Tom Brady pone fin a la leyenda del mejor quarterback de la historia

La Voz

DEPORTES

Nathan Ray Seebeck

El californiano, siete veces ganador de la Super Bowl, se retira a los 44 años, tras pasar 22 temporadas inolvidables en la élite

29 ene 2022 . Actualizado a las 23:17 h.

Terremoto en la NFL. Tom Brady, el mejor jugador de fútbol americano de todos los tiempos, ha decidido poner fin a su carrera. Tras pasar 22 temporadas en la élite, el californiano cierra, con 44 años, una trayectoria sin parangón que le ha convertido en uno de los mitos más grandes del deporte estadounidense. Baste dar un dato para resumir su leyenda: ha ganado siete veces el trofeo Vince Lombardi, que reconoce al campeón de la NFL; las dos franquicias más galardonadas de la historia, los Pittsburgh Steerlers y los New Englad Patriots, atesoran seis victorias en la Super Bowl cada una, y la última conquistó todas ellas de la mano del quarterback nacido en San Mateo.

El rumor llevaba semanas circulando, porque Brady ya había dejado caer su deseo de pasar más tiempo con la familia que ha formado con la modelo brasileña Gisele Bündchen. «Nunca sabemos qué pasará en el futuro, ahí está lo que pasó con Kobe Bryant, un gran amigo. Crees que vivirás para siempre y no es así, crees que jugarás para siempre y no es así. Los días que me queden quiero que valgan la pena sea lo que sea que haga, quiero ver a mis hijos crecer, no queda más que disfrutar el momento que tienes. Con el paso de los años he aprendido que este deporte es muy importante para mí, me importa demasiado, pero ahora tengo hijos y ellos me necesitan más que el deporte», manifestó Brady el pasado 26 de enero, coincidiendo el segundo aniversario de la muerte de Kobe Bryant. Pero este sábado la ESPN adelantaba que la decisión de Brady de despedirse del balón ovalado era firme y la propia NFL lo confirmaba poco después.

Finaliza así la historia de uno de los grandes héroes americanos, que creció soñando con emular a Joe Montana, el mítico quarterback de los San Francisco 49ers que triunfó en los años ochenta del pasado siglo y formó una dupla letal con el receptor Jerry Rice. Sin embargo, pocos podían presagiar su éxito cuando fue escogido en la sexta ronda del 'draft' del año 2000 con el número 199, después de pasar cuatro años en la universidad defendiendo la camiseta de los Michigan Wolverines. Los New England Patriots, que por entonces comandaba Drew Bledsoe sobre el emparrillado y en cuyo banquillo acaba de aterizar Bill Belichick como entrenador jefe, apostaron por sus servicios y cambió la historia de la franquicia de Massachusetts y de la propia NFL.

Brady pasó su primera campaña en el banquillo, pero en la temporada siguiente una lesión de Bledsoe le dio las llaves de la titularidad y a partir de ese momento se convirtió en el líder indiscutido de los Patriots, a los que dirigió a la victoria en seis Super Bowls: 2002, 2004, 2005, 2015, 2017 y 2019. En la retina quedan hazañas como la que protagonizó en 2017, cuando comandó en el NRG Stadium la increíble remontada frente a los Atlanta Falcons, que se fueron al descanso ganando por 21-3 y terminaron sucumbiendo en la prórroga tras un partido épico que se resolvió con un touchdown del running back James White en el tiempo suplementario.

Un héroe americano

Aquella Super Bowl confirmó a Brady como el mejor quarterback de todos los tiempos, superando con sus cinco títulos los cuatro que habían logrado su idolatrado Joe Montana y Terry Bradshaw. Pero aún tendría tiempo de levantar otra vez el trofeo Vince Lombardi con los Patriots, puesto que dos años después doblegaba a Los Angeles Rams en la final celebrada en el Mercedes-Benz Stadium de Atlanta.

De ahí que el estupor fuese máximo cuando Brady y los Patriots optaron por poner fin a su fructífera relación al término de la campaña 2019-20. La franquicia de Massachusetts abordó una reconstrucción fallida, fiando la dirección de su ataque a Cam Newton, que fracasó mientras Brady ponía rumbo a la soleada Florida y asumía el mando de los Tampa Bay Buccaneers, que no habían conquistado la Super Bowl desde 2002. Se puso en manos de Bruce Arians, entrenador principal de los Buccaneers, y sacó de su retiro al tight end Rob Gronkowski, su compañero de fechorías en los Patriots.

Con ambos como socios principales, y en una temporada marcada por la pandemia, Brady se elevó a la estratosfera del deporte al abrochar su séptima Super Bowl, después de que los Buccaneers derrotasen a los Kansas City Chiefs de Patrick Mahomes, su pretendido heredero, en el Raymond James Stadium de Florida. Las cosas, sin embargo, no les fueron tan bien este año, puesto que los Buccaneers cedieron ante los Rams en la Ronda Divisional y se despidieron de sus opciones de defender el título.

Aquel fue el último partido de Tom Brady, el único que puede presumir de siete títulos de la NFL, de ser el quarterback con más yardas de pase en la historia (84.520) y que en su última campaña como profesional dejó otro récord, el de pases completados en un curso (485). Apenas un puñado de registros para un coleccionista de plusmarcas: también es el único que ha ganado la Super Bowl en tres décadas distintas; el más veterano en hacerlo, con 43 años, 6 meses y 5 días, así como el que más pases de anotación ha entregado (624).

Brady lo deja como corresponde, en lo más alto. Ni el físico ni los rivales le retiran. Solo lo hace su deseo de darle a su familia aquello que le hurtó para dar rienda suelta a su gran pasión: tiempo de calidad para su mujer y sus tres hijos. La NFL nunca será igual sin GOAT (Greatest Of All Time).