Rodri, el Balón de Oro más humilde, en «El Hormiguero»: «En la final de la Eurocopa estaba yo más nervioso que Nico y Lamine»

Iago García
IAGO GARCÍA LA VOZ

DEPORTES

Rodrigo Hernández en el plató de «El Hormiguero».
Rodrigo Hernández en el plató de «El Hormiguero». ANTENA 3 | EL HORMIGUERO

El madrileño se declaró un «bicho raro» del fútbol de élite. Se emparejó con su novia del barrio de siempre, se licenció en Empresariales viajando de Manchester a Castellón para examinarse. También huye de prendas y coches de lujo aunque, eso sí, no escatima a la hora de sentarse a la mesa: «Si un día te invito a comer, me dejo lo que hace falta»

21 nov 2024 . Actualizado a las 13:26 h.

Pieza básica como cabeza pensante en el mediocampo para el Manchester City de Pep Guardiola y la selección española comandada por Luis de la Fuente, Rodri recibió el Balón de Oro este año tras una brillante temporada en la Premier League y la consecución de la Eurocopa con España. El segundo español en conseguirlo, tras el coruñés Luis Suárez, al que se le otorgó en 1960. Sin embargo, la consecución del más preciado trofeo que un futbolista a nivel individual puede tener, no estuvo exento de polémica. No figuraba en las quinielas de muchos diarios deportivos y programas futbolísticos, con tertulianos, acérrimos seguidores de sus respectivos equipos, que apuntaban sobre todo hacia Vinícius, el delantero brasileño del Real Madrid. Cuando apenas 24 horas antes de la entrega se filtró que sería el madrileño de 28 años el ganador, Rodrigo Hernández volvió a hacer gala, una vez más, del estilo discreto que le caracteriza, no respondiendo a las críticas y realizando un discurso con el título entregado por France Football ya en sus manos centrado en el verde, el territorio en el que impone su ley: «Es una victoria del fútbol español, que merecía ser reconocido. Doy visibilidad a esos grandes mediocentros que ha habido en los últimos años». El mundo del fútbol aplaudió, excepto el Real Madrid, ausente en la gala. «También hay que saber perder», se limitó a decir. Porque a Rodri, pillarle en un renuncio es difícil, tan solo durante la celebración de la Eurocopa se salió del guion espetando un «¡Gibraltar español!» en plena plaza de Cibeles. Le cayó un partido de sanción y aquel detalle, quizás un pelín rancio, hay que ceñirlo a la ya prolongada estancia de un español que añora horas de sol en la lúgubre Mánchester.   

«Empezó a haber una corriente muy rara, incluso el Marca hizo una cosa muy rara, con él levantando el Balón de Oro, algo que me extrañaba porque a nosotros nos habían dado una consigna muy clara: "este año cambian las cosas, no se dice hasta el final"», rememoraba ayer la cronología en El Hormiguero de la consecución del galardón. «Entonces pensé, bueno, pues se ha filtrado como pasa tantas veces. No lo gano pero yo voy a ir, estoy lesionado (subió al escenario en muletas por tener una rotura de ligamento cruzado en su rodilla) y no siempre se tiene la oportunidad de ser nominado. "A disfrutar el momento", pensé», explicó al presentador del programa, Pablo Motos. «El día de la gala ya me empiezan a llegar mensajes, muchos, de que puedo ganar, pero le digo a mi entorno: "Tranquilos, vamos a París y ya veremos". Y ya allí, mucha gente felicitándome antes... Tomé la decisión con mi familia de pensar que no lo iba a ganar, no quería generarme ese entusiasmo, porque luego el chasco es grande», detalló ante las cámaras. 

«No llevaba preparado el discurso. Sí que es verdad que mi padre, cuatro días antes, me dio un consejo: "Tú prepárate un discurso no vaya a ser que lo ganemos". Le digo, "venga papá, vete a dormir que no lo voy a ganar". Cuando crecen los rumores lo vuelvo a ver y me mira... "prepárate, qué te había dicho...". Cuando ya faltaban tres horas para la gala mi agente me dice: "No te prepares nada, tú eres muy emocional y te va a salir mejor si no te preparas nada"», contaba sobre cómo fueron sucediéndose los acontecimientos. Al final, aunque improvisado, Rodri se anotaría uno de los tantos más destacados de su carrera: «Salió bien como pudo salir fatal. La alegría es tremenda pero pienso en el marrón de subir, "¿qué digo?". Cuando hablas con el corazón, momentos malos, momentos buenos, me salió solo».   

Alejado de lujos 

En lo personal, Rodri admitió ser un «bicho raro» en la multimillonaria esfera del fútbol de primer nivel. «No llevas tatuajes, no llevas el pelo raro, te metes la camiseta por dentro y eres licenciado», le comentó Motos. Él es consciente de ello: «En el primer vestuario que yo pisé me di cuenta dije "Aquí hay que hacerse fuerte"». Lo hizo sin estruendos ni lujos. «Mi primer coche fue uno de segunda mano que le compré a una señora mayor, que todos iban ahí con su cochecito, y ya cuando empecé a pisar el primer equipo fue cuando mi familia me dijo que ya era el momento de que no apareciera con un Opel Astra. Y me compré mi primer coche, relativamente caro, y ya está», reconoció. También huye de prendas y coches de lujo aunque, eso sí, no escatima a la hora de sentarse a la mesa: «Si un día te invito a comer, me dejo lo que hace falta».

Messi, el mejor. Lamine y Nico, el futuro

Sin gustos caros, pero con ideas claras sobre quién es, para él, el mejor futbolista. Se decantó de forma rotunda: «No tengo duda, Messi. Cristiano ha igualado a Messi en muchas cosas sin tener ese talento innato que el argentino tiene. Cuando juegas contra ellos te das cuenta. Cristiano al pisar el área es letal. Pero Messi lo es en cualquier lugar del campo».     

De cara al futuro, el espejo en el que se quiere mirar lo tiene en el vestuario. Se deshizo en halagos hacia las dos figuras emergentes del fútbol patrio: el atacante del Athletic de Bilbao Nico Williams y el extremo del F. C. Barcelona Lamine Yamal. Dejó claro que pertenece a otra generación: «Llegas a la concentración y están Nico y Lamine inseparables todo el día, "eh bro, qué bro, mira esto bro" y yo digo, madre mía. Y luego están con el TikTok, incluso antes de partidos, que no los ve el míster y yo sí y tengo que decirles "¿pero qué haces grabando esto antes del partido, tío?"».

Sin embargo, cree que encarnan en el campo ya una madurez increíble pese a su juventud. «Me fascinan. Llegar a la final de la Eurocopa con 17 años —la edad de Yamal—, mínimo te tiembla un brazo. Estos están con su música, bailando, estoy yo más nervioso que ellos, están hechos de otra pasta», aplaudió el mediocentro a sus compañeros.