Un Nadal imperial somete a Djokovic para ganar su décimo título en Roma

DEPORTES

GUGLIELMO MANGIAPANE

El español supera al serbio en una final que se le había complicado y llegará a Roland Garros con el refuerzo del triunfo en su partido más incómodo

16 may 2021 . Actualizado a las 23:29 h.

No hay rival más incómodo para Rafa Nadal que Novak Djojovic. Por el rendimiento bajo presión del serbio, porque le tiene tomada la medida al balear, porque entre ellos se levanta, también, una relación de desconfianza que tensa cada uno de sus enfrentamientos directos. Nada de eso sucede con los fenómenos de la nueva generación, los que por tenis, ambición y físico pueden plantearle más problemas incluso en su superficie favorita, la tierra batida. La gira de arcilla terminó este domingo—con permiso de Roger Federer— con el partido con mejor cartel del momento, el duelo entre Nadal y Djokovic. Y terminó con el décimo título del español en el Foro Itálico, después de uno de sus más grandes pulsos contra el balcánico, y que desniveló por 7-5, 1-6 y 6-3 después de dos horas y 49 minutos de partido.

La gira previa de tierra había planteado los problemas de la vieja guardia para sofocar la subversión de los jóvenes. Pero en ese sobresalto continuo de partidos en el alambre, una maravilla para el espectador y un dolor de cabeza diario para los favoritos, Nadal había tenido un puñado de victorias de verdad que le faltaron a Djokovic, como la de Barcelona frente a Tsitispas o la de cuartos de Roma frente a Zverev.

Y el partido respondió a ese patrón. Nadal mantuvo el primer set dentro de su patrón. Con un sobresalto serio, cuando se esnafró después de una derecha soberbia que le hizo resbalar hasta la línea de dobles. Allí, en esa mal martilleada línea blanca, rodó por los suelos el español. «Nos vamos a matar aquí», se quejó al juez de silla. Un rato después, tras una doble falta de Djokovic en un momento clave y un reproche dirigido a la grada —aparentemente a su banquillo—, se llevó el primer set el campeón de 20 grand slams por 7-5.

Tal fue la tensión del primer set, el desgaste de 12 juegos terribles sin un punto sin algo importante en juego, que Nadal se vació. Cometió un par de errores absurdos en el arranque del segundo set y le costó volver a tomarle el pulso al partido. No tenía enfrente a un cualquiera, y la más mínima desconexión se cobra un parcial como el 6-1 que parecía —solo para despistados— poner patas arriba la final.

Una anécdota. Nadal recobró el patrón. Bolas largas, potencia, colocación, algún revés cortado para salirse de lo previsible, y fiabilidad. Así regresó al partido, así se vio con 5-2 a su favor antes de ganar el tercer set por 6-3. El español llega a tiempo, en forma, con confianza y rodaje, y hasta con los sustos necesarios, a París. No es tan favorito, no, pero es el principal, para ganar Roland Garros por decimocuarta vez. Otra barbaridad. Si lo consigue.