Una discusión con su futuro suegro le hizo ver al torero que se estaba casando para satisfacer a la familia de su novia y no por su propio deseo
06 dic 2023 . Actualizado a las 20:43 h.La huida del torero Juan Ortega pocos minutos antes de su boda fallida, programada para el pasado sábado, sigue generando numerosos rumores y comentarios acerca de una gran celebración en la que nada salió como estaba previsto. Las últimas informaciones apuntan a que el diestro se ha comprometido ante la que iba a convertirse en su familia política a asumir los gastos de la boda. Por ejemplo, los de un banquete para 500 personas que estaba ya listo para ser servido en las exclusivas bodegas González Byass, de Jerez. Estos, sumados a la decoración floral de la iglesia, la luna de miel y el vestido de la novia, entre otros, suman una cantidad de aproximadamente 90.000 euros que tendrá que abonar Juan Ortega.
Ha sido un grupo flamenco originario de Jerez de la Frontera que cantó en un evento que se celebró el sábado en el mismo lugar donde estaba previsto el convite el que ha revelado, en exclusiva ante las cámaras de Europa Press, qué pasó exactamente con los aperitivos que iban a degustar los recién casados y su medio millar de invitados. Todas las viandas preparadas por las Bodegas González Byass se las comieron los asistentes a una tradicional «zambomba flamenca» en el mismo recinto: «Nos pusimos morados de comida, porque todo lo que no se consumió en la boda nos lo llevaron a la zambomba. Todos los entrantes, todo y bueno. Para nuestro evento, que era un evento de quinientas personas y lo vivimos allí todos muy sorprendidos», relató Marcos Ruiz, uno de los asistentes.
«No he comido más entrantes en mi vida porque claro, se suspende a media hora la boda, estaba todo organizado. Y nos pusimos morados. Había mucho entrante», aseguró, desvelando que no sabían de qué boda se trataba hasta que se convirtió en el cotilleo del país. «La comida estaba buenísima, exquisita. Había mucho, muchísimo», apuntó.
Discusión con su suegro
El cura de Tamara Falcó fue la clave. Días antes del enlace, Juan Ortega comentaba en tono de broma a sus allegados que a lo mejor no se presentaba el sábado ante el altar, pero entonces nadie le dio importancia. Lo tomaron como una broma. Una de las piezas importantes de esta historia ha resultado ser el sacerdote que iba a oficiar el enlace y que le aconsejó no casarse. Se trata de Josep Maria Quintana Domínguez, un cura habitual entre la jet set y que también ejerce de asesor espiritual de Tamara Falcó. A la marquesa de Griñón, en cambio, le aconsejó que perdonara a Íñigo Onieva después de su infidelidad.
Ortega regresó el mismo día de la boda frustrada a su residencia en Sevilla, donde llevaba viviendo con su novia, Carmen Otte, tres años, sumados a otros siete de noviazgo. Según algunas versiones, fue una conversación entre el torero y su futuro suegro que se produjo en la fiesta de la preboda, el viernes por la noche, la que hizo que el diestro decidiera pararlo todo. El padre de la novia le reprochó su actitud: «No la querrás tanto cuando has tardado tanto en pedir matrimonio a mi hija». Ortega le respondió: «Habéis conseguido que nos casemos cuando habéis querido y como habéis querido». El encontronazo hizo reflexionar al sevillano, a quien uno de los miembros de su cuadrilla encontró llorando poco antes del enlace. «No lo veo, no lo veo», le dijo. «Juan se ha dado cuenta de que se estaba casando para satisfacer a sus suegros», añadió este.