El francés destronó a Milak en los 200 mariposa, en una final memorable, y se paseó en los 200 braza apenas dos horas después
01 ago 2024 . Actualizado a las 08:27 h.Marchand, otra vez Marchand. Dos veces, Marchand, en apenas un par de horas. Las dos, con récord olímpico. Tres oros ya, Léon Marchand. Y todavía pueden ser cuatro, si el viernes (20.43 horas, Teleporte y Max) el de Toulouse es quien, a sus 22 años, de colgarse también el de los 200 estilos. El mayor éxito de Francia en la historia de la natación olímpica fueron los cuatro oros que acumuló en Londres 2012. Marchand está en condiciones de hacerlos él solo. Ningún deportista francés, en ninguna disciplina, ha sido quien en la historia olímpica de ganar cuatro oros en unos mismos Juegos. Marchand lo tiene en las manos.
Cuando los años pasen, y busquemos en las hemerotecas los momentos memorables de estos Juegos de París, será imposible prescindir del viraje y los 50 metros finales que Marchand se marcó, ante el plusmarquista mundial, y hasta ahora récord olímpico, Kristof Milak, en la final de los 200 mariposa. El húngaro dominó hasta el último viraje, al que llegó con siete décimas de ventaja. Marchand tocó, se sumergió, y en ese al que llaman el quinto estilo, el subacuático, se empujó en la pared, escondió la cabeza entre los hombros, y emergió como un titán famélico. Cuando Milak asomó, en la calle contigua, Marchand le había recuperado ya medio segundo. El camino de regreso fue un cuerpo a cuerpo que los anales de la historia deben proteger. No ha habido mejor nadador en los 200 mariposa que Milak. Descabalgó a Phelps. Y, precisamente en una de sus virtudes, el esprint de los metros decisivos, Marchand (1.51,21) lo devoró por 54 centésimas.
Nadie había intentado antes el doblete en los 200 mariposa y braza. Hasta la programación de las pruebas parecía desaconsejarlo. Menos de dos horas entre ambas, con una ceremonia por medio. La Défense Arena, absolutamente entregada, retumbó. Marchand regresó a la calle. En el doble hectómetro a braza, no tenía un rival tan bravo. Se notó. Desde que saltó, nadie fue capaz de aguantarle el ritmo. Coqueteó durante los primeros cien con el récord del mundo, pero esta piscina capciosa parece dispuesta a regatearlos. Batió el olímpico con 2.05,85.