Así es la historia de vida de Ángel Alonso, el vecino de Gijón que celebra su 100 cumpleaños

GIJÓN

Cuatro generaciones de la familia Alonso se reunieron el pasado 3 de febrero para celebrar el centenario del asturiano
06 feb 2025 . Actualizado a las 12:24 h.La esperanza de vida en España para los hombres se sitúa entorno a los 79 años, pero hay quienes la superan con creces. Es el caso de Ángel Alonso, un vecino de Gijón que el pasado 3 de febrero celebraba su 100 cumpleaños. Durante la tarde del lunes, tres generaciones de la familia Alonso se reunieron junto al gijonés para celebrar su tan esperado centenario.
Una enorme nevada bañaba Muncó, aquel 3 de febrero de 1925 en el que Ángel Alonso llegó al mundo. Hijo de Fructuoso y Felicísima, Ángel era el tercero de siete hermanos. Las aventuras de su vida comenzaron desde el primer minuto en el que llegó al mundo. Aquel niño, que ahora cumple 100 años, nació con un hilo de vida por falta de oxígeno, y ante la adversidad, su madre decidió bautizarlo ella misma. Aunque no fue el único reto al que este vecino de Gijón hizo frente durante su niñez. A los 6 años, Alonso sufrió una grave infección por lombrices, la cual le tuvo apartado del colegio durante casi un año. Ante la enfermedad, le recomendaron llevar una ristra de ajos colgada al cuello, pero aquel remedio casero parecía no surtir efecto, aunque su solución fue también un ungüento casero. «Un señor que dormía donde guardaban la hierba, le dio sarrio —carbonilla de la cocina de leña— con agua y le curó», relata Cristina, la única nieta de Ángel.
Los estragos de la Guerra Civil
Pero su época más dura aún estaba por llegar. Con tan solo 11 años, Ángel Alonso comenzó a sufrir los estragos de la Guerra Civil. Su primera gran pérdida fue su padre, quien fue denunciado por un vecino anónimo, movido por la envidia y las rencillas. Siendo tratante de ganado, el padre de Ángel perdió la vida una noche de 1936. «Le pegaron cuatro tiros, lo sabemos porque Ángel lo oyó todo», explica la familia del centenario. Tras quedarse sin un referente paterno y sin sustento económico, los hermanos Alonso fueron repartidos por distintas casas de familiares, donde realizaban tareas domésticas a cambio de manutención. Durante esta época, las cosas no fueron sencillas para la familia Alonso. Ramiro, uno de los hermanos de Ángel, estuvo 2 años con un saco de harina a modo de pantalón.
La complicada situación llevó al tercero de los hermanos, a dejar el colegio y con tan solo 14 años, Ángel comenzó a trabajar en la obra, donde ganaba 9 pesetas al día. Un dinero que, junto al que ganaba vendiendo leche de las vacas, le permitió comenzar a vivir algo mejor. A los 15, se compró sus primeros pantalones largos y comenzó a trabajar para la empresa Floururos, encargada de extraer fluorita. Tras cinco años trabajando en este lugar y exento de la mili por ser cabeza de familia, una condición que le llevó a obtener una mayor porción del racionamiento de comida, Ángel comenzó a trabajar en la mina donde ganaba 600 pesetas al mes.
Por aquella época, pudo comprar también su primer traje, gracias a vender dos bolsas de caracoles. Pero cuando parecía que las cosas comenzaban a ir bien, el oriundo de Muncó, volvió a enfermar. Con 22 años, debido a una infección, Ángel sufrió fiebres muy altas que le llevaron a estar 3 días en cama. «El primer médico le dijo que debía de utilizar cataplasma de linaza, pero lo único que hizo fue acelerar la infección. Fue gracias a la intervención del mediquín de la pola, que pasaba por delante de su casa con la bici tras tomar unas sidras en verano, que consiguió salvar su vida», recoge el relato de la familia.
El amor no tardaría en llamar a la puerta de Ángel. En la boda de su hermana Aurina, Alonso conoció a quien se convertiría en la mujer de su vida, Josefina, nacida en 1928 en Baldornon. Se casaron en 1950 y tan solo un año después dieron a luz a su único hijo, Manuel. En 1953, la vida de Ángel dio un nuevo giro, «decidió mudarse a Sudamérica, como tantos otros españoles, en busca de un futuro mejor para él y su familia». Con un costo de 6000 pesetas, tomó el barco Argentino Juan de Garay desde Vigo a Río de Janeiro, dejando atrás a su mujer y su hijo, en una travesía que duró al menos 15 días. En Brasil, según explica el propio Ángel, había mucho trabajo y el cruzeiro —moneda del momento— tenía un valor superior a la peseta.

