Cuenta atrás para el regreso más esperado de Rafa Nadal

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DARREN ENGLAND | EFE

Tras una temporada completa sin competir, el ganador de 22 grandes ya entrena en Brisbane, en busca de otra reaparición milagrosa a sus 37 años

29 dic 2023 . Actualizado a las 10:56 h.

A los 37 años, la carrera de Pete Sampras, Bjorn Borg, Ivan Lendl, Andre Agassi, John McEnroe, Mats Wilander, Stefan Edberg y Boris Becker ya era historia. Hasta esa edad, su tío y primer entrenador, Toni Nadal, no creía que aguantase el cuerpo machacado de Rafael Nadal Parera. «Es normal que si empiezas muy pronto, acabes antes. Hay gente que coge su nivel a los 22 y a los 28 va bajando. Rafael cogió su nivel a los 18 y no sería descabellado pensar que a los 23 o 24 bajase», explicó a La Voz en el 2009. Entonces tenía seis grandes; hoy, 22. Pero, después de casi 12 meses sin competir y su cruda confesión del pasado mes de mayo, cuando detuvo su carrera de forma indefinida y esbozó el 2024 como la campaña de su despedida, la sospecha de la retirada pesa más que nunca hasta ahora. «No tengo intención de seguir jugando en los próximos meses. Es una decisión que no he tomado yo, la ha tomado mi cuerpo (...). “Creo que no me merezco terminar así, en una rueda de prensa, quiero que mi final sea de otra manera y voy a esforzarme para que así sea». Desde entonces, y hasta que hace unas semanas confirmó su regreso, trató de matizar sus palabras. Para dejar abiertos todos los escenarios y ofrecer una certeza: ya está sano, sin secuelas tras recuperarse el último curso de las lesiones en el psoas y la cadera que le martirizaban. De su rendimiento —con los objetivos más verosímiles de Roland Garros y los Juegos de París— dependerá cómo y cuánto estire este epílogo. Aunque nada está escrito para un extraterrestre, que ha pasado a la historia por hacer posible lo imposible. Ayer puso en marcha una cuenta atrás que tiene en vilo al deporte mundial. Ya entrena en Brisbane, donde la próxima semana juega un torneo que no significa nada, o lo esbozará todo.

Tras caer en enero en Australia, Nadal lo probó todo hasta parar en mayo. Un quiero y no puedo que recordó a otros momentos de su soberbia carrera en los que las lesiones le privaron de pelear por un palmarés aún más asombroso. En mayo cambió el paso. Se olvidó de fechas, torneos, plazos y entrenamientos. Y se dedicó a pescar, a disfrutar de una familia a la que ya había llegado un hijo, y a pensar. De ese trance, que fue dejando paso a un trabajo de fisioterapia, prevención y puesta a punto de nuevo, salió un Nadal revitalizado. Dice no imponerse tantas obligaciones como antes: «Espero ser capaz de no exigirme el máximo». Entrenó primero en Manacor, donde mostró un buen estado físico, que no óptimo, y un correcto tono tenístico, que no excelente. Lo fueron contando sus espárrines. De allí saltó a Kuwait, donde, además de promocionar su academia, se fue adaptando al calor que le espera en el verano austral.

En Brisbane entrena desde ayer. Un torneo de categoría ATP 250 que vive una expectación inusual gracias al regreso de Nadal. En un cuadro en el que figuran rivales de fuste como Holger Rune, Grigor Dimitrov y un Andy Murray que lleva años ofreciendo una encomiable declaración de amor al tenis, compitiendo en partidos extenuantes con una prótesis en la cadera, entre otras molestias.

Brisbane dará las primeras pistas sobre el estado de forma de un Nadal que se vuelve temible conforme va cogiendo ritmo. El Open de Australia, que comienza el 14 de enero, se convertirá en su primer gran examen. Allí volverá a figurar como un falso anónimo en el sorteo, sin la protección que supone lucir como cabeza de serie. Es decir, podrá enfrentarse a un Djokovic, un Alcaraz o un Medvedev desde la primera ronda.

Al fondo, con cinco Copas Davis, el oro olímpico en individual y dobles y 22 títulos de grand slams en su vitrina, destaca ese reto homérico. Reiniciar la cuenta de grandes a sus 37 años, algo casi impensable, frente a los 24 de Djokovic, al que no se le adivina fisura física alguna.

Experto en volver sin notar sus largos períodos de baja

Pisa Nadal en parte, solo en parte, un terreno conocido, en de las recuperaciones milagrosas. La primera, que llevó a pronunciar la palabra retirada, la vivió en los cuatro meses de baja que vivió entre el otoño del 2005 y el invierno del 2016. Nike se tomó el diseño de una plantilla especial como una cuestión de estado, y el modelo funcionó para permitirle jugar con un escafoides roto. El primer milagro dio paso a algunos de las mejores temporadas de su vida.

Años después, la derrota ante Soderling en Roland Garros 2009 hizo aflorar la tendinitis que arrastraba en las dos rodillas y una rotura abdominal. Más de dos meses sin competir dieron paso a una recuperación progresiva, hasta dibujar un 2010 de ensueño encadenando los títulos de París, Wimbledon y Nueva York.

En los inicios del verano su cuerpo ha dicho basta varias veces. Volvió a hacerlo en el 2012 al caer ante Rosol en Wimbledon, ya tocado. La rotura del tendón de la rodilla izquierda le hizo perderse la mitad de esa temporada y el inicio de la siguiente. Su regreso resultó inapelable, encadenando títulos en Sao Paulo, Acapulco, Indian Wells, Barcelona, Madrid, Roma y Roland Garros.

Entre el 2015 y el 2016 asomó una lesión invisible. El genio del autocontrol y el indestructible poder mental falló por su cabeza. No dejaba de competir, pero sufría. «Me iba a la habitación, ganando o perdiendo, y me sentaba en el sofá. ‘Si has ganado casi todo, ¿de qué te tienes que poner nervioso?’», confesó ya en el 2017 en A Coruña. De aquel bajón salió convertido en oro olímpico de dobles en Río 2016, y con otros dos grand slams el curso siguiente: París y Nueva York.

El 2018 se resume en un continuo arrancar y parar. Por culpa de una lesión abdominal en Australia, por una tendinitis luego, por molestias en el psoas ilíaco más tarde y por el cuádriceps derecho en el US Open. Entre medias, encontró fuerzas para alimentar su gigantesco palmarés con los títulos de Roland Garros y de tres Masters 1.000, Montecarlo, Roma y Canadá.

Ya con 35 años, Nadal abrió en el verano del 2021 cinco meses de baja, por problemas en su pie izquierdo y la espalda. Se recuperó de manea heroica, con el título en Australia primero y, tras tres meses más de baja, en Roland Garros después.