
«Educar no solo es mandar leer libros y poner notas; no si quieres provocar un cambio social»
06 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El colegio público Miguel de Cervantes de Gijón es uno de los ocho centros educativos españoles que se ha sumado hace apenas unos días a la red de Escuelas Changemaker de Ashoka, una organización mundial sin ánimo de lucro, por estar en la vanguardia de las metodologías pedagógicas. Los ocho centros públicos elegidos lo han sido entre 350 nominaciones, en un proceso que ha durado un año. En la selección se ha tenido en cuenta que son escuelas cuyos modelos de aprendizaje desarrollan la empatía, el trabajo en equipo, el liderazgo compartido y la iniciativa para la mejora del entorno y la comunidad, además de tener una visión transformadora de la educación y promover un cambio de paradigma en la forma de aprender y enseñar.
En el caso del colegio gijonés ha primado su implicación con el barrio de El Cerillero. El Miguel de Cervantes ha sido reconocido en estos últimos años en varias ocasiones, obteniendo los premios BeActive por su programa de deporte y de aprendizaje-servicio por Otras Miradas para sensibilizar sobre la desigualdad de género.
José Luis Sagredo es el coordinador de Proyectos Educativos del centro. Explica que la red de Escuelas Changemaker de Ashoka «es una de las más prestigiosas, no solo en materia de educación». «Tengo un hermano alto funcionario en Bruselas y otro que trabaja en la ONU y trabajan con Ashoka», expone.

En 2017, el centro marcó un hito al recibir el premio #BEACTIVE de la Comisión Europea del Educación y Deporte por su macroproyecto La Isla de la Vida, un programa de vanguardia para fomentar la salud, la actividad física y el desarrollo de hábitos saludables en su comunidad educativa. Un año después se convirtió en el primer centro escolar asturiano cardioprotegido.
Sagredo comenta que uno de los puntos que se valoraron a la hora de escoger el colegio como uno de los nuevos integrantes de la red «tiene que ver con la metodología que empleamos para conseguir lo que conseguimos». Esa metodología pasa por concebir la escuela como «un agente de cambio social en los entornos en los que estamos presentes». «Yo siempre he peleado para que el maestro tenga su componente de responsabilidad social. La educación no solo equivale a mandar leer cuatro libros y poner cuatro notas, no al menos si quieres provocar un cambio social a mejor», explica.

En este sentido, El Cerillero, «es un barrio muy característico con necesidades sociales muy concretas», por lo que la apuesta del Miguel de Cervantes busca «mejorar la vida de los chavales implicándonos en la vida social del barrio. Una pedagogía de clase presencial y libro de texto no cambia la sociedad. Si consideras la escuela como una isla en el barrio no llegas a nada».

En un contexto como el actual, la organización y labor educativa es puesta a prueba. «A nosotros, cuando nos confinaron en marzo, en quince días y con la población que tenemos, habíamos cubierto la brecha digital», recuerda. Ahora, en el colegio han hecho lo posible para «sacar equipos de donde fuera» y «seguir trabajando con la misma metodología, pero con las reglas que nos piden de fuera».
Destaca, no obstante, que «no verse en el día a día es triste, pero seguimos con la misma idea de hacer comunidad». «Cubrimos esa carencia con proyectos educativos comunes. Por ejemplo, el proyecto cero fue la presentación de una aplicación para medir el CO2 entre cuatro clases». Además, comenta que «los alumnos de quinto y sexto van a montar una cooperativa para organizar la semana de la salud del centro, para que los chavales sientan que están juntos y que en el futuro gestionen sus propios proyectos». «Si te arrugas ante las dificultades vas mal», resalta.