El cantante ha desactivado los comentarios en sus redes sociales, abrumado por los mensajes de odio de los fans
28 oct 2023 . Actualizado a las 17:01 h.La vida turbulenta de Britney Spears ha salido a la luz en sus propias palabras en el libro de memorias La mujer que soy (The woman in me, en su título original), que acaba de publicarse. En él hay revelaciones sorprendentes de una mujer que pasó del estrellato al psiquiátrico y a una polémica tutela paterna de varios años. Ahora, recién recuperada su libertad, se lanza a contar en este libro su propia versión sobre sí misma desde su llegada a El club de Mickey Mouse, el programa que le dio la fama de niña.
Britney cuenta detalles familiares como la relación con su madre, Lynne Spears, quien, según asegura, la trataba como una «niña robot» y la obligaba a no engordar, pero al mismo tiempo la hacía beber daiquiris con ella desde los 14 años. Más que el alcohol, los antidepresivos (algunos recetados y otros, tomados por ella de forma voluntaria) han sido una constante en su vida, según confiesa la cantante, que relata que sus problemas mentales la llevaron a pensar que sus parientes quería matarla.
Sus romances son uno de los aspectos polémicos del libro. Afirma que empezó a mantener relaciones sexuales con 14 años. Y habla de su romance de juventud con el cantante Justin Timberlake, quien se ha visto desbordado por los mensajes de odio que recibe desde la publicación del libro. Spears cuenta que se quedó embarazada en el año 2000, cuando ella y el artista eran unos jóvenes que apenas llevaban un año de relación. «Justin definitivamente no estaba contento con el embarazo. Dijo que no estábamos preparados para tener un bebé en nuestras vidas, que éramos demasiado jóvenes», recuerda. Ella sí quería seguir adelante, según afirma, pero aceptó someterse a un aborto. Tenían ambos 19 años.
Esta confesión ha generado un aluvión de críticas hacia el cantante, que ha tenido que desactivar los comentarios de su perfil de Instagram, agobiado por el acoso de los fans de Spears.
Ella confiesa que ambos fueron infieles el uno al otro; ella, con el coreógrafo Wade Robson. Aquello acabó con la pareja, que rompió definitivamente en el 2002 mediante un SMS enviado por Timberlake: «Se acabó».
Le siguieron entonces dos semanas de «sexo duro» con Colin Farrell y un matrimonio de 55 horas con Jason Alexander después de irse de viaje a Las Vegas con unos amigos y beber sin límite. «Al tercer día, Jason tuvo la idea de ir a una capilla. Nos casamos y pronto llegó toda mi familia. Les pregunté: ‘‘¿Qué pasó? ¿Maté a alguien?’’ Y me hicieron pensar que había hecho algo peor».
De su imagen con la cabeza rapada del 2007, tomada durante su divorcio de Kevin Federline, asegura que fue su forma de responder al escrutinio público al que su imagen había estado sometida. Recuerda que aquella fue una época difícil que acabó en un violento enfrentamiento con un grupo de paparazi. Aquello derivó en la tutela legal por parte de su padre y su internamiento en centros psiquiátricos varias veces en los 12 años siguientes.
Asegura que una de las cosas que más lamenta es haber dejado pasar la oportunidad de entrar en el mundo del cine por haber rechazado un papel de «una villana que mata a un hombre y, además, canta y baila mientras lo hace» en la adaptación cinematográfica de Chicago (2002). «Si hubiera sido lo bastante valiente como para no quedarme en mi zona segura, si hubiera hecho más cosas que no estuvieran dentro de lo que conocía...», lamenta Spears 21 años después.
El libro acaba con una romántica mención a su último marido, Sam Asghari, al que define como «un regalo de Dios». La escribió antes de su separación en agosto, apenas catorce meses después de su boda.