Transformación de aceites de cocina usados en plásticos sostenibles: el innovador proyecto asturiano que apuesta por la biotecnología

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IN ASTURIAS

Florencia Ridella, encargada de la parte experimental del proyecto, posa con un frasco de aceite residual de cocina recogido por Recinorte S.L., y en la otra un bioplástico sintetizado a partir de ese aceite.
Florencia Ridella, encargada de la parte experimental del proyecto, posa con un frasco de aceite residual de cocina recogido por Recinorte S.L., y en la otra un bioplástico sintetizado a partir de ese aceite.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Oviedo utiliza bacterias para convertir aceites residuales en plásticos biodegradables, ofreciendo una alternativa ecológica a los plásticos convencionales y promoviendo la economía circular

14 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Un proyecto pionero en Asturias está logrando convertir aceites de cocina usados en plásticos sostenibles gracias al uso de bacterias especializadas, abriendo la puerta a una nueva era de bioplásticos ecológicos. Liderado por el Grupo de Tecnología de Bioprocesos y Reactores (TBR) de la Universidad de Oviedo, y con el respaldo de la Consejería de Ciencia, Empresas, Formación y Empleo del Principado de Asturias, esta iniciativa demuestra cómo la biotecnología puede ser clave en la lucha contra la contaminación plástica.

El proceso desarrollado por el equipo utiliza aceites residuales como fuente de carbono para producir polihidroxialcanoatos (PHA), un tipo de bioplástico biodegradable con propiedades similares a los plásticos tradicionales. Según Manuel Rendueles, catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Oviedo y uno de los responsables del proyecto, «esta tecnología no solo permite reducir residuos alimentarios, sino que también genera materiales que podrían sustituir a los plásticos convencionales en múltiples aplicaciones». El proyecto ha recibido financiación a través de la Fundación para el Fomento en Asturias de la Investigación Científica Aplicada y la Tecnología (FICYT), mostrando el compromiso del gobierno regional con el desarrollo de alternativas sostenibles.

Biorreactor de aceites residuales con el que trabaja este grupo de investigación.
Biorreactor de aceites residuales con el que trabaja este grupo de investigación.

Florencia Ridella, investigadora predoctoral y encargada de la parte experimental del proyecto, explica que las bacterias empleadas en el proceso metabolizan grasas y aceites, transformándolos en PHA. «Los bioplásticos obtenidos no solo son biodegradables, sino también biocompatibles, lo que los hace ideales para envases alimentarios, aplicaciones médicas y productos de uso diario», detalla. Esta versatilidad es una ventaja competitiva frente a los plásticos derivados del petróleo, cuyo impacto ambiental negativo ha sido ampliamente demostrado.

Esta investigación se enmarca en un proyecto de la convocatoria FICYT llamada «Ayudas para la realización de proyectos de I+D+i en red», desarrollado durante el período 2021-2023. La iniciativa destaca por la colaboración entre investigadores y la empresa asturiana Recinorte S.L., que ha jugado un papel crucial al proporcionar aceites residuales como materia prima, así como infraestructura de laboratorio para el control de calidad. Además de su aportación técnica y financiera, Recinorte ha seguido de cerca el desarrollo del proyecto, apostando por su éxito desde el inicio.

Un impulso hacia la economía circular

«Los residuos de aceite son una fuente de carbono con gran potencial de valorización», señala Ridella. Este tipo de residuos suele terminar en vertederos o contaminando las redes de alcantarillado, generando un problema ambiental. Sin embargo, al ser reutilizados como base para la producción de bioplásticos, se transforman en un recurso valioso que impulsa la economía circular.

El plástico biodegradable resultante cuenta con propiedades similares a las de los plásticos tradicionales.
El plástico biodegradable resultante cuenta con propiedades similares a las de los plásticos tradicionales.

Además de sus beneficios ambientales, este avance subraya la importancia de la cooperación entre el sector público y privado. La colaboración entre la Universidad de Oviedo y Recinorte no solo ha permitido el desarrollo de una solución innovadora, sino que también ha sentado las bases para futuras sinergias en la búsqueda de alternativas sostenibles.

«El apoyo institucional y la implicación de empresas locales son fundamentales para que proyectos como este puedan materializarse y tener un impacto real», comenta Rendueles. De hecho, la financiación del gobierno regional y el respaldo de Recinorte demuestran que Asturias está comprometida con la búsqueda de soluciones tecnológicas para enfrentar los desafíos ambientales de nuestra era.

El desarrollo de bioplásticos a partir de aceites reciclados se perfila como una alternativa prometedora a los plásticos tradicionales, contribuyendo a la reducción de la huella de carbono y promoviendo un uso más responsable de los recursos. Este proyecto, que combina investigación científica con aplicaciones industriales, podría servir como modelo para otras regiones que busquen integrar la biotecnología en la lucha contra la contaminación plástica.

Con iniciativas como esta, Asturias no solo avanza hacia un futuro más limpio y sostenible, sino que también inspira a otras comunidades a explorar soluciones similares que promuevan el uso eficiente de residuos y el desarrollo de nuevos materiales ecológicos.