Alberto Suárez, atleta paralímpico: «Pasé de que no me gustase correr a estar en unos Juegos y conseguir medallas»
DEPORTES
El deportista asturiano nos cuenta su trayectoria profesional y los desafíos a los que se ha enfrentado después de que una enfermedad degenerativa le haya hecho perder el 90% de su visión. Revela además sus inspiradores logros, aparte de confesar su mayor lección de vida
22 ago 2024 . Actualizado a las 19:36 h.Si hay algo que caracteriza a Alberto Suárez Laso (Oviedo, 1977) es su dedicación y perseverancia. A este asturiano le diagnosticaron una enfermedad ocular degenerativa cuando tan solo tenía 27 años de edad. Lejos de tirar la toalla, y eso que tuvo que dejar de hacer muchas cosas por la pérdida de visibilidad, como abandonar su puesto de trabajo o renunciar a custodiar los palos de su equipo de fútbol, decidió hacer frente a la adversidad en la salud. Encontró «de casualidad» su refugio en el atletismo y desde entonces no ha dejado de correr. Con esfuerzo y mucho sacrificio se ha convertido en todo un referente en esta disciplina. Especializado en maratón y carreras de fondo, ha representado a nuestro país en numerosas competiciones internacionales, logrando cosechar importantes victorias y reconocimientos. Entre su extenso palmarés se encuentran dos medallas olímpicas, una de oro y otra de plata, y aunque ya ve casi el fin de trayectoria, todavía le queda tiempo para seguir haciendo historia. Por el momento, irá a los Juegos Paralímpicos de París.
—París será su cuarta Olimpiada, ¿Cómo se siente, qué sensaciones tiene?
—Las sensaciones son buenas por el hecho de estar ya en mis cuartos Juegos. También porque parece que estoy asimilando bien los entrenamientos. La idea es llegar en una forma óptima para poder ser competitivo. Al final la experiencia que tengo de las anteriores, en Tokio, no pude ser competitivo por una lesión que tuve ahí a última hora y lo que me gustaría, por lo menos, es ser competitivo y luego que salga lo que tenga que salir.
—¿Cómo están siendo los entrenamientos? Imagino que con mucha intensidad.
—Sí, a ver, son semanas ahora mismo de mucho volumen, de kilómetros; estoy ya por encima de 175 kilómetros semanales. Hay días en los que incluso tengo que doblar mañana y tarde, pero bueno, de momento los voy asimilando bien. Estos momentos conllevan, además, estar siempre en buenas condiciones de descanso, ir a los fisios cuando toca... para poder luego entrenar con las mejores sensaciones.
—Busca ser competitivo para así poder llevar alguna medalla, ¿no?
—La idea cuando preparamos algo con esta intensidad es siempre luchar por estar peleando por las medallas, está claro. No te voy a decir que voy a ganar una, porque eso es muy difícil; a día de hoy, el nivel en el maratón paralímpico ha subido mucho y no solo es que ha subido mucho, sino que muchos de los rivales son casi diez años más jóvenes. Entonces, es complicado. A día de hoy estamos 6-7 atletas en el ránking mundial, los siete primeros en apenas dos minutos. Eso puede significar que cualquiera de los siete podemos estar ahí adelante luchando por las medallas. El maratón se sabe que es muy largo, es una carrera donde pueden pasar muchas cosas en esas dos horas y pico, y la idea es estar lo más fresco posible cuando crucemos el kilómetros 30-35 para luego tener las pilas cargadas para esos últimos kilómetros y hacer lo mejor posible.
—Su primera cita olímpica fue en Londres, en el año 2012. Ahí se hizo con un oro y consiguió también marcar un nuevo récord mundial. ¿Qué recuerda de ese día?
—Ese día fue algo muy bonito y cuando lo recuerdo todavía se me ponen los pelos de punta. Al ser mis primeros Juegos lo vives de una manera diferente, ya que con estar ahí viviendo esa experiencia y sobre todo haber sido en Londres, que es una ciudad donde se volcó con todos los deportistas paralímpicos, lo disfruté muchísimo. Al conseguir además esa medalla de oro, cuando hay mucha gente peleando por una medalla lo llevo con gran entusiasmo. Fue un maratón durillo porque venía de ser campeón del mundo pues toda la responsabilidad del ritmo cayó en mí. Tuve la suerte de llegar y cruzar la meta en primer lugar. Luego, cuando estás en lo alto del podio y oyes el himno de tu país en tu honor y ves a todos los seres queridos que estaban ahí apoyándote y compartiéndolo también con mi entrenador, que a día de hoy lo sigue siendo, te emociona. Y eso es algo que siempre queda marcado en uno.
