La mayoría de las personas mayores de 55 años que han participado en una encuesta que analiza el efecto de la longevidad en Asturias responden que en sus casas. A la mayoría de los encuestados les preocupa su futuro, no se sienten aislados y dicen que van poco al médico
27 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Mujer de 72 años, casada, con hijos y que vive en una ciudad con algún familiar mayor de 51 años. Ese es el perfil mayoritario de la encuesta que la Asociación Ayuda entre Mayores (Aema) ha realizado entre 576 personas mayores de 55 años, en su mayoría residentes en Gijón aunque también en Oviedo y algunos pueblos asturianos, para analizar el efecto de la longevidad en Asturias a través de 79 preguntas sobre cómo viven, qué les preocupa y cómo perciben su vida en general. «También queríamos comprender las causas de por qué la asociación había fracasado en su intento de fomentar el voluntariado entre mayores de 55 años y jubilados», indica el presidente de Aema, Julián González Sarasúa, médico jubilado y antiguo jefe del servicio de cirugía plástica del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).
González Sarasúa, en este sentido, explica que la asociación se había creado de hecho ante la evidencia, y más en Asturias, de que «vivimos en una sociedad longeva y, aunque desconocemos el impacto que supone en un futuro cercano, creíamos que debíamos estar organizados buscando la cooperación ciudadana para intentar aliviar algunas de las secuelas de una sociedad envejecida, como la soledad y la dependencia, mediante el acompañamiento».
La idea, de hecho, partía de la premisa de que el recurso de un mayor es otro mayor con buena salud y de ahí la necesidad de organizarse y la importancia de esa ayuda mutua entre mayores, sobre todo teniendo en cuenta tres realidades de la sociedad asturiana. Por un lado, el envejecimiento: hay 205 habitantes mayores de 65 años por cada 100 menores de 15 años y, según las estadísticas, esos datos irán empeorando. Solo en Gijón los mayores de 65 años superan en más de 36.000 habitantes a los menores de 15 años.
Por otro lado, la soledad, que es patente en muchos pacientes mayores y que se pone de manifiesto en la encuesta: el 33% de los participantes vive solo mientras que el 67% reside con su familia y, de estos últimos, un alto porcentaje vive con una única persona mayor de 65 años. Y, en tercer lugar, la economía, con Asturias ocupando en los últimos años las primeras posiciones por cuantía de las pensiones mientras se sigue perdiendo peso en el PIB.
Pese a que los resultados de la encuesta se presentarán en una conferencia el próximo 31 de enero, organizada por el Ateneo Jovellanos en la antigua Escuela de Comercio, estas son sus principales conclusiones.
La mayoría dice tener buenas relaciones con sus familiares, amigos y vecinos
La mayoría de los encuestados asegura mantener una buena relación con la familia, con amigos y con sus vecinos, aunque las mujeres se consideran más sociables con los amigos y los vecinos que los hombres. También de forma mayoritaria los encuestados dicen que no se sienten en absoluto aislados. Solo un 33% de los encuestados vive solo y la mitad asegura haber acudido solo a urgencias de un centro sanitario. Es decir, que tener buenas relaciones con la familia, amigos y vecinos no garantiza que les acompañen a urgencias. No hay que olvidar que acudir solo a urgencias puede suponer una situación de estrés para muchas personas.
«Todo el mundo se considera sociable y aislado solo se siente un 10%, pero a urgencias de un centro sanitario ha ido solo el 49% y ése es un dato importante», apunta al respecto González Sarasúa, que recuerda otra encuesta realizada por los trabajadores sociales de los centros sanitarios a mayores de 65 años en la que se ponía de manifiesto que un alto porcentaje había acudido solo.
También destaca que la mayoría de las personas que participaron en la encuesta de Aema cree que si estuvieran ingresadas alguien les visitaría o que, en caso de tener problemas, quienes forman parte de su entorno les ayudarían. «La gente dice que tienen muy buenas relaciones y, a la hora de la verdad, se va solo. Todo el mundo piensa que les van a ir a visitar y lo cierto es que no es así», apunta en todo caso, recordando su larga trayectoria como médico.
La mayoría dice que su salud es buena y que van poco al médico
La salud de la mayoría de los participantes de la encuesta, así como la de las personas con las que conviven, es buena. De hecho, siete de cada diez asegura que acude con poca frecuencia a la consulta médica aunque, de forma mayoritaria, conocen a la enfermera que les corresponde en el centro de salud. Un 2,2% dice que acude con mucha frecuencia al médico. La patología más mencionada en las encuestas, y por tanto la más frecuente, es la hipertensión. Casi un 9% de los encuestados menciona la depresión como enfermedad prevalente.
Siete de cada diez cobra más del salario mínimo
La pensión mayoritaria es la de jubilación y supera el salario mínimo que, en el momento en el que fue hecha la encuesta, era de 736 euros. En este caso se encuentran, de hecho, siete de cada diez encuestados. Por ello, la mayoría considera que su pensión sí cubre sus necesidades y, de hecho, casi seis de cada diez asegura que podría pagarse una residencia con un precio medio de 1.217 euros al mes.
Seis de cada diez dice que también podría costearse un centro de día a razón de cinco euros la hora o ayuda externa en casa. Solo un 8% asegura que tiene que trabajar para completar la pensión y una alta proporción (41%) de los encuestados piensa que bajarán la pensión en los próximos años.
