Los datos del Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos recogen el peor dato del último lustro. Diez personas perdieron la vida el año pasado en su puesto de trabajo
15 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.La cifra de accidentes laborales graves se disparó en Asturias en 2017. El incremento del empleo parece la explicación más lógica, pero el análisis no es tan sencillo. Hay mucho más. El número de afiliados a la Seguridad Social se incrementó el 1,8% el ejercicio pasado, hasta las 360.000 personas, mientras que el de accidentes con víctimas mortales o con secuelas importantes subió el 48% en ese periodo, por lo que hay más factores implicados. El dato es el peor del último lustro y los sindicatos lo achacan principalmente a la precariedad del mercado laboral.
La estadística del Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales (IAPRL) recoge que el año pasado se produjeron en horario laboral en Asturias 9.936 accidentes leves -286 menos que el año anterior-. Ese es el único dato positivo, ya que si se comparan los graves, se registraron 32 más, y en los que se contabilizaron víctimas mortales, el incremento fue de 3 personas. Si se agrupan los siniestros en los que hubo personas que perdieron la vida y los que tuvieron consecuencias importantes para su salud, la subida anual fue del 48%.
Respecto a los accidentes in itinere -los que se producen durante el desplazamiento desde el domicilio hasta el lugar de trabajo, y viceversa- la evolución fue un poco mejor. El año pasado no se contabilizó ninguna víctima mortal, mientras que en 2016 se había registrado una. También se redujo el número de accidentes graves, al pasar de diez a siete. Otro dato que mejora, aunque levemente, es el del índice de incidencia, el que mide el número de siniestros por cada 100.000 trabajadores expuestos.
El dato de accidentes graves en horario laboral es especialmente negativo, ya que hay que retroceder hasta 2011 para encontrar un año con una cifra tan elevada. En ese ejercicio, el IAPRL contabilizó 103 graves y 25 fallecidos. El peor año, después de ese, fue el de 2017. Este tipo de siniestros se incrementó el año pasado más en mujeres que en hombres y, por sectores, los peor parados fueron la industria no extractiva y los servicios.
Reacción de los sindicatos
Emma Fernández, secretaria de Salud Laboral de UGT Asturias, considera que, en ningún caso, puede vincularse el aumento de la siniestralidad al incremento del empleo. En su opinión, esa subida se explica por la precariedad generalizada que existe en el mercado laboral. Fernández sostiene que «el empleo cada vez es más precario, con un importante aumento de la temporalidad, y eso provoca que en muchos casos los trabajadores no tengan tiempo a formarse». «La situación actual hace que mucha gente se cambie de empleo o incluso de rama de actividad, y en muchos casos, ni siquiera reciben formación», apunta.
De los datos, la responsable de UGT destaca el leve descenso en el índice de siniestralidad, aunque señala que es posible que cuando se presente el informe definitivo de cierre de año, ese índice sea prácticamente igual que el del año pasado. Además, recuerda que aunque el número de accidentes leves bajó «un poco», el de graves y mortales sufrió un aumento «importante».
El secretario de Acción Sindical de CCOO de Asturias, Gerardo Argüelles, también considera que el principal motivo de ese repunte de la siniestralidad en accidentes graves y mortales se debe a la precariedad. «El modelo de contratación precaria no funciona, no favorece la formación ni la prevención. Es inaceptable que al mínimo repunte del empleo aumente la siniestralidad», señala Gerardo, quien recuerda que los siniestros leves son más sencillos de camuflar por parte de las empresas, mientras que los más dañinos para la salud son más difíciles de disimular.
Argüelles sostiene que «se paga por la siniestralidad laboral mucho más que lo que se deja de invertir. Es decir, sale mas barato la cultura preventiva que el no cumplimiento». El responsable sindical cita un estudio europeo de 2010 para afirmar que «cada euro invertido en prevención de riesgos genera unos beneficios de entre 1,29 y 2,89 euros, mientras que la siniestralidad puede llegar a suponer el 3% PIB».