Abdeladid celebra 40 años en la cabalgata de Reyes de Gijón: «Lo vivo con más nervios que los propios críos»
GIJÓN
Ramón Villa, el gijonés de 56 años que da vida a este personaje real, se prepara para desfilar en la noche del 5 de enero
05 ene 2025 . Actualizado a las 09:40 h.Hace ya 40 años que Ramón Villa, un gijonés de 56 años, comenzó a dar vida al Príncipe Abdelabib, un personaje de la comitiva de los Reyes Magos típico de Gijón, que con el tiempo se ha extendido por varias partes de Asturias. Abdeladid ha sido además el encargado de recoger las cartas de todos los niños gijonesas para entregárselas posteriormente a sus majestades.
Ahora, Ramón Villa nos cuenta cómo han sido estos 40 años dando vida a su alteza real y habla de sus sensaciones a tan solo unas horas de que den comienzo los preparativos del día más esperado del año, el 5 enero.
—Con 16 años, dió vida por primer vez al Príncipe Abdeladid, ¿cómo surgió este hecho?
—Yo toda la vida bailé en un grupo folclórico, en el Aires de Asturias. Hace muchos años aquí en Gijón, los pajes y las personas que salían en la cabalgata eran gente que se contrataba del paro o voluntarios que se apuntaban en festejos. Se les daba un traje y ya está. Era gente que no estaba formaba salían a desfilar y no caminaban bien, se reían entre ellos, iban fumando, en fin, un poco desastre. Hubo un momento en el que desde festejos decidieron contar con los grupos folclóricos para la cabalgata. Nosotros sabemos desfilar y estar en público, por ello, nos pidieron ayuda para hacerla mejor. Aquel fue el primer año que la cabalgata salía de la plaza de Toros y, la verdad que fue todo un éxito. En mi caso, siempre guardé mucha ilusión de cuando era pequeño por los Reyes Magos, para mí era algo mágico. Hace tiempo, mi madre me había hecho para carnaval un disfraz de moro muy guapo y empecé a sacarlo en la cabalgata. Yo salía como jefe de grupo. Además, pertenezco a la Asociación Belenista y empecé hacer representaciones del Príncipe para los hijos de los socios y amigos. Aquellos fueron mis inicios, empecé poco a poco y cada vez fui creciendo más, empecé a ampliar mi vestuario, a ir a más lugares y a ser más conocido. Fue entonces cuando hablé con el departamento de festejos de Gijón para poder salir en la cabalgata con un puesto propio.
—¿Dónde surge el origen de Abdeladid en el día de Reyes?
Mi abuelo siempre me decía que cuando yo era pequeño existía el Príncipe Deladid. Empezamos a investigar y uno de mis pajes encontró que en la hemeroteca de Gijón, en el año 1951, el Príncipe Abdeladid visitó el asilo de ancianos de Cimadevilla. Digamos que encontramos el nombre, porque mi abuelo no lo recordaba bien, por eso decía Deladid. Con el tiempo, también encontramos un artículo que hicieron dos periodistas, uno de Gijón y otro de Oviedo, donde explicaban los orígenes de Abdeladid y Aliatar. El Príncipe Aliatar es originario de Oviedo, y Abdeladid de Gijón. Con el paso de los años, Aliatar empezó a coger más fama en Asturias y a salir por más cabalgatas. Como vi que el nombre de Abdeladid no lo usaba nadie y empezaba a quedar relegado, me lo agendé y me quedé con él.
—¿Qué recuerda de aquellas primeras veces que desfiló por Gijón junto a los Reyes Magos? Desde entonces, ¿ha cambiado mucho la cabalgata?
Cuando empecé el desfile era muy corto, aunque a mí me gustaba mucho. Ahora los desfiles, aunque en Asturias y en Gijón se hacen bien, son un poco más descafeinados. Antes las carrozas eran más auténticas, representaban mejor lo que era. Por ejemplo, la estrella de Oriente, era de una Estrella de Oriente de verdad, ahora es más fantasía. La carroza del Belén, verdaderamente era un Belén viviente. Y las carrozas de los reyes eran auténticos tronos, regios, elegantes y bien hechos. En la actualidad, prima mucho la luz o las bombillas. Antiguamente, también había animales en la cabalgata. Yo soy defensor de los animales pero también creo que tienen su sitio en el desfile siempre y cuando estén protegidos y cuidados. Se tiraban caramelos, cosa que ahora tampoco se hace. Siento que hay más elementos externos que no le dan tanto rigor histórico a la cabalgata como debería tener. Creo que la cabalgata tiene que ser un museo, tiene que ser una representación y no un desfile infantil. Al final, es una fantasía, de otra época, pero una fantasía.
