Son las marcas asturianas de la treintena de maestros cerveceros de la quinta edición del Asturies Summer Beer Festival, que se celebra hasta mañana en El Bibio. «Hay muchas más marcas que gente para bebérselas, pero aún representamos solo el 1% del mercado», dicen
02 sep 2017 . Actualizado a las 09:51 h.De la treintena de cervezas artesanas que pueden degustarse hasta mañana domingo en el Asturies Summer Beer Festival, que celebra su quinta edición en la plaza de toros de El Bibio, siete llevan firma asturiana, seis con fábrica propia. Los visitantes pueden probar más de un centenar de cervezas artesanas diferentes, lo que no deja de ser la mejor prueba de la eclosión que tuvieron hace un par de años. «El mercado está saturado. Ha sido un proceso de locura y hay muchas más marcas que gente para bebérselas, pero precisamente por ello son necesarios festivales como éste que acerquen la cerveza artesana al público en general», explica Serxu Solares, organizador del evento y socio en dos de las marcas asturianas del evento: Bayura y La Estrella de Gijón, una de las novedades del festival puesto que su clásica rubia aparecía en el mercado este mismo año después de que la fábrica gijonesa en la que se fermentó durante 81 años cerrase en 1974.
«En Asturias había tradición. La Estrella de Gijón es de 1893, con posterioridad apareció El Águila Negra en Colloto y, durante esos años, también surgieron otras fábricas más pequeñas relacionadas con la cerveza artesana. Cuando estás en el país de la sidra es difícil destacar, pero en Gijón hubo incluso plantaciones de lúpulo. El mundo de la cerveza artesana tuvo presencia durante mucho tiempo en Asturias, pero la gran industria acabó con todo», indica Solares, que recuerda también que la cerveza artesana, pese la moda, la locura y la fiebre que suscita, representa tan solo un 1% del mercado total de España. Solares coincide con los cerveceros de las otras cinco marcas asturianas en considerar que entrar en el mercado es complicado pero, una vez dentro, la clientela es fiel. Y le cuesta volver a la industrial.
1. La Estrella de Gijón, de vuelta 43 años después de su cierre
«La Estrella de Gijón es de 1893, la fábrica cierra en 1974 y volvemos en febrero de 2017 con el mismo nombre, la misma imagen y la misma filosofía de entonces», dice Solares, que explica que el objetivo de esta nueva aventura cervecera es montar una fábrica con un pequeño museo en la zona oeste de Gijón. La misma de la fábrica original, que ocupaba tres edificios de cuatro pisos de altura (dos bajo tierra) en el entorno del Santa Olaya, en los que hoy siguen conociéndose como los edificios La Estrella.
«Era una bestialidad hoy día inviable», añade Solares, que recuerda que, de momento, se ha recuperado la clásica rubia, de cuatro grados y medio y perfecta para todo tipo de públicos. De hecho, está teniendo muy buena penetración en la hostelería local generalista. «Se está vendiendo muy bien y tiene una gran aceptación», asegura Solares. La Estrella de Gijón, en cualquier caso, se comercializaba antaño con otras cuatro o cinco variedades, todas ellas clásicas. Y la idea del nuevo equipo es recuperarlas todas. Para ello, han abierto varias fórmulas de posible financiación y, además de «estar en contacto con inversores, también queremos tener colaboración popular para tratar de hacer una pequeña fábrica y por ello lanzamos un crowfunding». Desde un mínimo desembolso para contribuir a relanzar parte de la historia de la ciudad hasta participar como socio, siempre con varias recompensas en las que la cerveza está presente: «Cuando finalice ese crowdfunding veremos en qué nos convertimos».
2. Cotoya, producción pequeña desde Lugones
Diego Rodríguez es el productor de cervezas Cotoya, siempre con fábrica propia. «Empecé en Santo Adriano en 2012 pero me cambié el año pasado al polígono de Puente Nora en Lugones». Como el es el único trabajador, la producción de Cotoya es pequeña y solo tiene una cerveza de continuo. Aunque también hace cervezas especiales y de temporada. «Sé cuáles le va gustando a la gente y también voy haciendo las que me gustan a mi», explica. Al Asturies Summer Beer Festival ha llevado otras tres. La Cotoya de Branu, con trigo, cilantro y lima, «que hago todos los veranos»; la de invierno, que es más potente y oscura, y la Black Siderala, en la que utiliza el mosto de manzana de sidra y fermentación mixta.
