El Madrid echó de menos a Militâo y los milagros de Courtois; y el City a sus laterales Aké y Walker
09 abr 2024 . Actualizado a las 23:50 h.Fue sorprendente ver la elección de Ancelotti en el once inicial, que situó a Tchouaméni como compañero de Rüdiger en el eje de la defensa, justo el día que debían frenar al temible Haaland. Ni 40 segundos tardó el francés en llevarse por delante a Grealish. Una falta en la frontal que desembocó en gol de Bernardo Silva por una terrible colocación de la barrera (solo dos efectivos y mal posicionados) y una peor estirada de Lunin, que se tragó el balón. En menos de dos minutos quedó claro lo necesarios que habrían sido Militão y Courtois.
Ese nefasto arranque de eliminatoria mataría a cualquier equipo del mundo, salvo que seas el Real Madrid. Los blancos solo tenían que recordar lo que hicieron hace dos años. Entonces, De Bruyne había marcado a los 92 segundos en Inglaterra. Esta vez fue a los 108 y en España. En el 2022, el Madrid remontó en el Bernabéu con dos tantos en un tramo de apenas 89 segundos. Anoche pasaron 114 entre el 1-1 y el 2-1. El paralelismo estaba ahí, en un elenco que le tiene comida la moral a un Guardiola que ya asumió en la previa como una misión imposible ganar dos veces seguidas en el Bernabéu.
El Madrid hizo sufrir al City a la carrera y le recordó la importancia de no tener a sus laterales titulares (Aké y Walker). Su buena presión en la medular convirtió a Akanji, Dias y Gvardiol en perfectas dianas para Rodrygo y Vinicius, que abusaron de su velocidad para maltratar a los zagueros de los ciudadanos. Ahí estaba el partido. A sus espaldas.
Inexplicablemente, tampoco fue el partido de dos de las estrellas de la eliminatoria. Rodri perdió numerosos balones en la medular y Bellingham vagó desde la mediapunta. Ni participó en el juego, ni llegó con asiduidad a las zonas de finalización que lo había llenado de gloria en la primera parte de la temporada. Increíble que el inglés acabara el partido y que el sacrificado para la entrada de Modric fuese Kroos.
El 2-2 de Foden fue un golazo y el 2-3 de Gvardiol otro. Nada que achacarle a Lunin ahí. Pero Courtois hacía milagros y ayer no estaba. Tres disparos desde fuera del área condenaron al cuadro blanco, que antaño tenía al gigante belga como un muro imbatible.
El Madrid empató en otro ataque por el costado izquierdo en el que Vinicius se aprovechó de nuevo de no tener como marcador al veloz Walker. Puso un buen centro que remató Valverde.
Queda para la vuelta definir quién sabrá explotar mejor esas carencias rivales y esconder mejor las vergüenzas propias. Los caídos marcaron diferencias.