Paula Currás, arquitecta y diseñadora de moda: «Me encantaría rediseñar la estación de Alsa de Gijón, es una obra preciosa»

María Sánchez Condado
María S. Condado REDACCIÓN

GIJÓN

Paula Currás, arquitecta y diseñadora de moda
Paula Currás, arquitecta y diseñadora de moda Inma Mariscal

La arquitecta gijonesa fue la responsable de la última remodelación de la cafetería de La Laboral y del diseño de Cadejo Wine Bar

28 abr 2025 . Actualizado a las 09:31 h.

Tras finalizar sus estudios en Arquitectura y Bellas Artes, la gijonesa Paula Currás comenzó a trabajar en diferentes proyectos como interiorista. Sin embargo, las ganas de crear su propio proyecto hicieron que la asturiana se metiera de lleno en el diseño de moda. Tras casi un año de trabajo, Currás sacó a luz la primera colección de su propia marca de moda Corsicana, un proyecto que continúa teniendo los espacios arquitectónicos como elemento fundamental y que se aleja de la moda fast fashion. Ahora, la arquitecta gijonesa habla de sus últimos trabajos como interiorista en espacios como La Laboral y nos explica el concepto de su último proyecto textil. 

—¿Cómo y cuándo surge tu interés por la arquitectura? ¿Y por el diseño de moda?

—Mi padre es interiorista, se llama Jorge Currás, y mi tío, Paco Currás, es diseñador gráfico. Creo que mi interés surgió de forma familiar; en casa se asumía que si te gustaban los espacios, ibas a estudiar arquitectura. Así que vino un poco por ahí. Y el diseño, en general, porque en mi casa siempre ha habido sensibilidad hacia esos temas: hablar de moda, de arte. Yo estudié Arquitectura y Bellas Artes, precisamente por quedarme un poco a caballo entre ambas cosas y luego tener un abanico amplio para decidir a qué dedicarme. Porque una cosa es lo que estudias, y otra, a lo que te acabas dedicando.

—¿En qué momento surge la creación de tu marca de ropa, Corsicana?

—Cuando terminé la carrera, estuve unos años trabajando en estudios. De hecho, nunca dejé de dedicarme a la arquitectura, ni de trabajar ni de colaborar en distintos proyectos, pero me apetecía tener un proyecto más personal. Lo que pasa en la arquitectura, y también en el interiorismo, es que los proyectos suelen alargarse mucho, se estiran los tiempos y, además, muchas veces no dependen solo de ti, sino de muchos otros agentes. En la moda, para bien o para mal, todo es más rápido. Puedes ver resultados muy pronto de algo que has imaginado o diseñado.

—¿Cómo fue trabajar en tu primera colección?

—Empecé a trabajar en ella a finales del 2017 y la lancé en el 2018. La primera colección me costó bastante, porque no tenía mucha idea; tuve que aprender mucho por prueba y error. Las bases son similares a las de la arquitectura, como en cualquier otro diseño, pero lo que cambia es la ejecución. En este caso, la producción de las piezas es mucho más rápida, con todo lo que eso implica, para bien y para mal. Ver una colección que había diseñado con tanto cariño y luego poder pensar cómo presentarla y comunicarla al público fue algo que me apetecía muchísimo.

 «¿Qué pasa si aplico el mismo código de la arquitectura al diseño de moda?»

—¿Cómo describirías el concepto de la marca? Se aleja bastante de lo que conocemos como fast fashion.

—Antes, digamos, se diseñaba y se patronaba en Madrid; ahora prácticamente todo se hace en Asturias. Es un taller pequeño donde las piezas se elaboran a mano, con un alto componente artesanal, lo que lo aleja del fast fashion. Por otro lado, me gusta que cada colección tenga un concepto, algo que la englobe y limite un poco el proceso creativo: por qué estoy haciendo lo que hago. Como seguí vinculada a los espacios, decidí que cada colección estaría ligada a uno: inspirada en él, presentada en él o que reflexionara en torno a él. Y así fue, desde la primera hasta la última. La primera se llamaba El Teatro, la segunda El Templo, que era aún más arquitectónica; la tercera El Faro. La cuarta, La Academia, la presenté en la Catedral de Justo, en Madrid. Esta catedral fue construida desde cero por Justo sin formación académica. Tiene un aire a la Sagrada Familia de Gaudí, pero con un fuerte componente de autoconstrucción. 

