El actor gallego lleva un año frenético, de rodaje en rodaje, y con papeles que le han obligado a drásticos cambios físicos
06 mar 2018 . Actualizado a las 12:52 h.Mario Casas es de esos actores que no para, de ritmo frenético, de los que encadenan un rodaje tras otro. Pero lo más impactante de Mario Casas tiene que ver con físico, y no ese por el que ha sido capaz de encandilar a cientos de fans, sino por su capacidad de conseguir increíbles cambios en su cuerpo en muy poco tiempo.
Y es que el actor gallego lleva una buena temporada aceptando papeles que le suponen no solo un importante reto a nivel de interpretación, sino también por sus drásticos cambios físicos. La próxima semana estrenará Bajo la piel del lobo en la que Casas interpreta a Martiñón, un ermitaño que vive solo en Auzal, un pueblo en la montaña. La película escrita y dirigida por Samu Fuentes obligó al actor coruñés a engordar 15 kilos. «Mi personaje, Martinón, es un tipo que, desde que es un niño y pierde a sus padres, vive solo en el último pueblo remoto en la montaña. Es un cazador y baja todas las primaveras a vender las pieles. Samu y yo coincidíamos en que debía ser un tipo grande, que fuera un contrapunto con los dos personajes femeninos y que físicamente diera miedo y respeto, como el que puede dar un lobo», explicó Casas. Y se lo tomó al pie de la letra. Su receta para engordar no fue otra que «comer, comer y comer». Aún así, Mario Casas se siente cómodo con estos sacrificios porque los considera necesarios para trazar la carrera que quiere tener como actor.
Y es que este no ha sido el primero ni probablemente será el último cambio que Mario Casas tiene preparado. Tras el estreno de Bajo la piel del lobo, el actor tiene pendiente el estreno de El fotógrafo de Mauthausen, en el que, también por exigencias del guion, se vio obligado a un drástico cambio físico. Y esta vez para todo lo contrario. Con una imagen en Instagram sorprendió a todos sus fans con su aspecto demacrado y escuálido. Ojeroso y con el pelo rapado, interpreta al fotógrado Francisco Boix, un catalán que, además de retratar la Guerra Civil, fue preso en un campo de concentración nazi. Para Mario Casas interpretar a Boix es interpretar la historia de «un auténtico héroe» y reconoce que haber hecho este personaje «me ha aportado el descubrimiento de mis propios límites, porque hay momentos en los que lo he pasado mal al adelgazar, te entran depresiones, pero tienes que tener un mínimo sufrimiento para saber cómo lo pasaron los presos y contar la historia lo mejor posible», ha apuntado.
El actor gallego no se amilana ante nada y es por ello por lo que acepta papeles no solo profundos a nivel interpretación sino que le obligan a un esfuerzo físico gigante. La primera transformación notable de Mario Casas llegó en el rodaje de Toro. Haciendo honor a su personaje, Casas se puso cachas, desarrollando una brutal musculatura. En la película de Kike Maíllo, Casas interpreta al menor de tres hermanos vinculados a un criminal que lo utiliza para cometer sus delitos. Pero Toro se planta y deja su vida delictiva para comenzar una nueva vida. Su aspecto en ese momento generó sensaciones encontradas en redes sociales.
Un año más tarde del estreno de Toro y aún con su musculatura bien desarrollada, Mario Casas se puso a las órdenes de Álex de la Iglesia en su película El Bar, donde el gallego se convirtió en hipster.