—Este año se cumplen 40 años de su primer desfile como Príncipe Abdeladid, ¿ha preparado algo especial para este aniversario?
—Sí. José Manuel Iglesias, un cantante gijonés ha hecho un disco de villancicos clásicos muy guapo llamado Villancicos del Príncipe Abdeladid. Es un disco que me dedicó y que sacó a la venta hace un par de meses. Es una preciosidad y reúne los villancicos más tradicionales, como el Campana sobre campana, el Arre borriquito o el Tamborilero. Quería que fueran los de toda la vida, algo más clásico que dure para siempre.
Luego, también, un compositor de Gijón, que se llama Elio Álvarez, me compuso una canción dedicada a mí, al Príncipe Abdeladid. En ella, habla de toda mi trayectoria, de mi vida como príncipe. Se llama Estrella del Norte, porque yo traigo la estrella del Belén al norte de España para que los Reyes se guíen.
—Ya lleva 40 años formando parte de la comitiva real, ¿continúa manteniendo la misma ilusión?
No, sigo con más. No he fallado nunca en 40 años, he salido a desfilar incluso con una costilla rota. Al principio me gustaba mucho, pero no me daba cuenta de la envergadura de esto. Hoy en día ya lo tengo más afianzado, preparado y organizado y voy yendo a más lugares. La verdad es que soy feliz. Preparar todo, organizarse para salir, ir de un lado para otro, la vorágine de la organización, organizar mis 20 pajes. Lo vivo con más nervios que los propios críos. Luego, la cabalgata son horas y horas caminando, pero es tan guapo, tan guapo, tan guapo, que no lo cambiaría por nada en el mundo.
—¿Cómo vive usted las recepciones con los niños?
—No paro, vivo de aquí para allí con las recepciones. Estos días, estuve en el Teatro Jovellanos, el en Club de Regatas, en Cangas del Narcea, en San Martín de Huerces, en Tremañes, en Pola de Lena, en el Centro Municipal de Gijón Sur, en el colegio de la Asunción, en el San Lorenzo y en el Santa Olaya, donde llevo yendo más de 30 años. En los días de navidad no me da tiempo ir a ningún lado, acabo siempre agotado. Pero hablas con los niños y te cuentan sus cosas; muchos te cuentan problemas o lo que quieren para ellos, para sus hermanos.
«Muchos niños se han acordado de la Dana de Valencia y me han pedido cosas para que llevemos allí»
—Guarda alguna anécdota divertida de estos años
—Hay muchos niños que te piden cosas sin habérselo dicho a sus padres. Por ejemplo, el otro día un niño me pidió un iPhone 16, te lo piden como una trampa para luego ir a los padres y poder decirles «pues el Príncipe me dijo que me lo iba a traer». Por eso, cuando me piden un dispositivo electrónico tengo la norma de preguntarles a los padres si es posible que le traiga eso y siempre trato de hacerles entender que sí papá y mamá no están de acuerdo, los Reyes no se lo pueden traer.
También te piden cosas que escuchan en casa. Un niño había oído que su madre pedía un conjunto de ropa interior para Reyes y me pidió un sujetador para ella. Los niños siempre los cantan todo, dicen cosas muy simpáticas. Me han pedido tractores para las fincas de sus abuelos, un hermano nuevo o, incluso, que los Reyes Magos se lleven a los suyos de vuelta a Oriente.
Por otro lado, hay algunos que te piden cosas muy bonitas. Este año, muchos niños se han acordado de la Dana de Valencia y me han pedido cosas para que llevemos allí. Hay algunos que piden que sus padres vuelvan a estar juntos o que me piden que algún familiar que está enfermo se ponga bien. Son cosas que te llenan mucho.
