La pasión que lleva a cruzar océanos

Carla Vega REDACCIÓN

EMIGRACIÓN

Alejandro Durán, de casco azul, y Lucía Martínez, a su lado, en una de las excursiones de rafting en Chile
Alejandro Durán, de casco azul, y Lucía Martínez, a su lado, en una de las excursiones de rafting en Chile

Lucía Martínez y Alejandro Durán viven por y para el rafting, un deporte que les apasiona hasta tal punto que han decidido cruzar el Atlántico para poder vivir de él

18 feb 2020 . Actualizado a las 09:09 h.

Durante tres años Lucía Martínez y Alejandro Durán encontraban en el pirineo aragonés su refugio perfecto, el hogar ideal, donde su vida y su pasión por el rafting eran todo uno. En España vivían por y para este deporte, pero la temporada tan solo dura cuatro meses al año y con el tiempo, eso les sabía a poco a la pareja, que comenzó a estudiar qué variantes tenían para conseguir que el rafting fuese un trabajo «a tiempo completo». Así, poniendo sobre la mesa sus posibilidades, fue como llegaron a Chile, donde se encuentran actualmente al ser este país el que alberga los ríos más importantes de Sudamérica. Él trabaja como guía y ella como administrativa de una empresa de rafting chilena, que les ha dado la oportunidad de conseguir su ansiada «contra temporada». De este modo, esos cuatro meses con los que contaban en España, se extienden hasta conseguir casi el año completo.

«Tomamos la decisión de que si queríamos seguir trabajando de eso, ya que nos apasiona, la única opción que nos quedaba era esta, trabajar en un país donde la temporada de verano coincida con el invierno en Europa», explica Martínez. Llegaron a Chile en noviembre con las maletas cargadas de ilusión y ganas de trabajar, y donde ya contaban con una compañera que había trabajado con ellos en España. Lograron contactar con una empresa chilena que trabaja dos meses en el Ñuble, a unos 500 kilómetros al sur de Santiago; y otros dos meses en Ensenada, lo que supuso una gran motivación para la pareja, ya que podrían estar en diferentes lugares del país trabajando con la misma empresa.

Los comienzos no fueron fáciles, ya que llegaron al país sudamericano en día de paro nacional. Tuvieron que quedarse una noche en Santiago, ya que sus maletas se extraviaron, y la ciudad no pasaba por su mejor momento dado al estallido social que se produjo. Fue al día siguiente cuando partieron hacia San Fabián de Alico, donde se instalarían hasta enero, y lejos de ir a mejor, surgió otro pequeño incidente. «El que iba a ser nuestro jefe no podía ayudarnos por problemas personales. Entonces pensamos en alojarnos en una cabaña, ya que aquí se alquilan mucho este tipo de alojamientos, o un camping, hasta encontrar otro lugar donde quedarnos», narra Lucía Martínez. Afortunadamente la hospitalidad local hizo que la situación comenzase a mejorar para los asturianos, ya que una familia que vio como caminaban por la calle les acogió en su hogar, donde pudieron hospedarse en la tienda de campaña que portaban. Esa misma familia fue la que les encontró un alojamiento permanente hasta enero.

Durante los primeros meses, en noviembre y diciembre, Martínez no llegó a trabajar en la empresa, ya que el volumen de servicios no era tal como para contar con sus servicios, mientras que Alejandro Durán si que comenzó con su trabajo como guía. Durante ese tiempo, ella aprovechó para conocer lo máximo posible el país y otros cercanos, hasta que finalmente comenzó en enero a trabajar en la oficina. «Ahora mismo solo me dedico a venta, consiguiendo clientes, firmando convenios con alojamientos para que nos manden gente, etc., pero seguimos viajando. Por ejemplo, hace unas semanas estuvimos en Argentina visitando a un amigo», cuenta Martínez. Una vez concluida la temporada en el Ñuble, se trasladaron al sur, a Ensenada, donde se encuentran actualmente y donde viven con el resto de sus compañeros de trabajo.

Este cambio radical, de trabajar en el mundo del rafting en España a hacerlo en Chile, está siendo toda una experiencia para ambos. «Las aguas de los ríos españoles y los chilenos son muy diferentes. En España son más estrechos, con mucha roca, desnivel, y muy técnicos. Aquí sin embargo hablamos de ríos de volumen, con mucha agua. Son más divertidos porque tienen mucha ola, mucho movimiento de agua. Durante todo el recorrido salpica, están rompiendo olas, y la gente se lo pasa muy bien. Técnicamente, son más fáciles que los de allí, pero son más bravos», explica Alejandro Durán, que realiza estas excursiones a diario.

Ahora, tras lanzarse a la aventura de cambiar las aguas de unos ríos por las de otros, no temen a ningún otro obstáculo. Tanto es así que actualmente estudian otras opciones para configurar su propia temporada anual de rafting. «De cara al futuro, esperamos poder hacer siempre la contra temporada. Lo intentaremos en Canadá el próximo año, de junio a septiembre, y luego volver a Sudamérica de enero a marzo. Esto es lo que tenemos pensado hacer durante los próximos años. También nos gustaría probar en Perú, porque quizás el jefe abra una base allí. Básicamente buscando siempre el verano, que el frio no nos gusta», bromea Martínez.

Con esta idea establecida, lo que la pareja planea hacer es organizar sus viajes con tiempo e invertir parte de lo ganado en trasladarse a otros lugares. «Nuestra intención es que con lo que ganemos en la temporada de primavera, compremos el billete de vuelo para otro destino. Así empezamos a trabajar otros cuatro meses, y con lo que ganemos durante la temporada, nos mantenemos. Solo dependemos durante tres meses de nuestros ahorros. Es complicado el viajar a la otra punta del mundo sin usar tus ahorros, pero es la forma que hay de hacerlo. Los sueldos aquí no son muy altos, pero te da para vivir e incluso hacer algún viaje pequeño», explica Martínez.