El relato comienza en 1991, cuando la UE establecía una normativa para que las aglomeraciones urbanas de más de 15.000 habitantes depurasen sus aguas sucias y que sigue sin poder cumplirse en la cuenca este de la ciudad
21 nov 2018 . Actualizado a las 15:52 h.El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (UE) condenaba la semana pasada a España al pago de una multa de 12 millones de euros y otros 10,95 millones por cada semestre de retraso que se vaya acumulando hasta que quede resuelto el tratamiento de las aguas residuales de nueve de las 2.083 aglomeraciones urbanas españolas. La cuenca este de Gijón, con algo más de 150.000 residentes, es una de esas aglomeraciones, situando a la ciudad como la única de todo el norte de España que no depura parte de sus aguas residuales y, si se tiene en cuenta que las ocho localidades restantes que tampoco lo hacen son tan pequeñas que no llegan ni a 150.000 habitantes entre todas ellas, también es la única de España.
Una razón de peso para que, tras conocerse la multa millonaria, la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, llegara a afirmar que no se explica «por qué no se ha sido capaz de abordar con anticipación y tiempo» un problema que este verano, sin duda, ha alcanzado la gota que colma el vaso. O que rompe el cántaro, como en el cuento de la lechera, que se confió demasiado y no pudo cumplir ninguna de las fantasías que se había imaginado.
Y, en cierto modo, esta fábula podría servir para relatar la historia de la depuradora de la cuenca este de Gijón, la pieza clave que sigue faltando para completar la red de saneamiento local diseñada en 1991, el mismo año en el que entró en vigor la directiva europea 91/271 de saneamiento y depuración de aguas residuales que obligaba a hacer lo propio en las aglomeraciones urbanas de más de 15.000 habitantes. Y precisamente por incumplir esa normativa se ha impuesto la primera multa en materia medioambiental a España, que en 2011 ya tenía una sentencia previa del mismo tribunal porque entonces eran 38 las aglomeraciones urbanas que no depuraban sus aguas sucias.
¿Cuándo se calcula que se depurarán las aguas de la cuenca este de la ciudad?
De ellas, 29 consiguieron subsanar y acreditar que sí depuran las aguas residuales mientras que, además de Gijón, siguen sin hacerlo seis localidades andaluzas (Barbate, Coín, Isla Cristina, Nerja, Matalascañas y Tarifa) y una de Canarias, Valle de Güimar. La ministra de Transición Ecológica ya ha anunciado que en otoño quiere tener listo un plan de choque de depuración y saneamiento de aguas, pero también ha reconocido que habrá que seguir pagando la multa por semestre al menos hasta 2022, que es cuando se calcula que el asunto quede resuelto en Barbate. En Gijón, como ya es un asunto declarado de interés general del Estado, se prevé que el problema de las aguas residuales de la cuenca este se resuelva antes de que finalice 2019. Es decir, se seguirán vertiendo aguas sucias al Cantábrico al menos otro año más.
Para resolver el asunto, está a punto de iniciarse un periodo de información pública del segundo estudio de impacto ambiental con las posibles ubicaciones de una estación depuradora de aguas residuales (EDAR) que, en todo caso, ya está construida en el Pisón y costó 35,5 millones de euros. El primer estudio de impacto ambiental había anulado por los tribunales que declararon ilegal la instalación con una sentencia definitiva del Tribunal Supremo en febrero de 2016 y un cese de actividad a un mes de que se entregaran las obras de ejecución en abril de ese mismo año por orden de la Audiencia Nacional.
De cuando el Piles sobrepasaba en 41 veces los límites de contaminación
Sin embargo, entre 1991 y 2016 pasaron muchas cosas que permiten entender por qué en Gijón se sigue sin poder depurar las aguas residuales de algo más de 150.000 de sus casi 275.000 habitantes. De mano, se puso en marcha ese plan del saneamiento integral para adaptarse a las directrices de la UE evacuando los residuos mediante un tratamiento de depuración que permitiera controlar su emisión al medio natural. Y para que no volvieran a ocurrir episodios como el que se recoge en el libro con el que la Empresa Municipal de Aguas (EMA) de Gijón celebraba sus 40 años de trayectoria: en 1983 el río Piles, que desemboca en la playa de San Lorenzo, sobrepasaba en 41 veces los índices de contaminación tolerados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En mayo de este año, cuando aparecían esas enormes y primeras manchas marrones, hubo análisis en la desembocadura del Piles que decían que se sobrepasaba hasta en seis veces los límites permitidos de bacterias fecales.