—En Río de Janeiro volvió a subirse al podio, esta vez colgándose una medalla de plata. ¿Tenía presión por revalidar el oro?
—No, no había ningún tipo de presión. Después de Londres, en el siguiente Mundial, en el del 2013, tuve una lesión en el talón de Aquiles que me impidió acabar el maratón. Luego me recuperé muy bien pero en el 2016 tuve que pasar por el quirófano, no porque tuviera una lesión sino por una molestia. El servicio médico creyó que era conveniente pasar al quirófano para que no me diera más lata durante todo lo que es el 2016 cuando tienes que entrenar a tope. Llegué un pelín justo de preparación, ya que cuando me quise poner a correr era ya febrero y de febrero a septiembre se hizo un poco justa la preparación. Aún así conseguí esa medalla de plata que siempre digo que para mí es un gran premio por todo lo que pasó durante ese ciclo, desde el 2012 hasta el 2016. Fue también un maratón durísimo por las condiciones climatológicas. De hecho muchos compañeros y rivales no pudieron acabar por un golpe de calor que les dio y yo tuve la suerte de terminar y colgarme esa medalla de plata, que en muchos momentos de la carrera era oro porque iba el primero, pero en esos últimos dos kilómetros también me sobrepasó mi fatiga y exceso de calor y humedad y me adelantó El Amin Chentouf. Conseguí esa plata que para mí significa mucho también.
—Donde finalmente firmó un quinto puesto fue en Tokio por culpa de una lesión. ¿Le quedó mal cuerpo teniendo en cuenta que hasta la fecha siempre se había colgado una medalla?
—Me da rabia. Sí que es verdad que los Juegos tendrían que haber sido en el 2020, pero por la pandemia se aplazó un año y en el 2020 la verdad que me encontraba muy bien para poder ser competitivo. En ese 2021 también tuve una buena preparación, pero la mala suerte de las lesiones siempre están ahí para todos y a mí me tocó. Unos días antes de entrar en la burbuja que había que hacer para volar a Tokio tuve una molestia en el bíceps femoral que me hizo parar de correr esos 15 días, haciendo sustitutivo en elíptica y en bici. Y son días de mucha intensidad para parar, y eso es lo que hizo que ese maratón no fuera competitivo al cien por cien. Quedarme con un diploma es siempre positivo, porque 15 días antes no estaba corriendo. Hasta pensaba que no iba a poder salir a correr o que no iba a ser capaz de acabar, por si tenía que pararme a mitad del recorrido por la molestia, porque no aguantase o porque no me diera el ritmo para poder acabar. Pero bueno, conseguí superarlo. Logré llegar en ese quinto puesto y conseguí ese diploma que también hay que valorarlo, al igual que todo lo que se consigue. Una vez que estás durante tantos años preparando un objetivo y puedes estar allí, que ya es un premio de la leche, pues conseguir cualquier premio que puedas ya hay que valorarlo positivamente.
—De todas sus participaciones en los Juegos, ¿cuál es su momento más memorable?
—Hay que quedarse con todos, porque al final estar en los Juegos es un premio que muchos deportistas buscan. Hay gente que no puede asistir y estar ahí es la leche, el poder compartir todo lo que es la Villa Olímpica y todo lo que es la vivencia de estar ahí dentro. Está claro que cuando lo preparas tanto, trabajas y te esfuerzas durante tantos años y consigues una de las tres medallas, pues con la que te quedas siempre es más positivo que cuando no consigues una medalla. Está claro que Londres, por ser los primeros y por conseguir esa medalla de oro, significó mucho. También es verdad que a día de hoy, ya sea por una cosa o por otra, no hubo unos Juegos para mí tan bien organizados de los que estuve como Londres. Los disfruté mucho y espero que ahora en París lo disfrutemos al cien al cien.
«Aunque vengan mal dadas, siempre hay una posibilidad de salir hacia adelante»
—¿Cuál ha sido la mayor lección que ha aprendido de todas sus participaciones en los Juegos?