Un diseño de Corsica por Paula Currás
Un diseño de Corsica por Paula Currás Fflorencia

La última colección surgió como un proyecto específico para ser presentado en la Casa de la Arquitectura de Madrid durante la pasada Fashion Week. Allí había una exposición de maquetas de arquitectos contemporáneos, en un espacio que resultó perfecto para hacer un desfile. Y se pensó la colección a partir de esas maquetas. ¿Si ya sabemos cómo es una maqueta en arquitectura, cómo sería una en moda? En arquitectura, las maquetas, generalmente, suelen ser muy ricas en materiales. De hecho, se utilizan materiales que no siempre podrían usarse a escala real. Entonces pensé: «¿qué pasa si aplico el mismo código de la arquitectura al diseño de moda?». La idea era utilizar materiales de alta calidad para crear la maqueta, y que luego cada persona pudiera personalizar la pieza final. Por ejemplo, sacaba un top en dorado, pero todos los asistentes recibían un libro donde podían ver esa misma pieza en diferentes acabados y versiones posibles.

También había una falda tipo espejo, que quizás no era tan ponible, pero servía para mostrar cómo se podía transformar según el tejido o los acabados elegidos. Además, esta fue la primera vez que hice la campaña en Gijón, y me apetecía mucho que el entorno tuviera presencia. Por eso me centré en buscar esculturas o elementos arquitectónicos representativos de la ciudad, como El Elogio del Horizonte o el mirador del parque de la Providencia.

—¿En qué punto confluye la arquitectura con el diseño de moda?

—Hay muchísimos arquitectos que diseñan moda, y muchos diseñadores que se han aventurado en el interiorismo. Cualquier director creativo opina sobre las tiendas de su marca. JW Anderson, por ejemplo, lo ha hecho con todas las tiendas de Loewe. Está todo muy conectado.

Un diseño de Corsica por Paula Currás
Un diseño de Corsica por Paula Currás Fflorencia

—¿Cómo ha sido la evolución de Corsicana desde el 2017? ¿Mantiene su esencia?

—Hasta ahora, creo que sí mantiene la misma esencia, pero con una tendencia creciente a hacer las prendas más llevables en el día a día. Al principio, muchas estaban pensadas para eventos. Aunque sean minimalistas, los tejidos suelen ser delicados o especiales. Pero sí me gustaría llevarlas más a la calle.

—Artistas como Nathy Peluso han llevado prendas de tu marca.

—Sí, fue para un concierto en el Starlite, en Marbella. Ya me lo habían pedido antes, pero nunca llegábamos por tiempos. Recuerdo otra ocasión para el Billboard en Times Square, que fue muy difícil. En este caso, aunque no le quedaba del todo bien, las estilistas —que son unas todoterreno— consiguieron que le encajara. El vestido era amarillo, con mucho vuelo y lleva 15 metros de tela. Estaba guapísima. Ese mismo vestido lo llevó también Elsa Pataky.

—¿Hay alguna personalidad que te haya hecho especial ilusión ver vestida con tu marca?

—Sí, Maggie Rogers. Cuando vino al Primavera Sound salió con un top nuestro y dio todo el concierto con él. Además, se lo puso al revés, llevaba la parte trasera como delantera. Verla en las pantallas gigantes fue como: «¡Guau! Esto es una locura».

«En este tipo de sectores es que el conocimiento no aparece en ningún sitio, te lo tienen que transmitir»

—Continuando con la arquitectura, trabajar en el estudio junto a tu padre, ¿cómo es trabajar en familia? 

