La derrota contra el PSG se suma a las pesadillas frente a Bayern, Liverpool y Roma
18 feb 2021 . Actualizado a las 09:38 h.Europa ha escrito una línea más, quizás la definitiva, en el epitafio del mejor Barça de la historia. Si es que todavía queda algo de él. Zarandeado en su casa por el PSG, el equipo de Lionel Messi, el futbolista mejor pagado de la historia del deporte, ha protagonizado otro fracaso más en la Champions League. El cuarto en cuatro años y, aunque quizás más esperado que los anteriores, igual de amargo. Este póquer de ridículos europeos quedará imborrable en las pesadillas blaugranas. Un dato. Todos llegaron tras la marcha de Neymar, el crack llamado a ocupar el lugar del astro argentino, y quien el martes regateó el morbo de pisar el Camp Nou por una nueva lesión.
De aquel alevoso adiós todavía no ha logrado recuperarse el Barcelona. Ni los dos títulos ligueros conquistados con Valverde de forma consecutiva llegaron a tapar el ocaso de un conjunto que llevaba más de una década disfrutando de un ciclo glorioso que arrancó con Frank Rijkaard y Ronaldinho en el 2003. El club logró la excelencia con Pep Guardiola y Lionel Messi y, a pesar del inexorable paso de los años, logró el segundo triplete de su historia con Luis Enrique y el tridente formado por el argentino, Luis Suárez y Neymar. Vista desde la distancia del tiempo, esa última Champions resultó el punto y final de un etapa difícilmente repetible en Barcelona.
De aquella delantera hoy solo queda un miembro, un Lionel Messi que ha sido espectador de lujo de los últimos cuatro ridículos del club. El primero lo vivió en abril del 2018, cuando el Barça visitó el Olímpico de Roma con un pie y medio en las semifinales. Había ganado por un holgado 4-1 en el Camp Nou, pero ni ese resultado evitó la primera gran debacle. Dzeko, De Rossi y Manolas, con un gol de cabeza en el minuto 82, cerraron el 3-0 y comenzaron a evidenciar los problemas de un equipo al que se le empezaban a ver las costuras.
El doblete logrado con La Liga y la Copa del Rey taparon aquella eliminación, que los más positivos tildaron de mero tropiezo, mientras que los más críticos comenzaron a percibir en el Barcelona el abandono de su filosofía. Bartomeu dejó de mirar hacia la Masía, obvió el legado de Cruyff y los 222 millones de euros que recibió por Neymar terminó por desperdiciarlos entre Dembélé y Coutinho, quienes no han terminado que cuajar con la camiseta blaugrana.
El segundo golpe
El golpe de Roma volvió a resonar cuando el Barça acabó emparejado con el Liverpool en las semifinales de la Champions de la temporada 2018-2019. El guion fue el mismo que el del año anterior. El equipo de Jürgen Klopp salió goleado por 3-0 del Camp Nou e incluso Dembélé tuvo la oportunidad de hacer el 4-0. Todo cambió en Anfield. Los Reds, que ya habían creado peligro en España, fueron un rodillo. Dos goles de Wiljaldum y otros tantos de Origi, el último tras una pájara digna de juveniles de todo el equipo de Valverde, enviaron a la lona a los de Barcelona. Lo imposible se convirtió en realidad.
Con ese 4-0, la figura de Valverde comenzó a tambalearse y la posterior derrota en la Supercopa frente al Atlético de Madrid desembocó en su destitución. Bartomeu trató de frenar las críticas sobre su gestión con la llegada de un entrenador como Quique Setién, de un fútbol de marcada influencia de Cruyff. Pero la decisión, lejos de solucionar problema alguno, los agravó. Los pesos pesados rompieron una lanza por Valverde y los enfrentamientos con el nuevo cuerpo técnico fueron constantes.
La debacle se completó de nuevo en Europa. Faltaba aún la derrota más dura. El Bayern de Múnich ejerció como la tercera bestia negra de los culés y el 2-8 se convirtió en su mayor derrota en el Viejo Continente. La ansiada transición había sido un auténtico fracaso. Incluso Coutinho, cedido por el Barcelona tras un fichaje fallido por más de 150 millones de euros, firmó los últimos dos goles alemanes.
Ese partido fue el detonante de todo lo que ha ocurrido este curso en Can Barça. Arrancó con la llegada de Koeman, el regalo de Luis Suárez al Atlético, el burofax de Messi para abandonar el club, la marcha de Bartomeu tras intentar amarrarse a su cargo y la filtración del contrato de 555 millones de euros de Messi. Todo eso antes del 1-4 del pasado martes. 90 minutos en los que un PSG sin Neymar ni Di María demostró que solo con Kylian Mbappé bastaba para recordarle al Barcelona que en Europa poco o nada queda de aquel equipo que dominó el fútbol mundial. Y que ahora va de ridículo en ridículo.