—Yo descubrí el atletismo cuando me diagnosticaron la enfermedad degenerativa en la mácula de los ojos y todo fue sorprendente para mí, porque pasó de no gustarme correr a estar en unos Juegos y conseguir esas medallas que dices. Por tanto, la lección con la que me quedo es esa, el saber reponerse de una situación que fue adversa. Luego, poder disfrutar con el deporte y también demostrar a mi familia, a mi mujer, a mi hijo, que aunque vengan mal dadas siempre hay una posibilidad de salir hacia adelante. En mi caso fue con el deporte y esa es la lección con la que me quedo. Al final todo ese trabajo que hay le doy las gracias a ese momento dado que me hizo empezar a correr.
—Era bastante joven cuando le diagnosticaron esa enfermedad degenerativa que le hizo perder el 90 % de la visión. ¿Cómo se sintió realmente en ese momento, cuando el médico le dijo lo que tenía?
—Me tocó ya con una edad adulta y eso hizo también llevarlo mejor. Sí que es verdad que es una enfermedad genética con la que nací. Siempre vi mal, pero fue sobre los 27 años cuando me cansé de estar perdiendo visión y quise operarme.En esa revisión para operarme vieron que no era cuestión de operar sino que era una cuestión de algo más grave. En los primeros momentos no lo asimilaba, porque piensas que es algo que tendrá solución, ya que todavía era capaz de seguir haciendo cosas igual que estaba haciendo hasta ese momento. Pero cuando empecé a darme cuenta y asimilar lo que tenía fue cuando tuve que dejar de hacer lo que hacía habitualmente y las entendía como normal. Tuve que dejar de trabajar porque ya no era capaz de estar trabajando en lo que estabas trabajando, era más bien un peligro. Dejé de conducir porque también podía ser un peligro y ahí es cuando empiezas a darte cuenta que tienes que depender de otras personas para hacer algunas cosas. Son momentos en los que el deporte, como bien dije antes, me sirvió para superarlas y tirar hacia adelante.
«Sabía que había federaciones para deportistas con discapacidad, pero no las tenía muy en cuenta, porque en verdad es una cosa que piensas que no te va a pasar a ti nunca»
—Encontró en el atletismo su refugio, su salvación. ¿Qué le llevó realmente a practicar este deporte?
—Fue una circunstancia que no sé si llamarla simpática porque era una forma que no pensaba en ella nunca. Yo era portero de fútbol sala y aunque me gustaba correr un poquito más que al resto de los compañeros, sí que es verdad que no fue una cosa que me gustara desde pequeño. Al final en mi época cuando nos castigaban por hacer algo mal en el fútbol era dar vueltas al campo, entonces era una cosa que odiábamos. En aquel momento cuando dejé de ser portero, un compañero del equipo del Monsacro Mostaya que se llama Javi Vega y yo quedábamos 15-20 minutos antes de la hora de la pista a correr. También salía con otro amigo, Pablo, a correr por Oviedo una vez que me diagnosticaron la enfermedad.
Con el tiempo me llamaron de la ONCE y como estaba corriendo me dijeron qué quería hacer, que había federaciones para deportistas con discapacidad. En ese momento sabía que existían pero no las tenía muy en cuenta porque en verdad es una cosa que piensas que no te va a pasar a ti nunca. Las descubrí y me apunté a la de atletismo porque estaba corriendo y era lo que se me estaba dando bien en ese momento y ahí empecé a hacer esas marcas mínimas para poder estar en algún campo, tanto de España, de Europa al principio, y luego ya del mundo y de Juegos. Pero realmente fue algo que no esperaba porque podía haber sido en otro deporte pero como estaba corriendo en ese momento pues me apunté a la federación de atletismo y ahí empezó todo.
«Es fácil decir "si trabajas y te esfuerzas, lo consigues", pero hay que tener también los pies en el suelo. No todo el mundo en una circunstancia difícil es capaz de salir de ella y con mi caso les hago saber que puede haber una salida si lo intentas»
—Es ejemplo de superación. ¿Es consciente de ello?
