
Gijón fue la primera ciudad del mundo en rendir homenaje con una escultura al descubridor de la penicilina, cuya inauguración en 1955 fue un gran evento al que asistió la viuda del científico escocés
14 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Es uno de esos rincones sorprendentes del parque Isabel la Católica, al estar medio oculto e integrado por un conjunto escultórico con fuente y jardín de estilo francés incluidos en homenaje al científico escocés Alexander Fleming, el descubridor de las propiedades antibacterianas de la penilicina. Las pintadas en la parte trasera del monumento a Fleming son habituales y ahora también los bigotes que le han pintado a la figura del niño que adorna la fuente del conjunto. En realidad, bigotes, cejas y contorno de los ojos.

El monumento a Fleming, por el que Gijón se precia de haber sido la primera ciudad del mundo en erigir una escultura de agradecimiento al descubridor de la penicilina, fue diseñado por Luis Moya y ejecutado por el escultor Manolo Laviada. Miles de gijoneses, allá por 1955, asistieron al acto de inauguración de este conjunto, todo un evento en Asturias de aquella. Fleming aún estaba vivo cuando le comunicaron que, en una ciudad del norte de España, le iba a dedicar un momento de admiración y gratitud. El primero de su vida.
El acto de inaugiración de la escultura tuvo lugar el 18 de septiembre de 1955, y Fleming falleció en marzo del mismo año. Desde entonces, el 18 de septiembre es una fecha señalada en el calendario de eventos tradicionales de Gijón, puesto que aún hoy los vecinos de Cimavilla realizan una ofrenda floral ante el conjunto escultórico ese día.
A la inauguración de 1955 acudió la viuda de Fleming, Amalia Koutsouri-Vourekas, conocida como Amalia Fleming o Lady Fleming, que también era científica y, con posterioridad, fue una destacada activista política contra la dictadura militar de su país, Grecia. Lady Fleming, huésped de honor de la ciudad, se reunió en su visita con vecinos de Cimavilla, que le mostraron su agradecimiento por todas las vidas que había salvado el descubrimiento de su marido en los sórdidos y crudos años de la posguerra.
Pero eran todos los gijoneses los que estaban agradecidos a Fleming y, de hecho, la escultura (realizada en bronce, piedra y granito) salió adelante a través de la cuestación popular. Lo que hoy se ha redescubierto en internet bajo el nombre de crowdfunding y que antaño se utilizaba para construir o reparar monumentos y otras obras.