
El norirlandés logra su tercer título en la FedEx Cup, lo nunca visto, y se apunta por un solo torneo 18 millones, el mayor premio de la historia
30 ago 2022 . Actualizado a las 09:00 h.Rory McIlroy ya tiene el mayor cheque jamás entregado al ganador de un torneo de golf: 18 millones de dólares. Pero el récord, con su deporte inmerso en un cisma con los dos principales circuitos rivalizando en quién ofrece más dinero en premios, puede durar poco. El jugador norirlandés ganó el play off de la FedEx Cup, el premio que encumbra al mejor del año en el PGA, después de imponerse en el Tour Championship en el East Lake Golf Club de Atlanta. Y el triunfo tuvo su miga. Remontó los seis golpes de desventaja con los que arrancó frente al norteamericano Scottie Scheffler en la última ronda: el ganador pasó de 17 a 21 golpes bajo par en el acumulado y el derrotado se estrelló al cambiar su -23 por su -20 y empatar en la segunda plaza con el surcoreano Sungjae Im. Con un consuelo para los vencidos, traducido a dólares, de 5,75 millones.
McIlroy, ganador de cuatro grand slams, una cifra que se detuvo ya en el 2014 cuando ganó su segundo Campeonato de la PGA, consigue un hito. El tercer título en el play off que cierra la temporada del PGA Tour, y deshace el desempate a dos con su amigo Tiger Woods, con el que acaba de lanzar un revolucionario formato que combina el golf real con los simuladores, en una alianza estratégica con el circuito americano.
El cheque del domingo, los 18 millones de dólares que entregó el PGA Tour a McIlroy, no tienen por ahora competencia en LIV Golf, el calendario de capital saudí que desde esta temporada sacude los cimientos del golf. Y que el próximo año tendrá hasta 14 pruebas con un montante en premios de 25 millones en cada una de ellas.
En ese cisma, con más de una docena de jugadores abandonando el PGA Tour atraídos por la lluvia de millones del nuevo proyecto, McIlroy se convirtió en uno de los abanderados del circuito norteamericano. Entre las respuestas del PGA Tour a LIV Golf estuvo aumentar el cheque de la FedEx Cup: de los 15 millones que se llevó el anterior ganador, Cantlay, en el 2021, a los 18 con que premió a McIlroy el domingo.
Porque en la guerra del golf —con los organizadores de los cuatro grand slams repensando todavía si mantienen su neutralidad o no— se entremezclan prestigio y dinero. El título permite a McIlroy sacar brillo a una temporada notable a la que le faltaba una gran victoria. En el acumulado de los cuatro grandes había sido el más regular, pero durante todo el año se había quedado cerca de la victoria: segundo en el Masters, octavo en el Campeonato de la PGA, quinto en el US Open y tercero en el Open Británico. Ahora, con el ingreso de la FedEx Cup, alcanza los 28 millones de dólares en ganancias en este curso tan solo en premios. Aunque, mandando otro recado al circuito de capital saudí, ensalza el valor de los símbolos y la tradición en la tierra de Bobby Jones: «El dinero es importante porque somos profesionales, pero para mí no es una prioridad. Creo que soy el que menos valor le da al dinero y quizá por eso me ha ido mejor que a otros al ganar torneos. Está muy bien el premio económico de la FedEx, pero para mí lo más importante es llegar a casa y ver que tengo tres réplicas del Calamity Jane [el putt que empleaba Jones, el trofeo el domingo]».
Scheffler, el protagonista del hundimiento en Atlanta, había roto la banca durante una temporada soberbia. Ya en junio había batido el récord de ganancias en torneos ordinarios (excluidos los bonus) en un mismo curso que tenía Jordan Spieth desde el 2015. Scheffler amasaba entonces 12,8 millones después de un ejercicio en el que había sido ganador del Phoenix Open, el Arnold Palmer Invitational, el WGC Match Play y el Masters.
El pulso por la victoria del domingo se tradujo en otro relevo. McIlroy arriba el primer puesto del ránking mundial a Scheffler. «Al acabar le dije que esta no era más que una batalla de las muchas que vamos a tener en el futuro», comentó Mcllroy.
En el Tour Championship terminó decimoquinto Jon Rahm, que echa el cierre a una temporada algo irregular.