—No, yo no me siento ningún ejemplo de nada. Yo lo que intento transmitir cuando voy a algún colegio o doy alguna charla es que, aunque vengan mal dadas o pases una mala circunstancia en tu vida, puede haber una salida si la trabajas y la tienes la constancia que hay que tener para poder salvarla. Es fácil decir «si trabajas y te esfuerzas, lo consigues», pero hay que tener también los pies en el suelo. No todo el mundo en una circunstancia difícil es capaz de salir de ella y con mi caso les hago saber que puede haber una salida si lo intentas. El deporte a mí me sirvió para salir, pero puede haber cualquier hobby o cualquier otra circunstancia que te ayude a ello. Está claro que luego el estar en el alto nivel son condiciones a lo mejor un poco ya especiales, pero sí que el deporte es muy beneficioso para todos. En esta ocasión a mí me sirvió para poder llevar mejor ese momento difícil.
—¿Alguna vez había pensado que iba a llegar a lo más alto?
—No, nunca lo piensas. Yo toda la vida hice deporte, jugué en equipos de Riosa, donde nací y me crie hasta los 30 años. Jugaba al fútbol, montaba en bicicleta, me gustaba el tenis, pero nunca pensé que iba a estar en unos Juegos ni con una medalla olímpica. Está claro que cuando empiezas a dedicarte a ello lo que buscas es tener la constancia y el esfuerzo para si te pones un objetivo, poder trabajarlo. No es una cosa que haya buscado y además fue todo muy rápido para mí porque solo pasaron tres años entre que me diagnosticaron la enfermedad y estaba en los Juegos. Eso hizo también que fuera un poquito más fácil. No es lo mismo estar peleando muchos años para poder estar en los Juegos, sino que en mi caso fue algo más fácil porque las marcas mínimas que hice vinieron rápido.
—Después de varios años dedicándose profesionalmente al atletismo, ¿cómo cree que ha evolucionado el deporte paralímpico y qué cambios le gustaría que hubiese?
—Desde que empecé a día de hoy ha cambiado mucho y todo para mejor. En el 2012 o un poco antes se empezó a intentar profesionalizar al deportista paralímpico. Todos los ciclos se intenta mejorar con las becas ADO y este año llegamos a lo que buscábamos desde hace muchos años y el Comité Paralímpico Español, con el Consejo Superior de Deportes, ha considerado que ya era hora de tener esa igualdad con los Juegos Olímpicos, tanto en premios como en todo. Lo que intentamos ahora es que estemos en la televisión los minutos o nos den esa repercusión en medios de comunicación que los Juegos Olímpicos. Para que nos vean y sepan de lo que hacemos también, porque al final es difícil vender todo lo que hacemos a patrocinadores o para el plan ADO del Comité Paralímpico Español, que a nivel personal es algo que nos viene muy bien.
—Es muy importante contar con esa visibilidad, sí.
—Claro que sí. Es importante para poder conseguir todo lo demás. Es fácil ahora en los Juegos que se hable más de nosotros, porque es la cita más importante tanto para los Olímpicos como para los Paralímpicos. En Olímpicos hay deportes que solo se habla de ellos en los Juegos Olímpicos y a los Paralímpicos muchas veces solo se habla de nosotros en los Juegos, porque es la cita donde más repercusión tenemos. Durante los cuatro años siguientes, por desgracia, no salimos tanto en los medios de comunicación y eso queda un poco más en el olvido, pero bueno se está mejorando mucho. La idea es que las futuras generaciones, porque yo ya estoy viendo el final, lo tengan mejor para poder hacer el deporte que quieran, ser más profesionales y tener esa dedicación exclusiva.
—¿Qué le diría a esas personas que están haciendo frente a la adversidad en la salud? ¿Qué consejos les daría?
Es difícil plantear consejos a gente que lo está pasando mal, ya sea por salud o por una pérdida en su familia o por cosas económicas. La idea es que se arrope de gente que les apoye. Aunque el atletismo sea un deporte individual a mi hay mucha gente que me ayuda a estar aquí y conseguir las medallas. Y, sobre todo, que intente vincularse a algo que le motive para salir adelante y no pensar en ese momento difícil, que tenga la mente distraída, para que no se venga abajo en esos momentos. Es muy fácil, cuando te pasa algo, quedarte en el sofá sentado porque dices tú, para qué me voy a levantar, pero está claro que si te levantas y, sobre todo, si hay gente que te ayuda a levantarte y dar esos primeros pasos, va a ser todo mucho más fácil.