En su opinión, el mercado de la cerveza artesana funciona bien y ahora, como recuerda, está bastante de moda. Cotoya vende principalmente en Asturias, por el centro, en Oviedo, Gijón y Avilés, recientemente por las alas de la región y «fuera muy poco». Rodríguez dice que está contento, que aspira a mantener una estabilidad en la producción y, en un futuro, crecer si llega el caso.
3. Deva, siete variedades de cerveza de trigo hecha en Tineo
Mario Lada es uno de los tres amigos que, en 2015, cuando se conocían desde hace tiempo, decidieron que su pasión por la cerveza fuera un paso adelante montando su propia fábrica en Tineo. «Antes habíamos hecho alguna cerveza en otras fábricas, pero arrancamos ese año». Tienen siete variedades, de trigo, entre las que destacan la Gulpiyuri de invierno, que también tiene versión de verano con sabor, color y aroma distintos; la Coconut, una cerveza negra con sabor a coco y cacao «que es un poco diferente a las demás», y la Ripa, una doble Ipa.
«Es un mercado complicado porque las grandes marcas, al final, intentan coparlo todo y, aunque yo no les veo como competencia directa, son ellos los que en realidad no dejan que nos incorporemos a este mercado en bastantes ocasiones», dice Lada, que explica que en cervezas Lada se aspira a mantener la producción. Y, por supuesto, seguir innovando: «Siempre vas haciendo cosas nuevas, pruebas, y si ves que gusta la sacas al mercado. Estamos siempre intentando innovar y hacer cosas nuevas metiendo, claro, los productos que funcionan», dice. Las cervezas Deva salen puntualmente fuera de Asturias: «La cerveza artesana suele tender a ser un mercado bastante local, regional, aunque ahora mismo se está abriendo más pero hasta ahora era muy local».
4. Curuxera, hecha en el único brewpub de Asturias, L’Espumeru de Langreo
Hugo Suárez es el propietario del mítico L’Espumeru de Langreo, de sobra conocido en la cuenca del Nalón por sus 20 años de historia. «Hacemos cerveza desde hace cuatro años y somos un brewpub». Un brewpub es un restaurante que produce su propia cerveza para ser consumida en sus instalaciones y Curuxera es el nombre de los cinco tipos de cerveza que se sirven en L’Espumeru. La filosofía del local es de sobra conocida: «La cerveza, cuanto más fresca, mejor. De la fábrica al vaso».
A sus clientes les ofrecen la Pilxen, una lager estilo checo; la de Trigo, de un estilo de trigo alemán; la Yankee, que es una pale ale americana; la Conventín, una tostada de abadía, y la Strix, una stout. Ninguna embotellada. «No quiero crecer. El concepto de brewpub es precisamente eso. Además yo no quiero embotellar y no embotellamos. La Curuxera nunca estará embotellada, pero sí tenemos un concepto de reciclaje porque vendemos una botella al cliente, de 75, decorada y con tapón de cerámica, y se la llenamos con cerveza para que se la lleve a casa», explica Suárez. Si retornan el casco, se les devuelve el dinero como antaño. «También estaríamos encantados de vender a granel si trajeran sus propias botellas», añade, aunque reconoce que no se da demasiado, por no decir nada, el caso.
Su clientela es de la cuenca, pero está creciendo. «Estamos en la cuenca, que es un mundo muy reducido, pero notamos que hay como una especie de turismo cervecero. Nos viene gente que no es habitual desde Gijón y de otras partes de Asturias, e incluso de Madrid, de Barcelona. Gente a la que le mueve esto para hacer turismo», indica. L’Espumeru es el único brewpub de Asturias y uno de los pocos de España, en donde Suárez calcula que habrá una decena. «En Chequia, en Alemania, hay muchísimos. Nosotros optamos por el concepto de horno con pizza artesana y también aprovechamos para utilizar la propia levadura de la cerveza en la base de la pizza».
5. Bayura, 37 variedades distintas desde el polígono de Roces en Gijón
Sexu Solares recuerda que los primeros productores de cerveza artesana en Asturias surgieron en 2012, aunque La Xana había hecho un intento en la década anterior que no llegó a cuajar. la gijonesa Bayura, en la que es uno de los tres socios, desde entonces, oferta 37 variedades distintas de cerveza artesana. «No siempre las tenemos todas en producción, algunas son efímeras y otras por temporadas», indica, explicando que ahora, aparte de en el proyecto de La Estrella de Gijón, están más centrados en un único proyecto, que es Lambic, con fermentación espontánea como la sidra a través de levaduras salvajes. «Son cervezas más ácidas, algo que nos distingue porque somos lo únicos que las hacemos en Asturias y de los pocos en España -indica-. Están envejecidas en barrica con diferentes tiempos y recuerdan más a un vino o a una sidra que al concepto de cerveza».
