












Una triple residencia familiar en Somió concebida como un proyecto unitario vale una nominación al prestigioso certamen internacional de arquitectura 'Mies van der Rohe' a Ester Roldán y Víctor Longo
10 dic 2018 . Actualizado a las 18:10 h.Un cliente con alto poder adquisitivo se dirige a un prestigioso tándem de arquitectos radicado en Gijón para un encargo especial. Quiere utilizar unos terrenos en la parroquia residencial de Somió para construir tres viviendas familiares: una para él mismo y otras dos para cada uno de sus hijos. Seguramente lo más sencillo y previsible hubiese sido hacer exactamente eso, buscando alguna relación armónica entre los edificios entre sí y el entorno disponible. Pero Ester Roldán y Víctor Longo -ganadores de tres Premios Asturias de arquitectura- no están por las soluciones trilladas. Se preguntaron por qué no diseñar un proyecto tuviese algo que tienen todas las familias: personalidades propias sobre un fondo, quizá no siempre a la vista, pero si compartido. ¿Por qué no darle vueltas a un proyecto unitario que respete la intimidad de cada vivienda familiar pero al tiempo ofrezca espacios compartidos de ocio, relación y disfrute? ¿Cómo buscar una unidad formal que a la vez respete la personalidad de cada unidad familiar? Y, no menos importante, ¿cómo convencer al autor del encargo de sumarse a ese reto para encontrar «unidad en la multiplicidad»?
La forma de responder con un proyecto a esos desafíos les ha valido una nominación al prestigioso premio de arquitectura contemporánea convocado por la Unión Europea y la Fundación 'Mies van der Rohe' de Barcelona que lleva el nombre del legendario arquitecto y que el día 11 hará público su listado definitivo de finalistas. Ha sido el Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias el que ha remitido a la organización del premio la candidatura de un complejo residencial de tres viviendas y un pabellón multiservicios que aspira al galardón bienal que desde 1988 ha dejado una estela de premiados entre los que se cuentan los Siza, Foster, Zumthor, Hadid y Koolhaas, y también tres galardonados españoles: Rafael Moneo, y los estudios Mansilla+Tuñón y Bonell y Rius.
Según la memoria aportada al concurso, el desarrollo del proyecto concentró las tres viviendas de las que emergen dos plantas, cada una en su propia parcela, en la parte alta de la ladera donde se ubican para favorecer las vistas y para reservar la mayor porción de terreno posible en la zona más soleada al nivel del pabellón multiusos que se sitúa en la base del complejo. Es este nivel subterráneo el que une -y unifica- el conjunto, con los garajes, los espacios comunes de encuentro para compartir las comidas, hacer deporte, jugar, ver unas películas o nadar. La entrada es única como lo es también el garaje, y el entorno se ha concebido de manera que, más que jardines individuales para cada vivienda, el resto de la parcela tenga un tratamiento más próximo a un parque.
También hay una unidad formal en lo que emerge: la sencillez de los volúmenes de las casas, que han buscado una «imagen intemporal» o el uso de piedra natural en las fachadas, aunque en diferentes tonos: negro, blanco y gris. El nivel del suelo se dedica a las actividades diarias, el superior alberga los dormitorios y los baños y el inferior, el nivel más privado, es también a la vez el compartido. Su abundante iluminación natural proviene de los patios individuales, tratados como jardines privados.
Una gran lámina de hormigón cubre los espacios subterráneos con una cubierta de vegetación que integra el edificio en el entorno natural «en un juego mitad tectónico mitad estereotómico». A la vez, esa solución permite limitar la altura en un entorno de construcciones unifamilares bajas y facilita el ahorro energético. La sostenibilidad ha sido un elemento fundamental del proyecto, favorecida por los volúmenes compactos de las casas con sus fachadas más luminosas orientadas al sur, mientras que las orientadas al norte carecen de ventanas. La energía se suministra mediante un sistema geotermal.
Los dos arquitectos se muestran más que satisfechos con la designación de su proyecto, con la que ya se dan por premiados. No sería, de todos modos, una experiencia inédita para Ester Roldán y Víctor Longo, ya que sus trabajos han recibido varios importantes reconocimientos, como los tres Premios Asturias que se reparten entre sus proyectos.