Helado de oricios o fabada, los curiosos sabores de esta histórica heladería de Gijón

GIJÓN

La heladería Islandia lleva más de 70 años cautivando los paladares locales
26 jun 2024 . Actualizado a las 09:31 h.Desde hace 34 años, la heladería Islandia vende la comida tradicional asturiana transformada en helado. Este postre con sabores tan peculiares como el de la fabada, el oricio o el arroz con leche se han convertido en todo un atractivo turístico de esta establecimiento gijonés. Tras más de 70 años en funcionamiento, sus extravagantes sabores y sus innovadoras propuestas han convertido a este negocio familiar en una de las heladerías más emblemáticas de Gijón. Además, «fuimos la primera heladería que abrimos durante todo el año, incluidos los meses de invierno. Servíamos helado caliente», recuerda Iván A. Noval, al mando del negocio desde el 2016.
Con la llegada del calor, no hay mejor forma de refrescarse que un buen helado. Puede ser el típico de chocolate, de fresa o de limón, pero para los más atrevidos la heladería Islandia lleva más de 30 años ofreciendo innovadores sabores, como el helado de cabrales, el de fabada o el Donuts. Su historia se remonta al año 1958, en Tuilla, donde Kiko y Remedios, regentaban una panadería heladería. Con el objetivo de poder ofrecerle un buen futuro a sus dos hijos, Pepu y Suni, el matrimonio decidió trasladarse a Gijón, donde abriría finalmente el emblemático local. Junto a la pareja se mudó Peto El Cubano, quien fue el responsable de otorgarle el nombre al negocio familiar. «Era tío de mi abuelo, trabajaba como marino y había viajado por todo el mundo. Sabía algo de inglés, que en los años 50 no era muy habitual y se le ocurrió el nombre de Islandia. Por un lado, porque allí hace frío y, por otro, porque Islandia tiene la misma raíz en inglés que hielo, ice-. De ahí surgió el nombre», explica Noval.
En los años 80, la heladería ya se había convertido en una de las grandes proveedoras de los negocios de la calle Corrida. «Se vendía mucho helado en bares como el Tívoli, el Corinto o el Tívoli Pub». En la década de los 90, llegaría su gran descubrimiento, los helados con sabor a platos tradicionales asturianos. El responsable de esta hazaña fue Pepu. Iván recuerda que su tío «estaba en la ducha cuando se le ocurrió. Pensó 'en la cocina se innova, pero parece que en el dulce no'». Fue a partir de esta idea cuando se decidió a hacer helado de fabada, cabrales y sidra. Me atrevería a decir que ese fue el despegue de la innovación en cosas dulces. Ahora todo el mundo prueba a hacer cosas nuevas, vas a algunos restaurantes y te encuentras helado de tomate o de albahaca, pero en aquel momento no se hacían helados salados», explica Iván.
Sus peculiares sabores le dieron paso a la fama. «Salimos en cantidad de medios como, por ejemplo, en The New York Times. Además, nos empezaban a llamar de diferentes locales para hacer otro tipo de sabores, nos preguntaban si podíamos hacer helado de ajo o de vieiras». Desde entonces, sus novedosos sabores continúan siendo una seña de identidad de la heladería Islandia, «aunque nunca hemos dejado de hacer los sabores típicos como el de turrón, el de limón o el de chocolate».
Iván S. Noval se inició desde crío en la heladería y tras acabar sus estudios en hostelería y turismo decidió dedicarse al 100% al negocio junto a su tío. «Es muy sacrificado, pero me gusta», comenta. Tras la muerte repentina de Pepu en 2016, tomó las riendas del negocio familiar. Aunque sus inicios al frente de la heladería no fueron fáciles, «sobre todo a nivel organizativo», Iván es ahora el encargado de crear los nuevos sabores que llegan cada año a la heladería pero, para saber la novedad de este verano «habrá que esperar al mes de julio, por ahora es top secret», comenta.
La inspiración para sus nuevas creaciones, le llegan sobre todo de sus dos hijas. «Procuro hacer helados que se que a ellas les pueden gustar, pero también algunos que me lleven a mi época infantil, como el de Pantera Rosa, el de Huesitos o el de Kinder Bueno». El proceso de creación de los sabores «no es sencillo», apunta. «Se basa en prueba-error, prueba-error, prueba-acierto». Y en ocasiones, conseguir un nuevo sabor se puede convertir en toda una aventura. «A veces, estos procesos dejan anécdotas muy divertidas. Cuando decidimos hacer helado de Donuts, fuimos al supermercado a comprar unos cuantos para probar. Cuando dimos con la clave, hice los cálculos de cuántos necesitaba y llamé al comercial de Bimbo Asturias. Le dije que necesitaba 12 kilos de Donuts. Se hizo el silencio. Me dijo que si era consciente de la cantidad que era, que un Donuts pesaba menos de 60 gramos. No tenía ni idea, solo sabía que necesitaba esa cantidad y ya. Cuando vino el repartidor empezó a sacar cajas y cajas. El helado fue todo un éxito, tanto que el proveedor nos decía que nosotros vendíamos más Donutss que el propio supermercado».
Helado de arroz con leche, el gran favorito
En el punto medio entre lo tradicional y lo innovador, el arroz con leche se ha convertido en el gran favorito del público. «Hay días para todo, días en los que se vende más el de chocolate o el turrón, pero nuestro helado más vendido es el arroz con leche. Y, aunque en 2024, pueda parecer que no es tan innovador e incluso se le pueda entender como un clásico, en los 90 era algo rompedor». Aunque este sabor sea el top ventas de la heladería Islandia, si hay alguno que llama especialmente la atención «es el de fabada, sobre todo a los que somos de aquí. Parece que a los asturianos nos choca ver una fabada fría. Al turista, sin embargo, le llama más la atención el de oricio. Al final, es algo que solo se come aquí y en Cádiz. Preguntan mucho por él porque ni siquiera saben lo que es».

Sus originales sabores no son lo único que le ha dado la fama a este aclamado negocio. La heladería Islandia se convirtió en la primera de la ciudad en abrir por el invierno, lo que dio lugar al emblemático letrero «hay helados calientes». «En verdad, no es un helado caliente, es nata montada servida en cucurucho o tarrina, pero era más gracioso para la gente». Además, es la única heladería de Gijón que continúa haciendo sus helados artesanalmente. «Normalmente, la gente compra helados de distintas marcas y los vende o tiene las fábricas en León o Cantabria. Nosotros seguimos teniendo el obrador y la tienda en el mismo local, en San Antonio número 4. Creo que es lo que nos diferencia del resto». Tartas como la gijonesa o la charlota, la nata montada y los turrones en la época de Navidad son otros de los grandes éxitos de la heladería Islandia.
Para completar el culmen de su buena reputación, hace tres años, esta heladería se convirtió en el primer local asturiano en formar parte de la guía Soletes, una guía elaborada por Repsol en la que se incluyen establecimientos que no clasifican como restaurante, pero que cuentan con ciertas peculiaridades y cumplen los estándares de calidad.
A las puertas del verano y a pesar de las lluvias, Iván pronostica una buena temporada estival. «El verano pasado fue muy bueno y comenzó casi igual que este, con lluvias. A pesar del mal tiempo de junio, se fue recuperando y superamos las expectativas, tanto que la temporada se alargó más allá del puente del Pilar. Este año espero algo similar». Ahora tan solo queda esperar unos días para descubrir el nuevo sabor de este verano, mientras tanto, nunca es tarde para probar el helado de cabrales.