El uzbeko revalidó su título olímpico frente al boxeador marbellí por decisión unánime de los jueces
11 ago 2024 . Actualizado a las 01:01 h.La Phillipe Chatrier volvió a aplaudir ayer a un deportista español. No se apellidaba Nadal ni Alcaraz. Ni siquiera se jugaba al tenis. De hecho, en esta ocasión los golpes iban de lado a lado sin red que los dividiese. No lleva ni ocho años boxeando, pero Ayoub Ghadfa (Marbella, 1998) se ha ganado ya el respeto de los grandes escenarios del noble arte, entre los que se encuentra ya la pista de Roland Garros. Allí, el español intentó de todas las maneras lo que ha sido imposible en estos Juegos de París, batir al bicampeón del mundo, el uzbeko Bakhodir Jalolov. Pero no pudo ser y se colgó una tremendamente honorable medalla de plata, metal que España solo había saboreado en dos ocasiones en esta disciplina: Faustino Reyes en Barcelona 1992 y Rafa Lozano en Sydney 2000.
A sus 25 años, Ayoub confirmó ayer lo que ha demostrado durante todos estos Juegos, que está preparado para combatir con los mejores del torneo olímpico de superpesados. Jalolov, que ya exhibe un récord profesional de 14 victorias y ninguna derrota era quizá un salto demasiado grande para un púgil aficionado, pero Ghadfa siempre creyó que era posible y así lo entonó en la previa. Un optimismo que corroboró sobre el ring, sin renunciar al cuerpo a cuerpo en el que el gigante uzbeko ha ido tumbando a quien se le ha puesto enfrente durante los Juegos de Tokio y París. Ahí empezó a colgarse el oro Jalolov, pues acertó dos derechazos que obligaron a dos cuentas de protección y que propiciaron una puntuación desnivelada de inicio.
En el segundo asalto, todo parecía cambiar. Ayoub logró hasta cinco buenos puñetazos en la cara de su rival, pero el campeón, impasible, no parecía sufrir e incluso desafiaba al marbellí con algunos gestos. El español fue a menos y los jueces, esta vez de forma más ajustada, volvieron a optar por el asiático. Y con dos contiendas ganadas, la tercera fue poco menos que un baño y masaje para Jalolov, que no se arriesgó ni un mínimo y se mantuvo alejado todo lo que pudo de un Ayoub que veía como se le alejaba el oro. Finalmente, y por decisión unánime, sucedió lo esperable y el doble campeón del mundo se hizo también con su segundo título olímpico.
Una derrota dulce para Ayoub Ghadfa, que debe reivindicar su medalla de plata como antes del combate reivindicó su mérito más allá de los estereotipos que pronto entablaron relación entre su condición de hijo de inmigrantes y una infancia dura. «Me cansa porque me ponen de pobrecito, pobrecito, pobrecito, yno. De eso nada. He sido un afortunado», respondió en una entrevista a Relevo un deportista que tiraba para el kickboxing y que, en el 2016 José Valenciano encauzó hacia el boxeo cuando fue a Madrid a estudiar Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.
Desde entonces, campeón europeo de aficionados y finalista olímpico, entrenado por su predecesor Rafa Lozano y compartiendo equipo con su amigo Emmanuel Reyes Pla. «Al principio me curtía mucho, pero a base de palos también se aprende», reconoció sobre el púgil afincado en A Coruña. Ambos han propiciado el mejor concurso olímpico en boxeo de la historia de España.