El Gijón Fútbol Femenino se planta ante las vejaciones: «Unas niñas no tendrían que vivir eso bajo ningún concepto»

Marcos Gutiérrez GIJÓN

GIJÓN

Las jugadoras del Gijón Femenino en una imagen de archivo
Las jugadoras del Gijón Femenino en una imagen de archivo

Xosé Fernández, secretario del equipo, considera que los nauseabundos insultos que tres jugadoras nacidas en 2015 y 2014 llevan padeciendo varias jornadas son la manifestación de una suerte de «miniaturización» del fútbol profesional, en la que adultos y adultas descargan sus frustraciones y falta de humanidad con aquellas a quienes más deberían proteger

18 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

«Esa tiene pirula», «vaya marimacho», «tenéis huevos» o «'eso' es un niño» son solo algunas de las vomitivas vejaciones que tres niñas de diez y once años del Gijón Fútbol Femenino están teniendo que aguantar desde hace unas cuantas jornadas. Si esto ya es especialmente grave, lo que hace perder aún más si cabe la fe en la especie humana es el hecho de que estos insultos provienen de adultos, padres, madres e incluso cuerpos técnicos de los equipos rivales, a los que, sobre el papel, se les presupone cierto grado de humanidad, sentido común e inteligencia emocional.

En efecto, personas que por su edad deberían tener perfectamente asumido que insultar y humillar es una línea roja que no se ha de cruzar en ningún caso, no solo lo hacen resguardados en la masa, sino que, para hacer las cosas aún más vomitivas, convierten a unas niñas en el objeto de su miserabilidad. Desde el club ya han tomado cartas en el asunto ante estas «continuas faltas de respeto» que vienen sufriendo desde hace varias jornadas tres jugadoras nacidas en 2015 y 2014 de la categoría alevín y benjamín, hasta el punto de estar considerando tomar acciones legales.

Xosé Fernández Estrada es el secretario del Gijón Femenino. Sospecha que hace unas semanas empezó a circular «un bulo o no sé cómo llamarlo» en el que alguien tuvo la feliz idea de sugerir que, por el mero hecho de jugar a su deporte favorito, «estas crías eran niños». «No veo si no cómo puede haber esa conexión en cuatro jornadas seguidas, con equipos diferentes... resulta muy, muy extraño», apunta. Este responsable del equipo entiende que «en algún momento debió de empezar a circular ese bulo y luego, por desgracia, en los distintos partidos hubo algunas personas cuyo comportamiento dejó mucho que desear, tanto con esos comentarios como con situaciones que unas niñas no tendrían que vivir bajo ningún concepto».

«Desde el club ya intentamos pararlo primero, este comunicado es el final de un proceso, porque no es lo primero que hacemos», asevera. Desde el equipo se pusieron en contacto con todas las instancias posibles «para ponerlo sobre aviso, también con los clubes rivales, y se mandó un comunicado diciendo que estaba pasando esto y que, por favor, vigilaran tanto a cuerpos técnicos como a familias para poder cortarlo». Pero es que el pasado sábado «después de hacer todo eso, se volvió a repetir». Xosé Fernández lamenta que «lo que tenía que ser algo formativo se convierte en algo hipercompetitivo y una especie de miniaturización de lo que es el fútbol profesional, donde se trasladan esas tensiones, esas ansias y esa confrontación al fútbol base».

El secretario del Gijón Femenino deja claro que «esto tampoco es algo que nosotros hagamos en contra de ningún club, porque estamos todos sujetos a lo mismo, y quizá mañana padres descontrolados nuestros son los que pueden comportarse así, nadie está libre». «Lo que sí reclamamos es contundencia, porque esto tenemos que cortarlo entre todos y depende de los clubes poner orden dentro y en las actitudes de las familias, porque si no vamos a hacer mucho daño a niños y a niñas», recalca.

Las niñas objeto de estas vejaciones, como no podría ser de otro modo, están «afectadas, y también las familias, las cuales llegó un momento en que nos reclamaron que hiciéramos algo». «Nos preocupa también desde el club cómo toda esta exposición mediática ahora les puede también afectar», apunta. No obstante, este directivo cree que «tiene que haber una presión social muy fuerte para que nadie se atreva a repetir esto, y, si bien tampoco es lo mejor para ellas, era la opción que nos quedaba para intentar cortarlo».