Una gijonesa con coronavirus relata cómo lleva 24 días aislada de su marido, sin síntomas, en su propia casa : «Solo estuve mala los cuatro primeros días pero hasta el 28 de abril no puedo salir de la habitación»
22 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.«Si tose, 14 días más en la habitación. Si le duele la cabeza, 14 días más. Cada vez que tengo un síntoma, me decían que 14 días más. Yo creo que para Navidades ya podré salir de la habitación, ¿no?», cuenta una gijonesa que le preguntó a la enfermera que, cada tres días, le hace seguimiento telefónico. «Ayer me volvió a llamar para preguntarme si tenía fiebre u otros síntomas y le dije que no tengo nada ni me duele nada, así que en principio podré salir el 28 de abril, puesto que la enfermera cuenta 14 días a partir del último que le dije que había tenido un poco de fiebre y algo de dolor de cabeza. Ya la semana pasada le dije que no tenía nada, pero si hubiera dicho que me dolía la cabeza, otros 14 días más aquí metida», dice. Ayer llevaba 24 días aislada en su habitación.
Los primeros síntomas de coronavirus los tuvo cuando ya llevaba 16 días confinada como el resto de los españoles. «Solo había salido un día a comprar pan y pescado. Con mascarilla, con guantes y desinfectando todo al llegar a casa», matiza. En su domicilio vive únicamente con su marido, que trabaja en uno de los servicios considerados esenciales.
«No tenemos pruebas ni para nosotros mismos», le dijo la enfermera
«Mi marido nunca tuvo síntomas de nada y es el que salía a trabajar. Iba y venía, yo no salía para nada salvo ese día a la compra. A lo mejor mi marido ya lo pasó y ni se enteró», indica. Tampoco descarta que fuera él quien le pasó el coronavirus. «Puede que sea asintomático, pero como no nos han hecho ninguna prueba… Es ridículo que los dos estemos aislados el uno del otro. Estamos los dos aquí, aislados y lo pasamos los dos, porque no entra nadie en casa. Pero si al menos a mi marido le hubieran hecho la prueba ya sería diferente, aunque ya me dijo la enfermera que no tienen pruebas ni para hacérselas a ellos mismos. ‘No tenemos pruebas ni para nosotros mismos’», recuerda.
Se acuerda de que el primer día que tuvo síntomas fue el domingo del segundo vermutín musical de Gijón (29 de marzo). «El primero lo celebré en la ventana, pero el segundo ya me empecé a encontrar mal por la mañana. Le dije a mi marido que no tenía ganas de celebrarlo. Tenía escalofríos, mucho dolor de cabeza, en el cuerpo, malestar general y me dio vómito. Cuando empezó la fiebre llamamos por teléfono y, como era domingo, me atendieron en el centro de salud». Una médica -«muy competente»- le hizo todas las preguntas que establece el protocolo, habló también con su marido y les dijo que compraran paracetamol: «Luego ya me volvieron a llamar para explicarme que me tenía que aislarlo todo, la ropa, el baño, que uno de los dos saliera de la habitación, que lo desinfectará todo…»
La baja del marido hubo que ir a recogerla en persona
El piso tiene dos habitaciones y dos baños, así que desde entonces cada uno hace vida por su lado. Su marido se quedó de baja laboral en su empresa y es quien se encarga de la casa. «Me deja la comida en la puerta y, mientras tuvo que estar aislado, un familiar nos traía la compra y la dejaba a la puerta de casa. Y en la habitación estoy con bolsas de basura para echar todas mis cosas, un cubo para lavar los platos, rociándolo todo con lejía… De película de terror, vamos. Impresionante».
A esta gijonesa le llama la atención que la baja de su marido hubiera que recogerla en persona en el centro de salud. «No la envían por correo electrónico, así que tuvo que ir a por el papel un familiar que encima vive con una persona de riesgo. A la empresa ya la pudo enviar por correo electrónico», explica.
Los síntomas más fuertes le duraron cuatro días. «Los primeros cuatro días estuve mala, muy mala, con fiebre y con todo. Como al cuarto día me dolía mucho la zona de los pulmones, no podía ni tocarla, y a los dos días se fue el dolor. También perdí el gusto y el olfato. La comida no me sabía a nada. Mi marido estuvo pintando la casa y ni siquiera sentí el olor de la pintura», cuenta. Tras esos primeros días, ha tenido tos casual y dolor de cabeza a ratos. «Ya le dije a la enfermera que la cabeza puede que me doliera por estar metida entre estas cuatro paredes. Me tiemblan las piernas y todo», dice.
Ha recorrido muchísimas veces los 13 pasos -«claro que los tengo contados»- que puede dar en su habitación. Se entretiene escuchando audiolibros y haciendo sopas de letras y ganchillo, como los girasoles con los que ha adornado su ventana para no olvidar que ya es primavera. «Estoy que parezco una muerta porque en la ventana no me da el sol demasiado y, si me asomo, lo hago con mascarilla», dice, por si acaso tose y pensando en los demás. «Este fin de semana ya me voy a teñir el pelo, quitarme el pijama y animarme un poco», añade.
«No sabes cuánta gente está igual que tú»
Su marido, tras casi tres semanas de baja, volvía esta semana a trabajar. Como él no tiene WhatsApp ni otra red social tiene que llamarle al teléfono cuando necesita algo. «A la enfermera le dije que entendía que tenía que seguir un protocolo, pero que me entendiera a mí también, que estoy aquí encerrada dentro de mi propia casa. ‘No sabes cuánta gente está igual que tú’, me dijo. Que hay muchas personas en la misma situación», dice, recordando la pataleta que se cogió cuando, tras cumplir 14 días aislada, pensaba que ya le dirían que podía salir de su habitación.
«La cara que se me quedó cuando me dijo que siguiera. Lloré, pataleé, que si no podía ser… Fue cuando me explicó que, según el protocolo que le habían dado, cada vez que tenía un síntoma me iba a decir que 14 días más. Y cuando también le pregunté que si esto me iba a durar diez años…», dice, explicando que los últimos síntomas que tuvo fueron un poco de dolor de cabeza y moco. «Además soy alérgica a todo y el dolor de cabeza seguro que era de estar aquí encerrada», insiste, pensando ya en el próximo 28 de abril, cuando al menos podrá darse una vuelta por su casa.