir nadando a contracorriente, y qué acertada. Desde entonces, ha prescindido del retoque y apenas se maquilla, prefiere los estilismos básicos y neutros, mucho más sofisticados, como el que escogió este viernes —un diseño rosa pálido con capa a juego— para recoger en Zúrich el premio Golden Eye a su trayectoria cinematográfica; no queda nada en ella de la estridencia del que busca la perfección a golpe de bisturí.

Pamela Anderson, recibiendo el Premio Golden Eye del Festival de Zúrich.
Pamela Anderson, recibiendo el Premio Golden Eye del Festival de Zúrich. ENNIO LEANZA | EFE

«Me siento mucho más cómoda conmigo misma —dijo hace unos meses—. Creo que desafiarnos nos mantiene jóvenes y hermosas. Y que, de verdad, la belleza viene de dentro».

Otro «sí quiero»

Constanza Villar-Mir y Daniel Cruz. Ayer Sevilla se tiñó de blanco para celebrar por todo lo alto el enlace matrimonial de Constanza Villar-Mir y Daniel Cruz en la parroquia de Santa Ana, en el conocido barrio de Triana. No quisieron perderse el sarao grandes rostros conocidos como la presentadora de televisión, Ana Rosa Quintana, que acudió a la celebración junto a su marido, Juan Muñoz; el cantante José Mercé; Israel Bayón o, entre otros, José Ramón de la Morena y su mujer, Laura Vázquez. Muy emocionado, el novio llegó agarrado del brazo de su madre, Pilar Alonso, y la novia junto a su padre, Juan Villar-Mir, en una calesa tirada por caballos. Antes de entrar al templo, el empresario le dio un cariñoso beso en la mejilla y luego la acompañó hasta el altar. Para la ocasión, ella escogió un diseño nupcial clásico, de escote caja, manga tres cuartos con delicados botones y maxifalda de tul. Completó el look con velo, ramo de flores silvestres y sandalias aterciopeladas de color berenjena. 

la polémica

Leire matiza sus palabras sobre Amaia Montero. A Leire Martínez, actual vocalista de La Oreja de Van Gogh, la tienen frita los periodistas desde que el pasado julio Amaia Montero —anterior cantante del grupo— reapareciese en uno de los conciertos de Karol G en el Bernabéu cantando ese himno de la banda que es Rosas. Cansada del tema, hace unos días hizo unas declaraciones que desataron una sonora polémica: «No me afecta que se diga que Amaia vuelve al grupo, lo que no me gusta es que se me ningunee porque parece que a todo el mundo se le olvida que ya hay una cantante». El viernes le quitó hierro al asunto: «Se le ha dado un bombo que para mí es terrorífico, es que no hay historia», zanjó. Leire no comprende que 16 años después tenga que seguir hablando de un tema que no tiene que ver con ella. Entiende que se pregunte al respecto. Pero no a ella.