La exnúmero uno del mundo de tenis que da clases en Oviedo: «Me han ofrecido entrenar a profesionales, pero prefiero quedarme»
DEPORTES
Paola Suárez lideró el ránking de dobles durante cuatro años y fue novena en individual. Desde 2022 imparte clases a los alumnos de Pro Tenis, un club muy reciente en la capital asturiana
23 oct 2023 . Actualizado a las 13:32 h.Por suerte para Paola Suárez, su familia, madre y amigos suelen venir a visitarla de vez en cuando, y cuando lo hacen, les gusta lo que ven: «Asturias les encanta, los paisajes tienen mucho parecido al sur de Argentina». Ya hace 7 años que se mudó al Principado, de donde procede el padre de sus hijos, y afirma sentirse «una más» aunque eche mucho de menos su país natal desde Oviedo, la ciudad que hoy le acoge. También reconoce que sin la «tranquilidad» que se respira en la región, probablemente no se hubiese podido dedicar en cuerpo y alma a sus hijos, ahora de 9 y 5 años, ni conseguir alejar a los focos mediáticos de su histórica carrera en el tenis de dobles profesional.
La extenista argentina fue número 1 del mundo durante cuatro años junto a la española Virginia Ruano. Con ella ganó un Open de Australia, cuatro Roland Garros, tres US Open y el WTA Tour Championships del 2003, además de convertirse tres veces en finalistas de Wimbledon. También representó a su país en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 jugando con Patricia Tarabini y juntas obtuvieron el bronce en dobles femeninos. De forma individual, llegó a obtener la novena posición en el ránking mundial y fue semifinalista en el Roland Garros de 2004.
Anunció su retirada en 2012, tras un intento anterior en el año 2007 por problemas de cadera. Después de esa vuelta momentánea y de los Juegos de Londres, se dio cuenta de que era el momento. «Veía que ya no podía dar mi máximo y no me sentía bien,estaba lesionada cada poco», recuerda. Con ello, puso punto final a una carrera deportiva que hizo historia en el tenis argentino, sin empuñar una raqueta de forma profesional desde su despedida.
Sin embargo, eso cambió hace poco. Desde hace un año, los alumnos de la escuela Protenis ubicada en el parque del Oeste han podido ver a esta exolímpica en acción y aplicar todos sus consejos, gracias a la insistencia de su amigo y compañero, Carlos Alcaraz. Este tenista profesional afincado en Oviedo desde hace más de 20 años mantiene una amistad con Suárez desde su época de más alta competición y por eso, cuando se mudó al Principado, le propuso emprender algo juntos. «Desde que nos conocimos y siendo argentinos los dos, siempre tuvimos muy buena relación. Cuando jugaba por Europa hacía base en Oviedo y él me ayudaba a entrenar en la semana previa a competir en Roland Garros», narra la extenista.
Además, este proyecto de reciente creación en la capital ha permitido a Suárez volver al tenis de la forma que quería, aunque hubiese tenido otras propuestas encima de la mesa. «Me ofrecieron varias veces entrenar a chicas profesionales y viajar con ellas, pero no quiero perderme esta etapa en la vida de mis hijos y Carlos me ha dado esa flexibilidad», explica. Precisamente, entrena a niños de sus mismas edades y entre ellos comienza a sembrar «el gusanillo por competir», ya que la escuela ovetense se ha encargado de promover muchos torneos dentro de la región. «Es muy sano que cada uno tenga un torneo adecuado a su nivel para competir, a estas edades les incentiva y enseña esenarios nuevos en los que aprenden a gestionar las emociones de ponerse nerviosos, perder o querer superarse».
Desde Asturias ha encontrado todo lo que buscaba y valora la importancia de no haber tenido que renunciar a nada, incluyendo «la adrenalina de la competición» y su voluntad de reencontrarse con el deporte que ha configurado su vida desde los 5 años, cuando cogió una raqueta por primera vez. En su caso y dentro de la vorágine de la alta competición, aprendió con rapidez cuáles eran sus prioridades, la tranquilidad y su familia.
Cómo sobrevivir en el deporte de élite: «La presión de la competición se extraña, la mediática nunca»
Paola jugó su primera final de Juniors del Roland Garros con tan solo 15 años, tras mudarse desde Pergamino hasta Buenos Aires con su familia. Esta progresiva escalada a lo más alto del tenis femenino se produjo de forma paralela a la retirada de Gabriela Sabatini, otra histórica en el tenis argentino. Así, todas las expectativas se proyectaron en Suárez como la joven promesa llamada a superar a su antecesora, una presión que ella trató de ignorar desde el principio. «A mí no me gustaba ser demasiado mediática y siempre fui reacia a la prensa, procuraba no prestar mucha atención a esas cosas y al final acabas entendiendo que se van a buscar grandes figuras para reemplazar a otras y en ese momento me tocó a mí», rememora.
Suárez supo que la presión mental podría acabar siendo peor que la física, y por eso acudió desde los 14 años a la que todavía hoy sigue siendo su psicóloga, además de cultivar el bajo perfil mediático que la caracterizó. De hecho no utiliza redes sociales; solo aquellas que la acercan a su familia a través de «largas videollamadas». Precisamente y debido a las redes, considera el mundo actual de la alta competición más complicado que en su época. «Todo el mundo opina, comenta…Y hay jugadores como un Rafa Nadal o un Alcaraz que son tan buenos que no son capaces de mantenerse alejados de los focos aunque lo busquen como hice yo, por eso entiendo que ocurran casos como el de Simone Weil», argumenta Suárez.
«Tienes que manejar la presión que tú te autoimpones para ser el mejor y además terminas estando pendiente de los comentarios de la gente, todo eso es incontrolable y puede jugar muy en tu contra, y creo que es lo que ocurre ahora», añade. Ahora, ella la observa desde otra perspectiva muy diferente y con el objetivo de contribuir en lo que pueda a impulsar el tenis en Asturias. Porque como recuerda con humor, «la presión de la competición se extraña, la mediática nunca».