La zona cuenta con una larga historia asociada a la de la ciudad, que se remonta al siglo XIX cuando el marqués de Casa Valdés solicitó al ayuntamiento la venta de los arenales, por aquel entonces de difícil acceso
19 sep 2020 . Actualizado a las 09:41 h.El barrio gijonés de La Arena está determinado por el margen izquierdo del río Piles, desde su desembocadura hasta el Puente de La Guía, desde allí, por la carretera de Villaviciosa y la avenida de Pablo Iglesias, hasta la avenida de Ramón y Cajal; desde esta y siguiendo por Menéndez y Pelayo, hasta Marqués de Casa Valdés, y desde aquí, hasta el cruce con la calle Caridad, desembocando en el mar. En la actualidad tiene aproximadamente 16.500 habitantes, que vienen a ser el 6% de la población de Gijón. Su historia se remonta a mediados del siglo XIX, cuando Félix Valdés de los Ríos, marqués de Casa Valdés, solicitó al Ayuntamiento de Gijón que le vendiera los arenales, en aquellos tiempos de muy difícil acceso. Como respuesta a la petición, el Consistorio realizó una subasta y dividió los terrenos en tres partes. La mayor superficie la vendió al marqués.
Una vez concedidos los terrenos al marqués y aprobado el ensanche, comenzaron los trazados de calles y las construcciones con las rectificaciones pertinentes. A finales del siglo XIX, se comenzó a hablar de alargar el Muro hasta el Piles, construcción que finalizó en 1914. En el último cuarto de siglo, el barrio de La Arena comenzó a llenarse de modestas casas de planta baja, que permanecieron en la zona hasta los años 60 del pasado siglo XX. Momento en el que comenzaron las altas edificaciones que, según Tita Caravera, presidenta de la Asociación de Vecinos de La Arena, son el gran «defecto» del barrio. «Antes, eran todo casinas pequeñinas, pero empezaron a edificar y acabaron destrozando esa zona», asegura la presidenta.
La llegada de una importante población de las cuencas mineras, que han establecido su lugar de residencia en el barrio, ha marcado la zona. Un barrio que, junto con el paseo de Begoña o lugares más a las afueras como Somió, completa la oferta de ocio nocturno gijonés. Aunque si bien es cierto que en estos tiempos de covid-19 los vecinos coinciden: «La zona está un poco muerta con el cierre de los locales de ocio nocturno». Este barrio de Gijón cuenta con la playa, el estadio de El Molinón y el parque de Isabel La Católica como las grandes atracciones turísticas a destacar para cualquier turista que visite la zona.
«La gente que vive en el barrio es la de toda la vida», explica Caravera, que asegura «era gente joven que compró en su día pisos por la zona y ahora tienen entre 60 y 80 años, sobre todo». Es difícil, asegura, encontrar gente joven en el barrio pues, aunque se vendan pisos, «suelen ser bastante caros y, además, no hay espacio para edificar nuevo». Si algo resalta la presidenta de la asociación vecinal de su gente es que es «muy solidaria», y lo demuestra con un ejemplo: «Con la crisis sanitaria, llevamos a cabo una recogida de alimentos con el Banco de Alimentos y quedamos sorprendidos de la cantidad de kilos que dio la gente». Además, también menciona el papel de los comerciantes y los hosteleros que ofrecieron sus negocios como lugares de depósito de aquellos alimentos a donar.
Asimismo, la asociación de vecinos cuenta con multitud de actividades tales como bailes de salón, taichí, yoga o gym music, a los que se apuntan «muchos vecinos». Aunque en lo que no considera Tita Caravera demasiado participativos a sus vecinos de barrio es en lo que respecta a las asambleas para llevar a cabo reivindicaciones. «Luego se forman muchas plataformas sin contar con nosotros. En Gijón somos muy dados a las plataformas», asegura. Eso sí, es el componente de la gente del barrio de La Arena la diferencia con otros barrios.