En su llegada al continente americano, Ángel comenzó a trabajar como repartidor de café Lucitano, empresa dirigida por un español. Pero la vida en Brasil no llegaba a convencer al asturiano. El agobiante calor y el desplome del cruzeiro, hicieron que el ahora vecino de Gijón se traslade hasta Argentina, aunque este no sería el último destino de su travesía.
El regreso de Ángel a España
Tras el Golpe Peronista, Ángel se muda una vez más, esta vez a Uruguay, donde llegó escondido en un camión entre bidones de gasolina. Encontrar trabajo no fue una tarea sencilla para el asturiano, pero finalmente consiguió un puesto en una central térmica de Montevideo. Tras regularizar su situación en el país, Ángel solicitó la reunificación familiar. «En 1954, Josefina y Manuel se despidieron de la familia en Vigo y cogieron un buque con rumbo a Montevideo. El viaje duró 17 días», recoge la familia.
Ángel y su familia desarrollaron una vida de lo más normal en Uruguay. Mientras él trabajaba como pintor en casas de grandes figuras del país, Josefina cosía camisas en casa. «Ángel fue socio del club Marypesca y el matrimonio fue socio del centro asturiano de Montevideo. Guardan muy buenos recuerdos de esa época», explica su nieta.
Mientras tanto, Manuel comenzó sus estudios de medicina en la universidad de Montevideo, pero en el segundo año de su carrera universitaria, en 1971, decidió volver a España para realizar la mili. Tras su formación militar, el hijo mayor de Ángel, les comunicó a sus padres su deseo de continuar su vida en el Principado, por lo que decidió comprarse un piso en Gijón. Tras la decisión de su hijo, en 1974, Ángel y Josefina regresan de vuelta a España, donde una infinidad de historias les aguardan.
En 1980, Manuel se casa con Esther, y en 1884, nace la que sería la única nieta de Ángel, Cristina. Desde ese momento desarrollaron su vida primero en el barrio de El Llano y después en el barrio La Arena. En 1985, llegó para Ángel la ansiada jubilación. Y no fue hasta 2019, cuando llegaría su primer bisnieto, Darío, aunque no hubo que esperar mucho para que Ángel conociera a su bisnieta, Vera, quien nació hace tan solo tres años.
La vida de Ángel Alonso, no solo está llena de aventuras sino también de curiosidades. El vecino de Gijón fue durante años, coleccionista de sellos, monedas y billetes. Además, durante estos 100 años ha sido un gran apasionado de la caza, hobby que comparte con su hijo Manuel. El dominó y las cartas también levantaban la pasión de este centenario asturiano; «su excelente memoria le ha hecho ser un gran rival o compañero de juego».

Durante la celebración de su centenario, acompañado por tres generaciones de la familia Alonso, Ángel pudo degustar una buena fabada y unos buenos frixuelos, sus debilidades culinarias junto a las castañas con leche. Aunque el vecino de Gijón es amante del buen comer, durante años cenó sopa con fideos y huevos fritos con chorizo y patatas. Ahora, Ángel vive en una residencia ubicada a las afueras del concejo y a sus 100 años de edad, es el único superviviente de su hermanos.