El sueco cierra un sublime concurso de pértiga con una marca de 6,25 metros conseguida en el tercer intento tras asegurarse el oro y la plusmarca olímpica
06 ago 2024 . Actualizado a las 13:41 h.Armand Duplantis compite contra sí mismo. Hace tiempo que no encuentra en la tierra un rival que le perturbe y la final de pértiga de los Juegos Olímpicos de París no fue una excepción. Ganó el oro sin despeinarse con un salto de seis metros y firmó un nuevo récord olímpico al superar los 6,10. Cualquiera en su situación, y sabiendo cómo se cotizan los récords del mundo en los mítines, hubiera recogido sus duras pértigas antes de marcharse para casa, pero Mondo atendió la petición de un repleto Estadio de Francia: atacó los 6,25 metros, y aunque erró en los dos primeros intentos, sacó de su chistera un tercer salto colosal para establecer un nuevo récord del mundo. Apenas tres meses después de haber firmado el anterior.
El sueco renunció a la primera de las alturas (5,50 metros) y comenzó su particular calentamiento en los 5,70 metros, una distancia que ocho finalistas saltaron a la primera. La siguiente distancia fueron los 5.80, que Mondo tampoco tomó en consideración. Sí afrontó el turno del 5,85 y, como no podía ser de otra manera, lo superó con una facilidad pasmosa. Luego se abstuvo en el 5,90 y cinco centímetros más arriba, decidió entrar de lleno en el concurso. Para entonces, tan solo un viejo conocido como el americano Sam Kendricks había superado el 5,95, una distancia que se le atragantó el griego Karalis, que llevaba un concurso inmaculado y que lo intentó, de un modo estéril, con los seis metros. Kendricks tampoco pudo con ellos.
Esa distancia más que respetable es pan comido para el sueco del 24 años, que se quedó solo ante el listón. Entonces decidió atacar el récord olímpico que tenía pendiente, puso el listón en 6,10 metros y lo superó a la primera. En un suspiró, cayó el 6,03 que el brasileño Thiago Braz Da Silva había establecido en Río de Janeiro en el 2016.
Después de celebrar la marca, miró a la grada y llamó a consultas a sus padres y entrenadores mientras un nutrido grupo de aficionados, muchos de ellos con los colores de Suecia, le reclamaban pancarta en mano que intentase los 6,25 metros para buscar el récord del mundo. Y Mondo accedió, en medio de las palmas del público y con Kendricks, medalla de plata, como director de ceremonias.
En medio de una salva de aplausos, atacó el pasillo y a punto estuvo de conseguir la gesta al primer intento, porque su vuelo superó con creces el listón, pero entró muy pegado y en su bajada arrastró la barra con la mano. Duplantis fue el primer contrariado. El segundo, después de esperar por la ceremonia de entrega de medallas de los 100 metros, también fue agua. Antes del tercero, se tomó su tiempo, masajeó su espalda, dio descanso a sus pies quitándose las zapatillas y, acto seguido, volvió al pasillo para superar el listón de los 6,25 y poner el estadio patas arriba.
Duplantis nació y creció en Lafayette (Louisiana) y siempre vivió en Estados Unidos, pero eligió competir con el país de su madre, Suecia. En el patio de su casa, en América del Norte, comenzó a saltar. Desde niño, la pértiga formó parte de su hábitat natural. El pasillo era un trozo de hierba; un palo, el listón y una colchoneta multiusos pegada al muro del vecino, su pista de aterrizaje. Es lo que tiene que sus padres fueran deportistas y que, además, sean sus entrenadores: Greg, ex pertiguista, y Helena, ex heptatleta y jugadora de voleibol, que ayer celebraron por todo lo alto un récord para el recuerdo.