Un barrio que cuenta con varios supermercados, pero también que deja espacio al comercio local, con varias tiendas de alimentación o estética (belleza y peluquerías). Además, cuenta con unas comunicaciones de transporte público «muy buenas», con conexiones a todas las zonas de Gijón. «En apenas diez minutos andando puedes estar en el centro de la ciudad», asegura Caravera.
En cuanto a los puntos fuertes mantiene en el ámbito deportivo El Molinón, y en el ocio y disfrute del tiempo libre, la playa y el parque de Isabel La Católica que, «aunque son de uso de todos los gijoneses, están dentro de nuestra demarcación». Además, califica al barrio como «muy futbolero» donde, ya no solo por el estadio sino también en la concentración de gente en los bares, se vive mucho este deporte. También cuenta con un pabellón deportivo, y varios gimnasios privados.
Pero si algo hay que mejorar, la presidenta lo tiene claro: «Gijón está hecha para los coches y eso no puede ser». Asegura que las ciudades deben ser «para los peatones» y no para los vehículos. «No podemos tener, como pretende la gente, tres o cuatro carriles en el Muro como si fuera una autopista. Eso no se ve en ninguna ciudad de costa», critica.
Aunque sí es un problema, que además también reivindica Ricky Izaguirre, propietario del local El Naranjo: «Hay demasiado coche y muy poco aparcamiento». El hostelero aporta, además, una posible solución: «Lo que deberían habilitar es el parking de Castilla y el ayuntamiento dar facilidades a la gente para que lo utilice».
Una calle con mucha vida
La calle Aguado, en pleno corazón del barrio, es una de las arterias con más vida de La Arena, en la que la gran cantidad de locales hosteleros atraen a centenares de personas «sobre todo a tomar el aperitivo, ahora que de noche no se puede hacer casi nada». En esas mismas aceras, se encuentra el local El Naranjo desde hace nueve años. «Si llevamos nueve años abiertos, desde luego la sensación ye buena», asegura Macarena Kaltakian, trabajadora del establecimiento, además de vecina del barrio. La gran virtud, desde su punto de vista, es que los clientes son los de toda la vida y esto crea «un ambiente exclusivo».
Por su parte, el dueño del local, Ricky Izaguirre asegura que es un gran barrio, con mucha vida, aunque «la noche murió y eso hace que pierda mucha afluencia». Eso sí, lo peor son las actuales obras del Muro de San Lorenzo que provocan que sean esas calles las que se llenen de coches. «Hay mucho tráfico y mucho ruido constante de vehículos. Es una porquería», asegura Izaguirre. El motivo de que sea la calle con más, o una de las que más vida tiene se debe al sector hostelero. «Es la que más bares y restaurantes tiene y esto repercute en la afluencia de clientela en la zona», dice.
Aunque la hostelería tiene gran valor en esta calle, no es lo único a destacar en la zona. También hay fruterías o panaderías, lavanderías y tiendas de ropa. Una de estas últimas la regenta Isabel Sanjurjo como herencia familiar. Su madre abrió Tati, una tienda de ropa de concepción, hace cuarenta años, en los años 80 del siglo pasado. Ahora es ella quien sigue con el negocio, y no duda en resaltar que tiene la suerte de tener su local en «uno de los mejores barrios de Gijón». Además, asegura que es en verano cuando más vida tiene, aunque invierno también tiene su atractivo gracias a «la cercanía de la gente que vive aquí todo el año».
También María José Gallego lleva gran parte de su vida trabajando en su negocio del barrio de La Arena. Concretamente dos décadas dedicadas a su quiosco, y cuando tiene que pensar algo negativo del barrio, no encuentra defectos. Aunque al escuchar el ruido de los coches de fuera, sí reflexiona que «hay demasiado tráfico». Eso sí, considera que se trata de una zona «muy tranquila, sin apenas conflictos ni peleas nocturnas a pesar de tener mucha actividad por las noches».
Además, en días en los que los termómetros marcan temperaturas agradables y el cielo deja ver el sol, el barrio es concurrido por multitud de gente de todas las edades que se dirigen a la playa, dan un paseo tranquilo por la zona o aprovechan para sentarse en una terraza a disfrutar de una bebida fría y una tapa.