El proyecto sucumbe ante la presión de federaciones, gobiernos, aficionados y ligas y tras las maniobras de la UEFA para crear grietas entre los fundadores
22 abr 2021 . Actualizado a las 08:49 h.El proyecto más ambicioso jamás visto del fútbol mundial tocó la corneta y bate en retirada. Los doce grandes jinetes galopan de regreso —cada uno por su lado— con sus escudos arrastrando, derrotados y enfrentados entre sí tras una lucha que ha durado escasamente 48 horas. En el campo de batalla yace buena parte de su reputación y les tocará hacer balance de las fuerzas perdidas. Están condenados a un armisticio con la otra trinchera donde, agolpados, celebran su victoria la UEFA, la FIFA, las federaciones, los gobiernos, la Comisión Europea, los futbolistas y los aficionados. Las guerras forjan alianzas extrañas.
Real Madrid, Barcelona, Atlético, Manchester City, Manchester United, Chelsea, Liverpool, Arsenal, Tottenham, Juventus, Inter y Milan cometieron el error de sobrevalorar sus fuerzas. Entre otros muchos. También fallaron queriendo trasladar la fórmula de la Euroliga a la arraigada tradición futbolística del continente. Despreciaron el hecho de que, en el baloncesto, países como Inglaterra o Alemania no tienen apenas peso. En esos frentes se perdió la guerra.
Empezar a perder
Llamaba la atención que, desde un primer momento, Bayern y PSG se quedasen fuera. Alemanes y franceses han, tradicionalmente, formado parte de lobi europeo de clubes; dolor de muelas histórico de la UEFA.
Obviar al PSG es una cosa. Prescindir en este juego de fuerzas del Bayern eran palabras mayores. Plantear esta contienda en los ejes «buenos» y «malos» es deformar la realidad. Tal vez los bávaros simplemente fueron más cautos y, a la postre, más inteligentes. En cualquier caso, la Euroliga de básquet triunfó pese a que equipos como CSKA o Panathinaikós fueron en principio fieles a la FIBA.
El comunicado anunciando la creación fue el primer disparo y se desataron las hostilidades. Las guerras se diseñan, pero el campo de batalla dicta sentencia.
Escenario de presión
Sería descabellado pensar que los autores intelectuales de la Superliga, por mucho que la necesidad económica apremiase, no hubiesen estudiado previamente la dimensión de su anuncio. Se da por hecho que eran conscientes de la polvareda que se avecinaba en forma de amenazas de federaciones, ligas nacionales, gobiernos o incluso instituciones comunitarias. No obstante, la amenaza de la UEFA de la expulsión inmediata de la Champions a los actuales semifinalistas implicados (Chelsea, City y Real Madrid) redobló la presión y Ceferin maniobró con inteligencia para abrir grietas entre los doce: el anuncio de que la organización sería más laxa en el futuro con el control del fair play financiero sedujo a los ingleses. Los fans, sí; el dinero, también.
El orgullo británico
En la idiosincrasia británica, el respeto por la tradición es transversal, impermeable al color político o a la posición social. La reina no se toca y la Premier tampoco. Boris Johnson amenazó muy en serio a los rebeldes con la expulsión de la liga. El Chelsea jugó el martes un partido de Premier League contra el Brighton y sus propios aficionados impidieron el paso del autobús del equipo. Antes, Anfield había aparecido empapelado en contra de la Superliga el día en el que los reds se enfrentaron al desprecio del Leeds con camisetas con el lema «Champions League, gánatelo». Jugadores y entrenadores de los implicados empezaron a ser críticos de manera pública. Los líderes de opinión echaban condimento al caldo. Pasadas las 10 de la noche del martes el City izó la bandera blanca. Sus cinco compatriotas lo hicieron después. La derrota en las islas dejó mermado al ejército de lujo al que le toca replegarse.
El adiós de los ingleses desangró al proyecto, que perdía al 50 % de su nómina de participantes. La Superliga murió definitivamente este miércoles con el adiós oficial del Inter y del Atlético de Madrid. Juventus y Milan también abandonan, aunque lo hacen por el camino del medio tratando de salvar la honra. «La Juventus, si bien sigue convencida de la vigencia de los supuestos deportivos, comerciales y legales del proyecto, cree que actualmente tiene limitadas posibilidades de completarse en la forma en que fue concebido inicialmente y las renuncias», dijeron los de Turín. «El AC Milan debe ser sensible a la voz de los amantes de este maravilloso deporte», expresaron en un comunicado los milaneses. A falta de que los dos últimos integrantes del formato decidan los detalles del entierro, la Superliga la componen el Real Madrid y el Barcelona.
