Dos estudios del Principado confirman que el profesorado con motivaciones altruistas soporta mejor las conductas disruptivas y los problemas laborales
23 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Existe una creciente presión para que los sistemas educativos públicos formen, seleccionen y promocionen a docentes motivados y vocacionales, que garanticen una oferta educativa de calidad. Sin embargo, es igual de cierto que en las últimas décadas la profesión docente ha perdido atractivo y prestigio. Los problemas de convivencia y el empeoramiento de las condiciones laborales han alejado de las aulas a potenciales profesionales. Así que la ecuación parece difícil de despejar. Lo primero sería preguntarse cómo son los docentes asturianos, si están satisfechos, si son vocacionales, si encuentran algún tipo de gratificación personal, si necesitan algo. Esto es justo lo que acaba de hacer la Consejería de Educación con dos informes recientemente publicados. Sus conclusiones son reveladores. Trabajar en el aula sigue siendo una profesión claramente vocacional. Ni el género ni el tipo de estudios influyen en la satisfacción pero sí la edad. También se ha detectado que los maestros de Primaria son más felices que los profesores de Secundaria. La inestabilidad, algo que sufren de manera cotidiana miles de interinos, es uno de los principales motivos de conflicto.
Las caras de Jano: satisfacciones e insatisfacciones en la docencia y Vocación docente: motivos para elegir la enseñanza son los dos informes de evaluación que acaba de publicar la Administración. Ambos se basan en las respuestas dadas por los profesionales a los cuestionarios TALIS, el estudio internacional realizado en 2018. Los autores destacan que estos trabajos son estadísticamente representativos y que, por tanto, muestran una foto fija viable de la motivación de miles de docentes asturianos.
Las motivaciones
Esta investigación refleja que más del 62% del profesorado asturiano reconoce que la docencia fue siempre su primera opción, es decir, que fue una vocación temprana. Este es el mismo promedio de sus colegas en toda la Unión Europea y ligeramente superior a la media nacional. Hay más docentes por vocación en Primaria que en Secundaria. Las motivaciones de carácter personal, como la estabilidad laboral, la seguridad y los horarios, tienen más importancia para aquellos que ejercen en Secundaria y Bachillerato. En cambio, en los de Primaria tienen más motivaciones sociales y altruistas, eligieron carrera con la idea de influir en el desarrollo del alumnado y beneficiar a las personas más desfavorecidas.
Según estás conclusiones, ¿qué pueden hacer las Administraciones para tratar de atraer y retener hacia la docencia a estudiantes con vocación? Los autores proponen tres líneas de trabajo que mezclan los intereses de los vocacionales y de aquellos que persiguen un trabajo seguro. Así creen que se debe implantar la evaluación docente, potenciar la cultura de colaboración de los centros y también las relaciones del profesorado con los estudiantes.
La investigación concluye que el profesorado y las prácticas docentes son factores que tienen mucho impacto en los resultados y que la sociedad reclama que se capte a las personas más cualificadas. Esta necesidad social choca, sin embargo, con la realidad actual, donde se encuentra que dar clases es una profesión que ha perdido prestigio y también atractivo. El desequilibrio entre la oferta y la demanda de plazas es otro reto añadido. Esa es la cuadratura del círculo que tienen que encajar los Gobiernos.
¿Qué pasa con los que ya están ejerciendo? ¿Los docentes que ya pueblan las aulas del Principado se sienten satisfechos? ¿Están contentos con su carrera? Como ya se dijo en el estudio anterior, los vocacionales siempre se encuentran más orgullosos y contentos con su oficio. No obstante, hay factores comunes a todos. La dinámica del aula y las relacciones con el alumnado son cruciales. «Las aulas con clima de trabajo ordenado y los grupos motivados y con altas expectativas académicas predicen mayores niveles de satisfacción docente, mientras que esta disminuyee ante la indisciplina y el absentismo», argumentan los autores. El género y el nivel de formación no parece tener impacto. En cambio, la insatisfacción aumenta a medida que lo hace el número de centro de destinos por lo que se pasan, es decir, entre los interinos sin plaza fija.
¿Están satisfechos?
En términos generales, nueve de cada diez docentes asturianos se muestran a gusto, disfrutan con su trabajo y hasta recomendarían el centro en el que están. Un 20% reconoce que, si pudiera, cambiaría de destino. La mayoría admite que su oficio tiene más ventajas que desventajas. Se trata del 85%, un porcentaje superior a la media de la Unión Europea (UE) y similar al del resto de España. La valoraciones más bajas se producen cuando hablan del salario y de las condiciones laborales. Pero existen diferencias por cuerpos docentes. Los de Primaria valoran de una manera más positivas esas condiciones laborales que los de Secundaria.
A más edad menos satisfacción. Los años restan interés o aparece el síndrome del profesor quemado. La estabilidad en un destino, por el contrario, mejora la percepción del docente. Los vocacionales también son más optimistas que aquellos que entraron en las aulas atraídos por los horarios y el sueldo. El comportamiento del estudiantado es una fuente de insatisfacciones pero estar en un centro abierto y participativo mejora la motivación. Hay un 10% que reconoce que su oficio le está pasando factura. Uno de cada diez dice que la docencia «impacta negativamente en su salud física y mental».
Las conclusiones de esta investigación proponen medidas para la mejora. Hace hincapié en la necesidad de diseñar acciones dirigidas al profesorado más veterano. Para los más jóvenes, lo fundamental es aumentar la estabilidad, con menos contratos temporales y también asignando destinos docentes que no respondan únicamente a criterios administrativos. Parece más conveniente ofrecer al profesional la oportunidad de encajar.