Rafael Piñera, nuevo director de la Cocina Económica de Gijón: «No solo se trata de dar comidas, hay que darlas de manera sentida y con cariño»
GIJÓN
El nuevo director de las asociación gijonesa destaca la importantacia de la participación de los 30 profesiones y los cerca de 90 voluntarios que hacen posible el desarollo del día a día de la entidad
08 jun 2024 . Actualizado a las 10:52 h.Tras veintisiete años al servicio de la Cocina Económica como voluntario y, posteriormente, como trabajador, el próximo 1 de septiembre Rafael Piñera tomará el relevo de Marisela Cueto y asumirá el cargo de director de la entidad. Una labor que, asegura, pretende tomar con «prudencia y humildad».
Rafael Piñera comenzó su andadura en la Cocina Económica en 1997 durante su etapa universitaria en la Facultad Padre Ossó donde se graduó en Educación Social en el año 2000. Su primer contacto con la asociación fue a través de un compañero del Centro Loyola donde era presidente. «A través de él me enteré de que hacían falta voluntarios para el piso de acogida. Unos meses más tarde, la hermana Sol Franca me vino a ver y me ofreció comenzar a trabajar algunas noches y fines de semana. Lo vi como una oportunidad fantástica», recuerda.
Tras finalizar sus estudios en la Universidad de Oviedo, Piñera decidió realizar durante dos años un voluntariado profesional de la mano de Volpa-Entreculturas, en Bolivia. Un voluntariado que no solo se centra en la colaboración, sino que además tiene como objetivo crear un encuentro entre personas. Tras finalizar su estancia en el país sudamericano, «Sol Franca me volvió a llamar y me pidió que me incorporara de nuevo. En el 2003, Tino Viñora, por aquel entonces director de la Fundación Hogar de San José, me planteó formar parte también de ese proyecto». Tan solo un año más tarde Rafael pasaría a formar parte de la junta directiva de la Asociación Gijonesa de la Caridad. «Mi participación y el contacto con la entidad ha sido permanente. Con diferentes intensidades y en diferentes momentos, pero siempre la he llevado muy en el corazón», resalta.
A partir del 1 de septiembre, Rafael tomará en posesión oficialmente el cargo de director de la asociación. Una nueva etapa que afronta con ilusión y que pretende desarrollar con mucha «prudencia y humildad, siendo consciente de los diferentes equipos que forman esta casa. Al final, este proyecto funciona gracias a la colaboración de muchas personas. Contamos con unos treinta trabajadores y cerca de noventa voluntarios. Es una casa muy grande y con mucha actividad», asegura. El objetivo principal de Piñera es ser consciente de cada una de las personas que acuden a la asociación y de la sociedad en general y, «a partir de ahí, estudiar si se necesita realizar alguna adaptación».
«Esto no es solo un comedor social»
La Asociación Gijonesa de la Caridad, más conocida como la Cocina Económica de Gijón, permanece en activo desde el año 1905. En la actualidad, se estima que este comedor social ofrece unos 500 servicios entre comidas y cenas al día, un volumen de gente, señala el futuro director, «considerable y parece que la tendencia va en aumento».
Aunque la labor más conocida que realiza la entidad es dar alimento a aquellos quienes lo necesiten, «no es la única», destaca Rafael. «Contamos con diferentes programas como el piso de acogida, el piso de media estancia o los pisos para familias. También tenemos un taller ocupacional y, quizá la que sea nuestra labor más desconocida, una clínica odontológica; para poder comer bien es fundamental tener una buena dentadura».
Otro de los servicios fundamentales es el acompañamiento. «Esto no es solo un comedor social, no se trata solo de dar comidas, hay que darlas de manera sentida y con cariño. Pretendemos crear un vínculo de acompañamiento con aquellas personas que deciden acudir a esta casa. El último objetivo es que las personas promocionen por sí mismas. Para ello, contamos con un equipo de profesionales dentro del ámbito del trabajo social y de la psicología. Por lo tanto, sí, se trata de trabajar la calidad y la elaboración de los menús, pero también de acompañar, de cuidar».
El desarrollo de la Cocina Económica es posible gracias a la combinación de la financiación pública y la financiación privada. El aumento de afluencia ha provocado la necesidad de incrementarlos recursos. A pesar de la última ampliación de la financiación pública anunciada por el Ayuntamiento de Gijón, «no tenemos bastantes recursos. Estamos muy agradecidos por esta iniciativa, pero nuestros ingresos no llegan a ser suficientes. Aun así, estamos muy en sintonía con las administraciones». Rafael destaca también la participación ciudadana, «creo que la gente cada vez es más sensible y se involucra más. Considero que la ciudad quiere mucho a la casa y que todos los gijoneses la sentimos un poquito nuestra». Aunque no ha perdido la oportunidad de hacer un llamamiento a una mayor colaboración.
Si hay una pieza especialmente importante del gran engranaje de esta asociación centenaria es el personal que contribuye a su funcionamiento. Los voluntarios que acuden a ayudar «vienen de diferentes realidades lo que no hace más que enriquecer la experiencia. Contamos con un voluntariado muy rico. Tenemos voluntarios jóvenes, sobre todo universitarios, que llegan llenos de energía y con mucha fuerza, pero también contamos con voluntarios más mayores cargados de experiencia; gente mayor que llega a la jubilación y se siente fuerte, que cuenta con un gran bagaje y con ganas de sumar. No existe un perfil establecido de voluntarios. Cada uno aporta su experiencia y conocimiento. Todos ellos son una parte esencial de este proyecto».
En referencia a las personas que acuden en busca de ayuda tampoco existe un perfil claro. «Aunque hay personas que acuden desde hace mucho tiempo», destaca Rafael, «cada vez vemos más gente joven que hasta ahora no habían acudido a nosotros».
«Las personas no somos pobres, solo vivimos determinadas situaciones»
Rafael Piñera asegura vivir su trabajo en clave vocacional. «El haber podido desarrollar mi vivencia profesional en una casa como está es todo un sueño. He aprendido a conocer mejor a las personas, a no quedarme con las primeras impresiones, a no juzgar. He comprendido que estamos en un continuo proceso de cambio y de aprendizaje. He descubierto que la otra persona, aunque viva una situación de vulnerabilidad, sigue siendo mi hermano. Las personas no somos pobres, solo vivimos determinadas situaciones. Creo que todo este aprendizaje se lo debo a mi profesión, pero también a mi tierna juventud en esta casa». La Cocina Económica, concluye Rafael, «es una casa que te aporta más de lo que tú a veces le puedes dar a ella». Una lección de vida y profesional que Rafael Piñera no dudará ponerla en práctica en su nuevo comienzo.