—Mi padre está retirado desde hace unos años, pero él, aún así, sigue siendo consejero de todo esto. Al final, está detrás de prácticamente todo lo que hacemos; tiene una labor de supervisión. Luego, bueno, es muy complicado trabajar en familia, pero sí que la implicación que puede tener un padre para el aprendizaje de su hija es increíble. Además, me apetece tenerlo cerca porque es una fuente de conocimiento. Algo que pasa en construcción y en este tipo de sectores es que el conocimiento no aparece en ningún sitio, te lo tienen que transmitir, no tienes un libro. Cuento con todas las cosas con las que él trabajaba: las marcas, los artesanos que considera que son los más óptimos para hacer cada trabajo y las soluciones que ha adoptado en el pasado porque vas aprendiendo por experiencia. Es incalculable el valor de poder trabajar durante años y que te vayan contando todo eso. Además, es como preguntarle a una inteligencia artificial, te sabe decir todo, porque lo ha vivido. Y eso es muy guay. 

El interior de Cadejo Wine Bar diseñado por Paula Currás
El interior de Cadejo Wine Bar diseñado por Paula Currás Special Thanks Studio

—Uno de tus últimos proyectos fue el diseño de Cadejo Wine Bar, ¿cómo fue el proceso?

—Fue un caso muy especial. Rodrigo tenía una visión muy parecida a la mía. A pesar de las limitaciones del local y del presupuesto, supimos colaborar muy bien. Él fue muy activo, y eso hace que los proyectos salgan mejor. Fue un trabajo muy personal, teníamos gustos parecidos. Rodrigo venía de trabajar como sumiller en sitios muy interesantes de Madrid, que yo también frecuentaba, así que entendimos perfectamente el estilo.

—¿Cuál ha sido el proyecto más importante de tu carrera?

—¡Qué difícil! Creo que lo más complicado ha sido compaginar Corsicana con el estudio. Cuando ambos proyectos exigen tanto, mantener la calidad en los dos es un gran reto. Eso ha sido lo más difícil.

—El estudio Currás estuvo detrás de la remodelación de la cafetería de La Laboral. ¿Cómo fue ese proyecto?

—Es un proyecto súper interesante. Además, colaboramos muy de cerca con Patrimonio porque al final se trata de un entorno de Bien de Interés cultural. La premisa, tanto por nuestra parte como por la de ellos, fue recuperar el estado original de la cafetería en la medida que fuera posible. La cafetería tuvo una remodelación hace más de 15 años en la que se cambió un poco la configuración que tenía durante la década de los 50. La idea era llevarla al punto original. Había un revestimiento de gresite, que era muy identitario del espacio y que estaba bastante dañado y, muchas veces, pintado. La premisa también era no quitar nada que fuera original, entonces decidimos que como no podíamos repararlo porque técnicamente no era viable, y tampoco podíamos dejarlo así, la idea fue rodear de cortinas para que además nos ayudara con el confort acústico. Era un triple efecto: cubrir sin retirar algo que estaba dañado, conseguir un confort acústico y conseguir que fuera un espacio más acogedor. 

Interior de la cafetería de La Laboral diseñado por Paula Currás
Interior de la cafetería de La Laboral diseñado por Paula Currás Special Thanks Studio

El confort acústico también fue otro de los desafíos; lo que hicimos fue llenar de paneles acústicos el techo y recuperar un poco la colorimetría que tenía la cafetería. El mobiliario, que también es algo muy importante, se restauró de lo que se pudo encontrar por La Laboral y se retapizó. El que se presenta allí es el original, en el 95%. Es un mobiliario muy bien hecho. Los carpinteros que participaron decían que ya casi no queda gente que hiciera piezas así a día de hoy, un mobiliario tan específico, hecho a medida y en España es complicado. La parte de abajo era libre, aunque se trataba de llevar un poco la esencia de arriba, que tuviera algo de coherencia pero se trataba de una cosa más abierta. 

—Si tuvieras la oportunidad de rediseñar cualquier espacio de Gijón, ¿cuál sería?

—Cualquier cosa que diga va a sonar ambiciosa. Me gustaría trabajar con algún edificio clásico que no tenga un uso adecuado, como ha pasado con La Tabacalera o el Mercado del Sur. Pero si tengo que elegir, me encantaría rediseñar la estación de Alsa de Gijón, es una obra preciosa, me parece brutal. Originalmente era increíble.