El caso es que uno de los primeros pasos del plan de saneamiento en la cuenca este fue la inauguración de la planta de pretratamiento de aguas residuales ubicada en la zona del Pisón, conocida como la Plantona, en 1994. Los vecinos del Pisón, en base a que el Reglamento de Actividades Molestas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas (Raminp) no permite la instalación de ciertas infraestructuras a menos de 2.000 metros de distancia de un núcleo habitado y en vista de que tenían la Plantona al lado de sus casas, iniciaron ya en 1995 una larga batalla judicial que siguió con la depuradora hasta llegar a la sentencia del Tribunal Supremo.
Desde entonces, se fueron acometiendo diversas e imprescindibles actuaciones para ir tejiendo la red de saneamiento local, siendo la más destacada la puesta en funcionamiento de la estación depuradora de la cuenca oeste, La Reguerona, en 2005, que también tuvo un coste superior a los 30 millones de euros y que está ubicada en Aboño.
Dos años a la espera del visto bueno del Gobierno
En 2008, con varias sentencias relacionadas con la Plantona ya de por medio que podrían dar al menos una idea de por dónde iban las leyes y su aplicación al respecto de la proximidad de estas infraestructuras con núcleos de población, se presentaron en el Ayuntamiento de Gijón los planos de la futura y esperada depuradora de la zona este. Muy cerca de la Plantona. Para llegar a esa ubicación, se habían barajado varias y, como posteriormente diría el estudio de impacto ambiental que fue anulado por los tribunales, la del Pisón era la más idónea.
Sin embargo, 2008 fue el año en el que comenzó la crisis y el proyecto de construcción de la depuradora, con polémicas, críticas y todo lo que siempre acompañada a cualquier gran obra en la ciudad, no tuvo el visto bueno del Consejo de Ministros que entonces presidía Zapatero hasta 2010. Justo el año en el que se trataba en un pleno municipal que la Comisión Europea había anunciado que iba a llevar a los tribunales a España por incumplir la normativa sobre aguas residuales en una treintena de localidades, Gijón incluida.
Cuatro años de obras paralizadas a un mes de entregarlas
Las obras de la depuradora, que fueron financiadas por la Dirección General del Agua con un 80% de financiación europea de los fondos Feder, comenzaron en julio de 2012 y finalizaron en marzo de 2016. En ese periodo, hasta cinco sentencias (una del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y cuatro de la Audiencia Nacional) consideraron que la ubicación no era legal. E incluso recogen que la alternativa del Pisón, de entre las cuatro que se barajaron finalmente que incluían también el Rinconín, Peñarrubia y la Cagonera, era la peor desde el punto de vista medioambiental. Por ello, los tribunales anulaban el anteproyecto y el estudio de impacto ambiental, del que se dijo que carecía de motivación suficiente y que no reunía la razonabilidad exigible.
En abril de 2016 llegaría el cierre sin que ni siquiera hubiera comenzando a funcionar, para colmo cuando la Plantona ya estaba desmantelada, y, en el verano de ese mismo año, empezaron a verse unas manchas marrones por la costa gijonesa, por la zona de Peñarrubia, que es donde está el emisario submarino por el que salen las aguas sucias sin depurar de la zona este. Esas manchas también se vieron por ejemplo el pasado fin de semana y este pasado fin de semana, y la semana pasada y en varias ocasiones y en varias zonas del litoral.
Al ser un asunto de interés general, en vista de la multa millonaria y sobre todo por el daño que causa para el medio natural y para la salud pública que las aguas residuales de la zona este se viertan sin depurar, la Audiencia Nacional admitía en septiembre del año pasado que se pusieran en marcha los procesos de desarenado y desengrasado de la depuradora, los que se habían perdido cuando se desmanteló la Plantona y que tras varios meses de trámites deberían estar a punto de activarse. Sin embargo, a este cuento de la depuradora este de Gijón, o mejor dicho culebrón, aún le quedan unos cuantos capítulos para que la ciudad forme parte de ese 99,3% de aglomeraciones urbanas españolas que tienen tratamiento para sus aguas residuales.