El Centro Integrado Pumarín-Gijón Sur acoge desde hoy una exposición sobre los 125 años de historia de la Agrupación Socialista de Gijón
19 ene 2017 . Actualizado a las 16:52 h.Quedaba más de medio siglo para que naciera Felipe González y 71 años para que viniera al mundo José Luis Rodríguez Zapatero. Faltaban décadas para que el abuelo de Susana Díaz se empleara como fontanero y lustros para que el de Patxi López se quedara semiciego haciendo la colada de hierro fundido en los Altos Hornos de Vizcaya. 125 años, los que hace de la fundación de la Agrupación Socialista de Gijón, son muchos años, y para celebrar la efeméride los socialistas gijoneses inauguran en el Centro Municipal Integrado-Gijón Sur una exposición sobre su historia. En ella cabe todo aquello por lo que puede pasar un partido político: revoluciones y desencantos, largas travesías del desierto y rumbosas resurrecciones, Palacios de la Moncloa y Pozos Funeres.
El comisario de la exposición es el escritor y columnista de La Voz de Asturias Miguel Barrero, que la ha dividido en tres partes. La primera, «El nacimiento de unas ideas», abarca los años comprendidos entre 1879, cuando se funda el partido en Madrid ?la agrupación gijonesa tardará doce años más en fundarse?, y el funesto 1936, e incluye documentos como el primer programa municipal que el PSOE propuso para la ciudad de Gijón, y que da buena cuenta de las dramáticas condiciones de vida que en aquel entonces padecía la clase trabajadora. Los socialistas exigían una jornada máxima de ocho horas, dar ropa y calzado a los hijos de los trabajadores en invierno y en verano o crear casas de maternidad para acoger a los hijos de las trabajadoras cuando éstas tengan que acudir al taller o la fábrica. Entre los grandes nombres gijoneses de esta infancia y juventud del partido, los de Manuel Vigil Montoto, primer secretario general de la FSA, y Teodomiro Menéndez, diputado durante la Segunda República, resplandecen con especial intensidad.
Los años de plomo y lo que vino después
«Los años de plomo» es el título de la segunda de las fases en que Miguel Barrero ha dividido la historia del partido a fin de condensarla en la exposición: la comprendida entre 1936 y 1975 y correspondiente a la guerra civil y a la larga noche francofascista. Lo poco que hay que contar de estos cuatro decenios que el partido atravesó desangrado por sus propias querellas internas y participando tan solo testimonialmente en una lucha absolutamente hegemonizada por el PCE, la exposición lo condensa en tres nombres fundamentales: los de Emilio Barbón, Marcelo García y Agustín González García, Otilio, los hombres que durante la dictadura mantuvieron viva la llama del socialismo en Gijón.
Hay más que contar, y el partido lo cuenta con orgullo y mucho mayores extensión y detalle, de los años que vinieron después: los más de treinta años ininterrumpidos durante los cuales tres alcaldes socialistas, José Manuel Palacio, Vicente Álvarez Areces y Paz Fernández Felgueroso, lideraron la enorme transformación de una ciudad que, como España según Alfonso Guerra, llegó a la democracia con todo por hacer -ni alcantarillado había en algunos barrios- y acabó por no conocerla ni la madre que la parió. La exposición repasa en esta parte los grandes hitos de esos años, desde la construcción de centros municipales, colegios, museos y ambulatorios hasta la desnazificación del nomenclátor urbano y la paralela erección de homenajes a los héroes de la República, pasando por la puesta en marcha de diversas ayudas municipales al bienestar social. Incluso se saca pecho sobre emprendimientos más polémicos, como la reconversión industrial de los ochenta o la reciente ampliación del puerto de El Musel.
No son buenos tiempos, éstos, para un partido que sin embargo encara el futuro con optimismo y entusiasmo. «En nuestros 125 años de historia, las y los socialistas hemos andado lo suficiente como para conducir el porvenir de Gijón hasta un buen puerto. Este recorrido por nuestra historia pone de manifiesto que sabremos llevar el barco por los nuevos mares hacia los que nos dirigirá la singladura que está por empezar», proclaman ufanos en uno de los paneles de la exposición.