Meritxell Martínez, de Vallecas a El Llano: «En Gijón he podido crear un proyecto de vida que en Madrid era imposible»
GIJÓN
La madrileña asegura que Vallecas y El Llano comparten las mismas problemáticas sociales pero que también mantienen el mismo espíritu de clase obrera
29 ene 2025 . Actualizado a las 12:22 h.De Vallecas a El Llano, esta fue la peregrinación que hizo Meritxell Martínez Ariza hace once años para encontrar la felicidad. A pesar de dejar allí a su familia y amigos, la joven, que ahora regenta un centro de estética en este barrio gijonés, asegura no arrepentirse de su decisión. «En Gijón he podido crear un proyecto de vida que en Madrid era imposible».
Con tan solo 21 años, el amor y la desesperación por encontrar trabajo hicieron que la vida de Meritxell diera un giro de ciento ochenta grados. Tras la imposibilidad de encontrar trabajo en su barrio natal, Vallecas, y tras conocer al que terminaría convirtiéndose en su marido, la joven de 32 años decidió emprender el viaje desde la capital española hasta Gijón. «El que ahora es mi marido encontró en Gijón una oportunidad de trabajo. A mí Madrid me estaba consumiendo y no había perspectivas de futuro. Allí, en mi último trabajo estuve seis meses trabajando gratis. Aquello era insostenible», explica la joven.
Con el mismo miedo que ilusión, Meritxell no dudó en hacer las maletas y peregrinar hasta el norte. Aunque sus primeros pasos en Gijón no fueron sencillos, las oportunidades laborales no tardaron en llegar. «Cuando llegué, empecé a echar currículos para poder trabajar de lo mío, de la estética, pero viendo que no salía nada decidí empezar a estudiar cocina. Al poco de empezar el curso, me surgió una oportunidad de trabajo como esteticista, pero tras varios meses se terminó el contrato». Fue en este momento en el que la joven vallecana encontró su oportunidad de oro: «poder trabajar por mi cuenta».
Tras mucho esfuerzo y un golpe de suerte, Meritxell encontró un local en el barrio de Pumarín que contaba con la licencia necesaria para abrir el que hasta día de hoy continúa siendo su centro de trabajo, OhLash Estética. «No era el local de mis sueños pero se ajustaba a lo que yo podía pagar, tampoco quería endeudarme con el banco». Tras el paso de la pandemia, en el 2020, Meritxel vio una nueva oportunidad en «una calle mucho más céntrica», la avenida Schultz, y decidió trasladar su negocio hasta el barrio de El Llano.
El éxito de su negocio no tardó en llegar. Algunas clientas de sus anteriores trabajos decidieron acompañar a Meritxell en esta nueva aventura, y las nuevas que fueron llegando terminaron convirtiéndose incluso en amigas. Desde entonces, su negocio continúa siendo todo un éxito en la zona y aunque aparentemente se trate de un simple negocio, para la joven oriunda de Vallecas se ha convertido en un lugar de encuentro y comunidad.
OhLash Estética se especializa principalmente en extensiones de pestaña, aunque Meritxell confiesa que algunos de sus tratamientos favoritos de realizar son los masajes y los cuidados fáciles. «Es un momento en el que la clienta se relaja y yo la mimo, pero a la vez se puede desahogar conmigo. Me cuentan sus cosas y yo siempre que las puedo ayudar o aconsejar lo hago. Poco a poco esto se ha convertido en una comunidad en la que, entre las unas y las otras, nos ayudamos en todo lo que podemos».
Los cuidados y el bienestar al alcance de la clase trabajadora es otro de los mantras que Meritxell predica con su negocio, «sin llegar a ser una ONG, quiero que todo el mundo pueda tener acceso a la estética. Entiendo que no es algo de primera necesidad, pero todos necesitamos sentirnos cuidados». A cambio, asegura la vallecana, sus clientas apoyan con conciencia el negocio local. «Cuando necesitan algo, en vez de pedirlo por internet, prefieren que se lo proporcione yo, aunque eso suponga esperar más tiempo».
Las uñas son otras de las grandes pasiones de Meritxell, a través de sus dibujos a mano alzada asegura poder reflejar «la historia de cada clienta». «Con los diseños puedo reflejar los momentos por los que ellas están pasando, momentos alegres, pero también situaciones tristes. Es una forma de que ellas lleven consigo algo que les recuerde por lo que están pasando. No se trata de algo simplemente estético, sino que también creo un vínculo con la otra persona».
De Vallecas a El Llano
La apertura de su propio negocio no fue lo único que cambió en la vida de Meritxell tras aterrizar en Gijón. La ciudad asturiana le dio a la madrileña la oportunidad de crear un proyecto de vida que en la capital de España «era imposible». «Gijón tiene más calidad de vida que Madrid, allí la ciudad se está autodestruyendo. Mismamente, se nota en las horas que echas para ir al trabajo, en los precios de los alquileres, que son inasumibles, y en las condiciones de vida. Al final, el salario mínimo es el mismo aquí que allí, pero en Madrid los precios son muchos más elevados».
El Llano no es solo el barrio en el que Meritxell desarrolla su actividad comercial, su vida diaria también la ha construido en esta zona de la ciudad. «Aquí es donde nos hemos comprado la casa y donde queremos criar a nuestro hijo». A pesar de las diferencias en la calidad de vida, la madrileña asegura que Vallecas y El Llano guardan grandes similitudes. «No dejan de ser barrios obreros, con sus luces y sus sombras. Las condiciones de clase son las mismas, existen las mismas problemáticas laborales, salariales y la misma precariedad, pero también existe esa unión de clase trabajadora. Los dos son barrios multiculturales donde todos los vecinos intentamos convivir, coexistir y sobrevivir».
Tras once años en Gijón y a pesar de tener toda su familia en la capital, Meritxell no se plantea volver a la gran ciudad. En Asturias asegura haber encontrado su sitio ideal para continuar desarrollando su futuro junto a su marido y a su hijo. Y aunque aún se mantiene pegada a sus raíces, Gijón le proporciona la calma que Madrid nunca le pudo dar.
Mientras tanto, la joven de Vallecas continúa desarrollando su proyecto, y aunque le encantaría que su centro de estética creciera aún más, asegura que le gustaría continuar siendo un negocio «de barrio».