A Nadal lo han dado ya por muerto tantas veces que hemos perdido la cuenta de las que ha resucitado. Entre el 2009 y el 2010 estuvo un año sin ganar un Grand Slam y luego encadenó tres seguidos; en el 2015 y el 2016 se quedó en blanco, y después engordó su palmarés con otros seis títulos. En sus inicios se decía que solo era una «rata de tierra», pero alcanzó su primera final en Wimbledon y Federer lo barrió de la pista; al año siguiente volvió a disputar la final y tras cinco largos sets el suizo lo derrotó de nuevo. Cualquiera se habría venido abajo, Nadal no. Un año más tarde, mismo escenario, mismo rival: el español vence en la catedral del tenis después de casi cinco horas en el considerado por muchos como el mejor partido de la historia de este deporte.
Nadal, Federer y Djokovic son los tres mejores tenistas de todos los tiempos, con permiso de Rod Laver: el único que ha conseguido, y además dos veces, los cuatro títulos del Grand Slam en un año; trece grandes en total y eso que durante cinco años no pudo participar porque antes de la era Open estaban reservados a jugadores amateur y él se había pasado al profesionalismo.
Lo mejor de estos tres gigantes es que han acaparado ¡58 títulos del Grand Slam! compitiendo entre sí. Federer tuvo un poco de ventaja: cuando Nadal levantó su primera Copa de los Mosqueteros él llevaba cuatro años ganando torneos ATP, incluidos cuatro grandes. Djokovic aún tardaría tres años más en llegar. Nada es eterno y los jóvenes ya le pegan muy fuerte a la bola, pero a estos tres tenores de la raqueta habría que hacerles un monumento.
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