Una joven catalana denuncia en redes haber sido «echada a patadas» de un local por pedir a otros comensales que dejasen «insultar a los catalanes». El propietario asegura que fue ella la que les insultó y arrojó contra ellos una copa de vino
23 dic 2017 . Actualizado a las 14:37 h.¿Catalanofobia o un comportamiento agresivo de quienes la denuncian en un restaurante gijonés? El testimonio de una catalana casada con un asturiano a través de las redes sociales ha desencadenado un cruce de versiones sobre lo acontecido al mediodía de ayer en un céntrico restaurante de Gijón. Alba Luna Suárez colgó ayer en sus cuentas de Facebook, YouTube y Twitter un vídeo rodado en plena calle de Begoña en el que denunciaba la situación vivida en el conocido restaurante El Candil, uno de los clásicos del centro de la ciudad, al que había acudido a comer con su marido. Según su versión, la situación se desencadenó cuando pidió a los vecinos de mesa, que conversaban en tono crítico sobre la situación en Cataluña, un cambio de conversación. Les hizo saber que era catalana, que se sentía molesta y que hablaran de otro tema, lo que -siempre según su relato- acarreó una reacción violenta por parte de los comensales y de los responsables del restaurante, que les expulsaron del local. Después de eso, y ya en otro establecimiento, Alba Luna asegura que fue abordada de modo inadecuado por agentes de la Policía Nacional, a los que se les había denunciado el altercado y pide a otros catalanes que boicoteen el establecimiento en el que ella y su marido se sintieron «agredidos por catalanes».
La versión del restaurante es diametralmente opuesta. Según el hostelero José Luis Camacho, una familia -«padre, madre, dos hijos de veitipico o treintaypico y una cuñada, el chico trabajando en Vic» -conversaba sobre las elecciones en Cataluña cuando la joven catalana «empezó a decir que estaban insultando al pueblo catalán». Uno de los chicos «se dio la vuelta« y le respondió «en buen tono que era una conversación privada, sin más». En ese momento, según Camacho, «la otra se levanta, coge una copa de vino y los baña en vino, mancha dos paredes, los manteles, la carta y a los dos chavales». Cuando uno de ellos se levantó para preguntar por su acción a la joven, su acompañante se levantó en actitud agresiva, por lo que -cuenta el hostelero- se puso «enmedio» para evitar que el altercado fuese a más. Los vecinos de mesa de la joven decidieron llamar a la policía «y en ese momento ella empieza a llamarles fascistas y marchan sin pagar, sin decir ni prepárame la nota».
«Estaban con el primer plato y una botella de vino del Penedés que habían pedido, y tenían la comanda hecha con dos platos más. Pero lo de la comida es lo de menos. Lo que cuenta es que yo estoy en mi casa, mi restaurante, alguien me insulta a los comensales, me mancha las paredes, las cartas y todavía es una víctima…», defiende José Luis Camacho, quien asegura que «en 17 años en el restaurante jamás había vivido nada igual».
Mientras tanto, la controversia sigue en las redes, con muestras de indignación o de solidaridad de otros catalanes o desde Asturias a la joven y supuestos testimonios de testigos que José Luis Camacho no identifica como presentes en el pequeño restaurante que regenta en el momento del altercado. El propio hostelero ha respondido por extenso el post de Alba Luna con su versión de los hechos. Alba Luna ha admitido en un comentario posterior de su post en Facebook haber tirado la copa de vino, pero -asegura- «para defenderme de las agresiones fue lo primero que encontré a mano» «A mi marido le rompieron toda la camisa y tiene erosiones por todo el cuello», añade.