—¿Qué es lo que más te han pedido este año? ¿Hay algún juguete estrella?
—Este año las niñas han pedido por primera vez menos muñecas. Hubo niñas que pidieron incluso cosas más de niños, como camiones, coches o herramientas para ayudar al padre. También hubo niños que me pidieron cocinitas. Este año no hay un regalo muy definido, como hace años que fue la época de las Monster High o la del tamagotchi. Aunque sí sigue triunfando la PlayStation o la Nintendo Switch. Siempre te piden algún móvil o incluso mascotas, aunque este ya es un tema más complicado.
—Nos encontramos a tan solo unas horas de que los Reyes Magos desembarquen en Gijón, ¿siente nervios por enfrentar este día un año más?
—Bueno, muchísimo. Hay niños que están muy nerviosos y muy contentos. Yo intento hacerlo todo con mucho rigor y muy bien hecho. Llevo un vestuario impecable. Aunque al principio me lo hacía mi madre, últimamente lo encargo. Es un vestuario muy bien hecho, con terciopelos buenos y llenos de bordados. Todos los metales son auténticos, para que, si los niños lo tocan, no haya nada de engaño ni de mentira. Les da una sensación de realidad con la que los niños alucinan.
—El 5 de enero, Gijón se llena de magia e ilusión, los nervios entre los más pequeños son más que palpables, ¿qué hace que este día sea tan especial?
—Hay muchísima ilusión. La cabalgata está muy bien hecha. Otra cosa que está muy bien y que le da realismo todo esto es que los personajes son muy auténticos. Siempre somos los mismos, no como en otros lugares que cada año ponen a una persona diferente. En Gijón, el que más lleva es Aliatar, que llevará unos 45 o 46 años, y después yo, que llevo 40. De los Reyes Magos, el más antiguo es Melchor, que llevará unos 30 y tantos, después Baltasar, que lleva 20, y el más reciente es Gaspar. Además, son personas dedicadas a ellos, que lo saben hacer, saben cómo saludar, cómo comportarse. No cualquiera vale para hacer de Rey Mago, hay que tener presencia y saber estar.
Pero es verdad, ese día la ciudad se llena de ilusión porque la cabalgata en sí tiene mucha magia y en las calles se siente el nerviosismo. Yo mismo sigo diciendo que para mí la noche de Reyes continúa siendo mágica. Cuando llego a mi casa después de haber desfilado, veo como la noche tiene algo, se respira algo distinto, es como si algo fuera a pasar. Es diferente a las demás.
—¿Cuál es su momento favorito durante la víspera de Reyes?
—Disfruto mucho todo el desfile, pero los momentos previos a salir, cuando estamos preparando todo en el colegio o el pabellón, se viven con mucho nerviosismo. Es ese momento en el que las bandas de música están tocando y ensayando, hay follón y alegría, una mezcla entre música y gritos; es una sensación agridulce. Esos 10 o 15 minutos antes de empezar el desfile son impresionantes.
—¿Cómo es el proceso para preparar un día así? ¿Con cuanto tiempo de antelación comienzan todos los preparativos?
—El día 5 es una carrera contrarreloj desde que me levanto. Me ducho y enseguida voy para el lugar donde nos vestimos, llevo las últimas cosas que necesito y me quedo allí colocando todo en sillas, para que cada personaje tenga su traje correspondiente. Toda esa preparación lleva mucho tiempo y es bastante compleja. Siempre hay mucho que preparar, el vestuario, el maquillaje, los complementos, que todo esté bien puesto. Después nos viene a recoger un autobús municipal y nos lleva a donde comienza el desfile.
—¿Aún queda Príncipe Abdeladid para rato?
—Sí, claro. Mientras tenga salud y fuerza para hacerlo seguiré. Todos los años cuando pasa Reyes digo que será el último, porque acabo agotado y cansado, con una saturación total, pero a la semana siguiente ya estoy pensando en preparar lo del año que viene. Así que sí, iré a por 45 o 50 años más, los que pueda. Además, este año desfilaré junto a mi sobrina, de 17 años, por primera vez, y junto a mi hermano, que también me hace mucho ilusión.