Lejos del pomposo estreno del pasado domingo, con una página web limpia obra de un cuidado diseño gráfico, la Superliga reconoció su derrota con un comunicado sin membrete, en Times New Roman y texto sin justificar: «Dadas las circunstancias, debemos reconsiderar los pasos más apropiados para reformular el proyecto, siempre teniendo en cuenta las metas de ofrecer a los aficionados la mejor experiencia posible y, al mismo tiempo, garantizar la solidaridad para toda la comunidad futbolística».
Las caras que decantaron la batalla
Karl Rummenigge, el gran ganador tras fracasar la revuelta de la Superliga
Si una imagen sale fortalecida entre los ganadores es la del Bayern de Múnich. A nivel club, ha permanecido fiel a la UEFA y a los deseos de continuidad de la gran mayoría de aficionados al fútbol europeo. Pero a nivel personal, Karl Rummenigge no ha salido peor parado. Su posición le ha valido para ser nombrado como nuevo representante del comité ejecutivo de la UEFA gracias a ser elegido por aclamación como representante de la Asociación Europea de Clubes (ECA) tras la renuncia al cargo de Andrea Agnelli, máximo dirigente del Juventus y uno de los ideólogos de la Superliga.
Nasser Al-Khelaifi refuerza su posición y la del PSG en la UEFA tras su «no»
«Toda propuesta sin el apoyo de la UEFA no resuelve los problemas a los que la comunidad del fútbol se enfrenta; más bien al contrario, está motivada por intereses personales», declaró Nasser Al-Khelaifi, presidente del PSG en clara alusión a la Superliga. No obstante, algunas voces apuntan a que su lealtad va más allá de los intereses deportivos. Catar, país de Al-Helaifi, organizará el Mundial del 2022 tras un proceso opaco con la FIFA. El presidente del PSG es, además, dueño de beIN Sports, empresa que posee los derechos televisivos de la Champions hasta el 2024.
Andrea Agnelli, el gran «traidor» a la UEFA desmiente su dimisión
Integrar al Juventus entre los 12 fundadores de la Superliga no solo ha provocado que Andrea Agnelli pierda su puesto en el comité ejecutivo de la UEFA y en la ECA. Lo suyo va mucho más allá, ya que el dirigente del club turinés tenía una estrecha relación de amistad con Ceferin, mandatario del organismo futbolístico europeo. Aleksander Ceferin desveló que, horas antes de que se hiciese público el anuncio de la Superliga, Agnelli le aseguró que eran «rumores». Después, apagó el teléfono. Ceferin es padrino de uno de los hijos del italiano. La Juve ha tenido que salir a desmentir su dimisión.
Boris Johnson, la superioridad británica que jugó a favor de Europa
Boris Johnson, primer ministro británico, fue una de las caras más reconocibles durante el proceso del «brexit» y no estaba dispuesto a que la Premier League perdiese brillo en favor de una gran competición europea. Para ello lanzó un órdago, amenazando con expulsar por la vía legislativa a sus seis principales equipos de la competición doméstica si se integraban en la Superliga. Su defensa acérrima de la liga inglesa, competición futbolística de referencia a nivel de ligas nacionales, jugó en favor de la UEFA y Ceferin encontró en el «premier» a su mejor aliado.
Aleksander Ceferin, el maniobrero que abrió una grieta entre los grandes
Si Gianni Infantino, presidente de la FIFA, fue más tibio en sus primeras reacciones, Aleksander Ceferin fue a la carga desde un primer momento. Ante la amenaza de, por su propia incapacidad para desenvolverse en su cargo, perder el poder de la gran mina de oro del fútbol mundial, no se limitó a amenazar con la expulsión inmediata de los tres semifinalistas implicados. Sabiendo que esta revuelta era, sobre todo, una cuestión de dinero, ofreció a los clubes ingleses una política menos rigurosa con el «fair-play» financiero que les permitirá ampliar su músculo económico. ¿Truco o trato?