Bayura tiene su propia fábrica en el polígono de Roces y vende en Asturias pero también fuera de ella y en el extranjero, «ya que tenemos dos colaboraciones con una cervecera de Portugal y otra de Escocia». Las perspectivas de futuro son sencillas: «Tirar para adelante y centrarse en La Estrella de Gijón».
6. Nurse, dos enfermeros ovetenses reconvertidos en ‘gipsy brewers’
Javier Santamaría es uno de los socios de la marca de cervezas Nurse, que significa enfermer@ en inglés y que tiene por logo una enfermera. «Los dos somos enfermeros y de ahí la imagen de la marca», explica Santamaría, a quien este fin de semana le ha tocado el evento de Gijón mientras que a su compañero otro festival en Burgos. «Somos de Oviedo y nómadas, cerveceros gitanos, o como se dice en inglés, gipsy brewers». Esto quiere decir que no tienen fábrica propia, sino que utilizan varias: «En Estados Unidos es habitual. Tiene sus pros, como no tener gastos fijos al mes, pero la desventaja de que es más cara».
Nurse tiene cinco estilos, algunos de ellos haciendo un juego de palabras con medicamentos conocidos. Por ejemplo la Ipaprofeno, que es una IPA de 6,7 grados amarga «y la que más éxito tiene desde que empezamos», o la Palacilina, la más suave con 5,3 grados y medio. La lista se completa con la Vetusta, una tostada suave; la Summer love, de verano y saison belga, y la 1984, «que es el año en el que nacimos y por eso estamos los dos dibujados y vestidos de enfermeros en la etiqueta». «Como somos enfermeros, somos clientes antes que elaboradores. Hacíamos cerveza artesana en casa desde hace años y decidimos salir al mercado y ponerle el nombre al que nos dedicamos de profesión», explica Santamaría, que también recuerda que el mercado tuvo su boom hace dos años, «con muchas marcas nuevas, pero ahora está en una fase más estable y, en tres o cuatro años, veremos cómo evoluciona».
Tiene claro que la cerveza artesana, en todo caso, ha venido para quedarse y se muestra convencido de que cada vez tendrá más presencia pero no pasa por alto el sesgo que hubo en Estados Unidos y confía por ello en que Nurse sea de las que siga adelante. De momento, no solo venden en Asturias, sino donde surja la oportunidad como por ejemplo China, Barcelona y, si dan con distribuidor, Madrid.
7. Pepinum, la poción asturiana de la cerveza artesana de Olloniego
Hace cuatro años Iván Vázquez empezó a hacer cerveza artesana, pero debido a los permisos y a la lentitud burocrática, no empezó a comercializarla como Pepinum hasta julio del año pasado. Su fábrica se encuentra en el polígono de Olloniego y produce una única cerveza todo el año, una tostada de estilo inglés que se llama Pale Ale. Pepinum también tiene cervezas estacionales como la Summer Ale, una rubia de trago largo, y tres de invierno como la Hoptauros, de 10 grados y con toque a caramelo; la Asturias Republican Stout, negra y con final seco, y la Poción Asturiana, que lleva clavo y canela de Zanzíba, cáscara de limón y orégano.
«El mercado no está muy allá; aún no existe una cultura de la cerveza artesana», indica Vázquez, que aún así destaca que quienes prueban cervezas artesanas ya no vuelven a las industriales «de agua, gas y color. Son incapaces de volver a ellas». A Pepinum, como a todas las marcas de cervezas artesanas, le costó entrar en el mercado, pero sí vende cada vez más aunque hace hincapié en la dificultad de llevar a cabo la labor de comercialización. Se vende en Oviedo, Gijón y Avilés, «este año más por la costa de occidente, pero aún no podemos llegar fuera de Asturias». Y tampoco se plantea hacerlo a través de internet porque, de momento, tampoco puede garantizar que la cerveza llegue en las condiciones más apropiadas: «Es un mundo complicado, y más con la competencia desleal de cervezas que dicen que están hechas en Asturias y en realidad se hacen fuera».