Bart Bauzá controla la carga de barcos en el mayor puerto europeo
22 ago 2022 . Actualizado a las 12:35 h.Bart Bauzá trabaja en el mayor puerto de Europa, el de Róterdam, monitorizando barcos que exportan petroquímicos a Brasil. Nacido en Pontevedra, este joven de 27 años dejó Galicia con tan solo tres porque su padre, militar de profesión, fue destinado a otros países. Ha vivido en Portugal, en el Reino Unido, Irlanda, en Dinamarca, Suecia y ahora en los Países Bajos, pero sus raíces continúan intactas. Se dedica a controlar la carga de los barcos que exportan petroquímicos para una de las empresas más importantes del mundo en el sector y todo gracias a su gran pasión desde que tiene uso de razón, el mar.
—¿Cómo empieza su afición por el mar y los barcos?
—Haber nacido en Galicia, en Pontevedra, a unos metros de la ría, influye mucho. Además, desde muy pequeño, y debido a que mi padre estaba en la Marina, siempre he ido a colegios y campamentos de verano relacionados con la industria y con el mar. Desde clases de vela hasta visitas a El Elcano cuando salía rumbo a Cádiz desde Ferrol.
—Una pasión de la que vive actualmente.
—Eso es. Cuando terminé el bachillerato, estudié Comercio Marítimo y Logística en Plymouth, al suroeste de Inglaterra, y tres años después ya estaba trabajando en una naviera danesa que se llama DFDS y que opera exportando camiones por toda Europa. Allí estuve dos años y de ahí me fui a Suecia, pero esta segunda experiencia no me gustó mucho y entonces me moví a Róterdam, porque la empresa me encontró un puesto allí. Es una ciudad portuaria muy orientada al mar, con el puerto más grande de Europa y con muchos jóvenes que quieren crecer en la industria, y de esto han pasado ya cuatro años.
—Echando la vista atrás, ¿cómo valora su vida en los Países Bajos?
—La verdad es que muy positivamente, pese a que los comienzos fueron duros. Nada más llegar empecé a trabajar para DFDS en un puesto de gran responsabilidad en el que me pedían con tan solo 22 años que hiciera de mediador entre Holanda y Copenhague a la hora de monitorizar las cargas que debía llevar cada barco y la verdad es que me superó. Estuve un año y medio trabajando hasta que decidí renunciar a ello porque me venía muy grande, y en ese momento necesitaba otro tipo de trabajo en el que yo pudiera expandir mis conocimientos. Pensándolo en frío, a día de hoy no me arrepiento. Me moví entonces a una naviera gasística llamada Anthony Vader donde estuve durante dos años y medio monitoreando cargas de gas natural licuado y de ahí pasé a Braskem, una empresa brasileña que se encarga de la compra y venta de productos petroquímicos.
—Trabajando con este tipo de productos, ¿cómo influyen los daños colaterales de la invasión de Rusia a Ucrania?
—Pues nosotros transportamos un derivado del petróleo que se llama nafta y la verdad es que la subida de precios de este producto ha sido brutal. Si estábamos recibiendo facturas de 30 millones, ahora las vemos duplicadas. Esto también hace que tengamos que encontrar otras rutas para cubrir las cargas que nosotros teníamos desde Rusia porque si el barco está parado no facturamos. Ahora importamos más de Estados Unidos y también del norte de África y de España, y todo llega a Brasil. Esto hace que tengamos que pagar un mayor precio y las calidades son diferentes por lo que las terminales que reciben nuestro producto tienen que adaptarse a las expectativas de esta nueva carga.
—Ahora que ya tiene unos años de experiencia en el sector, ¿dónde se ve en los próximos años?
—Hace unos cinco años, antes de llegar a Róterdam, estaba convencido de que quería estar en un sitio dos o tres años y moverme. Quería ir a Singapur, a Houston, a Londres y a Shanghái alguna vez en la vida, pero con el paso de los años me he dado cuenta de que en Holanda estoy muy cómodo. Tengo mi vida aquí y me veo con menos ganas de exponerme a otros países. De hecho, la única posibilidad que me plantearía es volver a España.