
Cuando la palabra electrodomésticos aún no se estipulaba, padre e hijo fueron pioneros en el negocio
05 ago 2024 . Actualizado a las 09:31 h.Apasionado del deporte y amante de la electricidad, así es Mercurio Martínez. No muy lejos de lo que un día fue su padre, quien llevaba su mismo nombre y quien abrió la primera tienda de electrodomésticos de Gijón, aunque por allí, por el 1945 no se conocían aún por este nombre.
Tras finalizar la guerra, Mercurio padre comenzó a trabajar como electricista en La Trefilería, un local donde reparaban coches antiguos. Posteriormente, se dedicó a poner altavoces por los pueblos. En aquella España en blanco y negro, en la que no había luz y las romerías eran animadas por gaitero y un tambor, Mercurio alegraba las fiestas con una batería, un amplificador y unos discos.
Su aspecto impresionante, con más de uno noventa de altura, creaba expectación. Cuando Mercurio llegaba a los pueblos «todo el mundo sabía que había llegado la fiesta. Los chavales le perseguían por el pueblo y cuando miraba para atrás era como el flautista de Hamelin, con una larga fila detrás», narra su hijo. Todos estos proyectos se mantienen plasmados a lápiz en una libreta en la que Mercurio iba apuntando sus trabajos: «Baile en Quintana, 100 pesetas. Boda en el Hotel Asturias, 70. Calle Corrida, 100», se puede leer en ella.

En 1945, decidió abrir la tienda que adoptaría su propio nombre en el edificio contiguo en el que se ubica el actual local. «Tenía radios y televisiones, la palabra electrodomésticos no existía todavía. Vendía enchufes, cables, algún aparato de radio a quien se lo podía permitir, era un lujazo. Y, por cierto, en aquellos tiempos de posguerra había que declararlos».
Aunque la historia de la tienda de su padre es larga y «podría estar hablando de ella durante horas», en 1981, Mercurio (hijo) decidió llevar a cabo su propio proyecto. Un nuevo concepto de tienda de bombillas en el que no mucha gente confió en sus inicios, pero que más de 40 años después continúa manteniendo su esencia.
Tras haber trabajado varios años junto a su padre en Mercurio Radio, creó Mercurio Iluminación y Alumbrado. «Cuando empecé me centré en bombillas de especialización, destinadas a uso médico, dentistas o para imprenta. En general, para todo tipo de usos técnicos», explica. Aunque con el paso del tiempo la tienda se ha ido globalizando, Mercurio iluminación aún mantiene su espíritu, entre otras cosas, «continuamos vendiendo lámparas raras». Tanto es así que en pleno 2024, aún ha conseguido vender algunos de aquellos flexos que él mismo pintó a mano antaño.

A lo largo de su historia, Mercurio Iluminación y Alumbrado ha tenido que hacer frente a distintos retos. El primero de ellos, la entrada de la tecnología LED. «Fue un cambio radical en la iluminación. Primero entraron las de bajo consumo y hace unos 15 años se popularizó las conocidas como luces LED». Por otro lado, Mercurio ha tenido que hacer frente a la venta online, lo ha supuesto «un gran reto», no solo para él sino también «para el comercio local en general». A esta segunda situación, Mercurio continúa haciéndole frente y, aunque «en los precios no podemos ser tan competitivos, nosotros no solo vendemos el producto sino que también ofrecemos un servicio».
La primera televisión de Asturias y un récord histórico en el descenso del Sella
Mercurio Radio y Mercurio Iluminación no han sido las únicas hazañas históricas que este padre e hijo han llevado a cabo. Cuando apenas los únicos puntos de España que recibían señal de televisión eran Madrid y Barcelona, Mercurio padre consiguió sintonizar una carrera de caballos emitida en 1958 por la BBC.
«Además, mi padre tenía el primer televisor que se puso a la venta en Asturias, se vendía por 18.500 pesetas (111,18 euros), más que un piso de la época». Su vida fue histórica y sus peculiares hazañas aún resuenan en la memoria de los asturianos. Por ello, ahora el Ayuntamiento de Gijón pretende colocar una plaza conmemorativa en la fachada de lo que fue, es y será recordado como Mercurio Radio.

Mercurio, que a sus 76 años aún continúa dirigiendo el negocio, aunque «con calma», también escribió su propia historia. Al igual que su padre, siempre fue un gran apasionado del deporte, y en 1967 consiguió batir el récord del descenso del Sella en la categoría K1. Una marca que se mantuvo invicta durante 10 años, «es algo histórico», resalta el propietario de Mercurio Iluminación. A punto estuvo además de debutar en los Juegos Olímpicos de México, pero por diferentes circunstancias, «terminó no siendo posible».