
Carla Mesa, una estudiante avilesina de ciclo superior, descubrió casi sin querer esta oportunidad. «Es una experiencia inolvidable, te hace madurar»
28 oct 2019 . Actualizado a las 13:11 h.La «experiencia Erasmus» siempre ha sido una de las más atractivas para cualquier estudiante. Ya en la universidad o en ciclos formativos es muy común que la idea de vivir durante un tiempo en un país extranjero ronde por la cabeza de muchos de los alumnos, aunque a otros simplemente les llega como una casualidad. Este es el caso de la avilesina Carla Mesa Vega, quien pasó unos meses en Reggio Calabria, Italia, gracias a la beca erasmus que disfrutó durante el último curso del ciclo superior de Gestión de Ventas y Espacios Comerciales. «Era algo que no me había planteado hasta empezar el ciclo. El primer año me informaron sobre ello ya que sacaba buenas notas, y me dijeron que podía entrar en el programa más fácilmente. Me empezó a llamar la atención la idea y tras hablarlo con mi entorno, me animaron a hacerlo».
Carla comenzó el proceso de papeleo para aplicar a la beca junto con otros tres compañeros. Todos ellos contaron con el apoyo de una de sus profesoras, que les guio a la hora de encontrar el destino ideal. «Ella (la profesora) tiene un familiar que organizó un erasmus en Reggio Calabria, por lo que sabía que era un lugar agradable y de los más baratos de Italia. Esto último era importante, ya que la beca Erasmus para universitarios y estudiantes de Ciclos Superiores, como es mi caso, es de apenas 1.000 euros».
Erasmus para trabajar
En el frío mes de febrero, y tras tres vuelos, el primer contacto de Carla con Italia fue Roma. «Nunca había estado en Italia y la verdad que me sorprendió. La gente es muy agradable e intentan ayudarte en lo máximo posible sabiendo que eres de otro lugar y no conoces el idioma». Una de las principales diferencias de la beca Erasmus para los universitarios y para los estudiantes de ciclo, es que los primeros dedican su estancia a estudiar, mientras los segundos van a realizar prácticas trabajando en su sector. «Trabajé en una tienda de ropa y, a pesar de que yo no sabía nada de italiano, la gente intentaba comunicarse en inglés o incluso en español. Usaban el traductor, te enseñaban todo lo que podían, y repetían las cosas varias veces si hacía falta».
Tras los dos meses que duró la estancia de Carla en Reggio Calabria, era hora de volver a casa y hacer balance de la experiencia. «Fue incluso mejor de lo que cualquiera de nosotros se hubiera esperado. He conocido a mucha gente con la que he hecho amistad de otros lugares de España, también con gente local, y he conocido lugares nuevos que ni me imaginaba que podría haber visitado. Es una experiencia que en conjunto, y estando distanciado de tu familia y amigos, te hace madurar. Desde luego es una experiencia inolvidable y muy bonita de vivir, por lo que se la recomendaría a cualquiera».
Tras una vivencia como esta, y si todo sale como se esperaba, es normal que al volver a casa uno se plantee si vivir en el extranjero es algo que les gustaría volver a repetir o, quien sabe, hacerlo permanente. «Me plantearía irme a vivir al extranjero pero con amigos, pareja o familiares, y sólo durante unos años, ya que me gustaría tener una estabilidad cerca de mi familia y amigos. Me he dado cuenta de que puedo enfrentarme a muchas cosas, como aprender un idioma distinto en poco tiempo, resolver problemas de la manera más eficaz posible, o aprender a vivir compartiendo piso con amigos y no familia. El lugar sería lo de menos, mientras me encontrase cómoda con el estilo de vida y la gente de allí».