También consideran de forma mayoritaria que pueden vivir siempre en su casa y no se plantean venderla para asegurarse unos cuidados en el futuro. La dependencia, en este sentido, se asocia con más gastos y es un motivo general de preocupación. Resulta también llamativo que más de la mitad de los encuestados, independientemente de la cuantía de sus ingresos, no viaje con el Imserso.
Al 75% les preocupa su futuro pero lo ligan a sus familiares
A la mayoría (75%) les preocupa su futuro y piensa que, llegado el caso, les van a cuidar sus familiares. En este sentido, la esperanza de los mayores en los posibles cuidados que puedan necesitar en ese futuro se basa en sus relaciones familiares, independientemente del lugar donde se viva. Esa esperanza de que les vayan a cuidar, disminuye en caso de ya ser dependientes. González Sarasúa destaca otra conclusión: si existen buenas relaciones con la familia no preocupa cómo se van a vivir en ese futuro. De hecho, la valoración de las relaciones familiares y de la salud de los encuestados nos parece influir en la necesidad de tener un plan para su vida futura, salvo que no tengan ninguna relación con sus familiares.
Casi la mitad considera que la edad les hace más vulnerables al maltrato
El 48% de los encuestados cree que la edad les hace más vulnerables al maltrato y esa sensación aumenta si las relaciones familiares son malas o se tiene mala salud. Son conscientes de que, en esas situaciones, son más vulnerables y corren peligro. «Siempre existe un componente subjetivo muy difícil de valorar», considera González Sarasúa.
Solo tres de cada diez realiza actividades de voluntariado
Como el objetivo de Aema es motivar a las personas mayores a ser proactivas se les pregunta también por el voluntariado, del que la mayoría dice tener muy buena opinión, aunque solo tres de cada diez aseguran realizar este tipo de actividades. Algo más de la mitad responde que estaría dispuesto a formarse para ayudar a los demás y de forma mayoritaria indican que se trataría de una actividad gratificante.
El pensamiento en el suicidio disminuye con la edad
La encuesta también analiza la influencia de las creencias religiosas y de la salud en la actitud ante la muerte, teniendo en cuenta sobre todo que Asturias es la comunidad autónoma con uno de los índices más elevados de suicidios de España. Los resultados dejan claro que el pensamiento en el suicidio disminuye con la edad y solo un 12% de los encuestados dice haber pensando en ello, que tienen en su mayoría menos de 65 años.
Algo más de la mitad (56%) de los encuestados dicen ser creyentes y practicantes, un 64% asegura que aceptaría la eutanasia y el 90% quiere morir en su casa. «Cuanta mejor salud más aceptación tiene la eutanasia y lo mismo ocurre con quienes dicen conocer los cuidados paliativos», remarca González Sarasúa. De hecho, los encuestados que dicen tener peor salud son los que más desconocen los cuidados paliativos. También es curioso que quienes dicen haber pensando en el suicidio tienen tanto buena como mala salud.
La mayoría son autónomos y una cuarta parte tiene mascotas
De manera mayoritaria los encuestados dicen que realizan ejercicio físico y que son autónomos. González Sarasúa, en este sentido, no pasa por alto el sesgo importante que tiene esta encuesta, que fue realizada entre integrantes de asociaciones vecinales, de pensionistas, de parroquias, y entre los asistentes a las conferencias de promoción de hábitos saludables que Aema, en colaboración con A pie de barrio, celebraba cada 15 días en los centros municipales de Gijón. Por ello, la mayoría de los ciudadanos encuestados tiene buena salud en general y gozan de autonomía suficiente para desplazarse a los lugares donde se han realizado las conferencias.
Las viviendas de los encuestados, también de forma mayoritaria, reúnen buenas condiciones de habitabilidad y comodidad y todos se sienten bien conectados con el mundo exterior a través del seguimiento que hacen de los medios de comunicación y a través de sus teléfonos móviles. Eso sí, casi cuatro de cada diez no tienen internet en casa.
Otro dato que pone de manifiesto la encuesta es que una cuarta parte de los encuestados tiene mascotas. Más los hombres que las mujeres y, entre quienes viven con animales de compañía, sobresalen los menores de 65 años.
La mitad aceptaría irse a una residencia pero, en caso de ser dependientes, querían estar en sus casas
También la mitad de los encuestados aceptaría de forma voluntaria ingresar en una residencia y todos tienen la creencia de que es muy complicado y hay que esperar mucho para entrar en una de carácter público. González Sarasúa hace hincapié en que, pese a que un alto porcentaje conoce la teleasistencia y el servicio de atención a domicilio (SAD), más de la mitad desconoce las ayudas de los servicios sociales, aunque sí creen que les pueden ayudar en caso de ser dependientes.
¿Dónde les gustaría vivir en caso de ser dependientes? Esta es la ultima de las 79 preguntas de esta encuesta y la respuesta es mayoritaria: en sus casas. A un 13% le da igual. «Muchas preguntas muestran la discordancia entre la realidad de lo que la gente percibe y el entorno cuando sabemos muchas veces que el entorno no te va a dar nada», concluye González Sarasúa, pensando en los casos que, a lo largo de su trayectoria profesional, ha conocido de primera mano.