«Es muy español hacer un chiste de humor negro contra Carrero Blanco»

Pablo Batalla Cueto GIJÓN

GIJÓN

Leo Bassi, en un momento de su último espectáculo
Leo Bassi, en un momento de su último espectáculo

«El Papa patólico reconoce la valentía de Francisco y tiene mucha admiración por este papa católico», dice el cómico italiano, que actúa en el Jovellanos como parte de la Semana del Aula «García Rúa»

02 feb 2017 . Actualizado a las 19:27 h.

La XXI Semana del Aula «José Luis García Rúa» no solo tiene sitio para el debate en salón de actos: también para el humor más destrozón, irreverente y bufonesco. Leo Bassi se suma con su comicidad de payaso con martillo pilón a la programación de la Semana con una actuación en el teatro Jovellanos en la que repasa lo mejor de una trayectoria en la que el italiano ha llegado a autoproclamarse sumo pontífice del patolicismo, una de las sátiras más peculiares del humor hecho en los últimos tiempos en una España donde lo humorístico ha pasado a ser tema de debates seguramente demasiado serios, como las consecuencias de hacer humor negro con Carrero Blanco en Twitter.

-En España, en los últimos tiempos, hay un debate muy candente sobre los límites del humor. ¿Cuáles deben ser a su juicio? ¿Debe haber alguno?

-Pienso en el caso de Strawberry, de Def Con Dos, al que han condenado a un año de cárcel, o los cuatro la cuatro o cinco tweets como Carrero Blanco, lo veo ridículo. Y lo digo por una razón muy personal. Si yo me he afincado en España así como veinte años, en mucha medida ha sido por el humor negro. Yo adoro el humor negro y, cuando llegué a España y vi cómo en los bares y entre la gente era muy practicado, me encantó. Creo que los jueces españoles han olvidado que el humor negro tiene muchísimo público y forma parte de la cultura española. Es tradicional, uno de los aspectos más curiosos e interesantes de la cultura española. En este sentido, los límites dependen del público. Si dices una cosa horrorosa y nadie se ríe, muere por su cuenta; si dices una cosa, se ríe todo el público, tienes una sala con mil personas y se descojonan, entonces esta censura no solo toca al artista, sino a toda la gente que se ríe con estos chistes. No solo está la libertad de expresión, sino también de escuchar, poder informarse y poder decidir por nuestra propia cuenta si nos interesa o no esta forma de humor. Quizás el único problema es este medio nuevo, la red, Twitter. Tú estás sentado en tu casa o donde sea contando tus ideas, pero es leído y visto potencialmente por miles y millones de personas. Ahí es donde puedes tener problemas, porque hay cosas que puedes enseñar a tus amigos, pero hay gente con pensamiento muy diferente que se va a ofender. Pero creo que ya no es un problema del artista o del cómico, sino de Twitter, que no sabemos hasta dónde puede llegar. La cuestión al final es si el público tiene derecho o no.

-O sea, que esa mano invisible que autorregula y que los liberales dicen que funcionan para otras cosas, tendría que funcionar también para el humor.

-Hay un mercado libre de los chistes. Si los chistes funcionan, si la gente se ríe, el cómico va a seguir haciéndolo; si son tan horribles que nadie se ríe, el artista no va a ir a ninguna parte y se va a retirar de su oficio. Para mí, la regulación se hace de esta manera.

-¿Por qué quieren ponerles límites al humor quienes quieren ponérselos? ¿Tan peligroso es?

-Hay dos cosas, una menor y una mayor. La menor es que dicen que puede inspirar a un terrorista o a alguien. No sé si el terrorismo funciona así. Ese argumento dice que banalizando la violencia con los chistes puedes fomentarla. Otra cosa que es mucho más verdad, pero que no se dice, es que nuestra existencia depende de narrativas. La comicidad, haciendo reír contra el poder, es peligrosa para la gente que lo tiene porque te quita el miedo, ese instrumento que ellos utilizan para gobernar y dominar a la gente. Si la gente ve que puede reirse del poder, los poderosos no dan miedo, y esto para ellos es muy grave. Por ejemplo, sé que hubo chistes terribles sobre la pobre sobrina de Miguel Bosé, que murió hace poco de cáncer, y no se han abierto diligencias contra los autores de estos chistes; pero un chiste contra Carrero Blanco o gente de la antigua dictadura española produce reacciones. Hay gente que controla la narrativa y otros que no, y esto también es parte de la lucha por la democracia: reivindicar nuestra libertad de decir lo que pensamos.

 -¿Puede haber un humor de derechas o, por las razones que comenta, solo puede ser de izquierdas?

-No, hay humor de derechas, y lo hay muy bueno. Hay humor racista, homófobo, misógino que puede hacer reír, pero no se lucha contra estos chistes prohibiéndolos, pero se lucha contra ellos haciendo otros mejores, que defiendan valores humanistas.

-Desde la derecha se le suele criticar diciendo que se mete con la Iglesia católica, pero no con el Islam. ¿Es verdad?

-Es más complicado de lo que parece. Si yo encuentro chistes divertidos, que hacen reír al público y son inteligentes, yo los hago con cualquier religión y en cualquier momento. El problema es que la situación con el Islam es muy particular. En primer lugar, en Europa no somos de cultura musulmana y mi público tiene la misma cultura que yo, que fui a una escuela católica como mucha gente aquí. Yo hago chistes sobre cosas que el público conoce y yo conozco también, de modo que estamos en la misma onda. Hacer chistes contra el Islam, sinceramente, no tiene mucho sentido en mis espectáculos, parecería racismo: gente católica y yo de origen católico mofándome de otra religión o de otra raza. No es la misma cosa que hacer chistes sobre algo que es mío. Pero si un día encuentro un chiste muy bueno, muy divertido, que haga reír a la gente, lo voy a soltar. Y luego hay otra pregunta, que te hago yo a ti, ¿por qué no me has preguntado si hago chistes contra los hindús o contra los budistas o contra los animistas, por qué solo contra el Islam? Porque si tu vas a la India y haces un chiste contra los hindús, la relación sería violentísima, te pueden matar. Los budistas tienen otra filosofía, pero no creo que les produzca mucho placer que llegue una persona y se ría de ellos sin ser budistas él mismo.

 -De Papa patólico a Papa católico, ¿cuál es su opinión sobre Francisco?

-Lo quiero mucho. Hay una gran diferencia entre papas como Ratzinger, que era duro y cerrado. Yo creo en la sinceridad de Francisco. Con las cosas que dice y con sus acciones, creo que está intentando rectificar un camino equivocado de toda la Iglesia católica. Como es una religión que conozco, sé que tiene muchísimo mérito. Se ve la dificultad de sus esfuerzos porque le van cayendo encima cosas de todas partes, como ha sucedido últimamente con la historia sobre los Caballeros de Malta. El Papa patólico reconoce la valentía de Francisco y tiene mucha admiración por este papa católico.

 -Para terminar, ¿se atrevería a hacer un chiste sobre Carrero Blanco?

-(Risas) No estaba en España en ese momento, lo único que pude hacer es verlo desde fuera. Yo sigo hablando con gente de mi generación y un poco más mayor, gente que había luchado contra el franquismo, pero desde fuera es difícil para mí. Solo hago chistes sobre las cosas que puedo dominar. Pero creo que es muy español hacer un chiste de humor negro sobre Carrero Blanco, y cuanto más negro el humor, más me gusta.